Los países de la Comunidad Andina deben acordar mecanismos de seguridad contra el riesgo que representan los productos transgénicos, exhortaron asistentes al I Encuentro Andino de Bioseguridad que concluyó hoy en la capital de Ecuador.
Expertos en bioseguridad de varios países de América Latina, representantes de los gobiernos de Bolivia, Colombia, Ecuador, Cuba, Venezuela y de la UNESCO presentes en la reunión advirtieron que quienes toman decisiones sobre productos transgénicos no tiene la formación necesaria para tratar el tema.
Las autoridades de América Latina "que deciden sobre la introducción, uso y manejo de organismos vivos modificados por técnicas de biotecnología, requieren mayor capacitación", señaló Arvelio García Rivas, de UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura).
Los productos transgénicos son aquellos de origen animal o vegetal cuya composición genética fue manipulada para aumentar su poder nutricional, rendimiento y resistencia a plagas o almacenamientos prolongados.
La bióloga Elizabeth Bravo, de la organización ambientalista ecuatoriana Acción Ecológica, comentó que los productos transgénicos son nuevos en el planeta y que, por lo tanto, nadie, ni siquiera las empresas que los crean, pueden predecir su comportamiento.
"Las posibles alteraciones en la salud humana y ambiental son impredecibles", aseguró Bravo.
La experta también advirtió las consecuencias socioeconómicas de estos productos. "Los campesinos se ven obligados a adquirir las semillas" manipuladas genéticamente "a una sola empresa, so pena de perder la carrera en la competencia comercial", explicó.
"¿Quién asegura la bondad de las nuevas semillas?", se preguntó.
La mayoría de los productos transgénicos comercializados son alimentos, semillas e insumos agrícolas y fármacos desarrollados por empresas multinacionales encabezadas por la estadounidense Monsanto y la suiza Novartis.
Sus principales productos son soja, tomate, papa, tabaco, algodón y maíz resistentes a herbicidas y a plagas.
Santiago Carrasco, de la Secretaria Nacional de Ciencia y Tecnología de Ecuador, aseguró que es necesario crear en la región andina una cultura sobre la bioseguridad.
"Es necesario que los países andinos desarrollen actividades conjuntas entre los sectores académicos públicos y privados con el sector productivo para fortalecer la biotecnología y la bioseguridad aplicadas al desarrollo", dijo Carrasco.
José Sánchez Parga, integrante del Comité Ecuatoriano de Bioética, constituido a partir del Encuentro, señaló que el desarrollo biotecnológico exige salvaguardar la integridad de las personas y los recursos naturales.
"Hay que armonizar el desarrollo del conocimiento de la biotecnolgía, salvaguardando el patrimonio y la diversidad genética. La bioética debe ser entendida como una disciplina que procura humanizar la vida moderna y evitar la mala utilización de ese conocimiento", dijo Sánchez Parga.
La experta cubana en bioseguridad Orfelina Rodríguez García señaló en el Encuentro que el principio de bioseguridad no se puede sacrificar en aras del libre comercio.
"Cuando un ser vivo genéticamente manipulado se escapa, el ambiente no volverá a ser el mismo. Las consecuencias son impredecibles", señaló Rodríguez.
La experta cubana aseguró que es esencial controlar las semillas genéticamente modificadas y asegurarse de que hayan sido aprobadas y certificadas en sus países de origen.
"Los gobiernos deben informar a la población sobre los riesgos de la utilización de transgénicos y debe obligarse a que estos productos tengan etiqueta para que los consumidores sepan qué están consumiendo", comentó Rodríguez
El Encuentro se realiza en momentos en que la revista Tribuna del Consumidor informa que podrían ingresar a Ecuador productos transgénicos sin que los ecuatorianos se enteren, ya que los alimentos procedentes de Estados Unidos no tienen etiqueta que los identifique como tales.
Bravo dijo que también existe posibilidad de que soja importada de Argentina sea transgénica.
"Aunque Ecuador importa poca soja porque es autosuficiente, 80 por ciento de la que viene del exterior es Argentina y nadie puede asegurar hasta el momento que no sea transgénica como gran parte de la que se produce en ese país", señaló a IPS Bravo.
Según Acción Ecológica, las papas estadounidenses importadas por restaurantes de comida rápida de origen norteamericano instalados en Ecuador podrían ser genéticamente modificadas, al igual que el aceite de canola y algunas materias primas para la alimentación de pollos.
La Constitución ecuatoriana aprobada en noviembre de 1997 establece que las leyes del país deben regular la entrada de productos transgénicos.
La norma constitucional solo puede ponerse en práctica mediante la aprobación de una ley complementaria en el Congreso o la emisión de un decreto ejecutivo.
"El problema es que Ecuador no tiene capacidad técnica para determinar cuáles son los alimentos transgénicos y cuáles no. Puede ocurrir que nos envíen gato por liebre" aseguró Bravo.
Para los presentes en el Encuentro organizado por UNESCO, la Fundación de Ciencia y Tecnología de Ecuador, el Grupo Nacional de Biotecnología y la Universidad Central del Ecuador, hay que difundir asuntos relativos a la bioseguridad en los centros de enseñanza.
El polen del maíz transgénico Bt mata las larvas de la mariposa "Monarca", revelaron dos semanas atrás investigadores de la Universidad de Cornell en Nueva York .
Los estudios alertan sobre los efectos del polen difundido desde los campos de cultivo hacia las áreas naturales adyacentes, en Estados Unidos, Canadá, Argentina y España, donde se produce y vende comercialmente esa variedad de maíz. (FIN/IPS/kl/mj/en sc/98