ASIA: Ayuda de Japón a la región ignora políticas del FMI

Japón continúa adelante con su programa para ayudar a los países del sudeste asiático a recuperarse de la crisis financiera pese a las críticas de Occidente sobre su excesiva blandura con sus vecinos.

La última medida de este plan de ayuda fue la promesa el 15 de mayo de brindar 16.000 millones de dólares para garantizar amortizaciones de bonos de gobiernos asiáticos, una medida que funcionarios del Ministerio de Finanzas describieron como la segunda fase del apoyo de Japón a la recuperación de Asia.

Las garantías de los bonos se suman a la Iniciativa Miyazawa, un fondo de 30.000 millones de dólares para Asia anunciado en octubre por el gobierno japonés y que lleva el nombre del ministro de finanzas Kiichi Miyazawa.

El programa de bonos de Japón, anunciado durante una reunión de los ministros del foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico realizada en Malasia este mes, fue elogiado por los gobiernos asiáticos que necesitan esa ayuda.

Algunos analistas criticaron el programa y afirmaron que no tiene en cuenta los objetivos del Fondo Monetario Internacional (FMI) de forzar a los países asiáticos a llevar a cabo reformas estructurales que fortalezcan sus economías a largo plazo a cambio de asistencia.

Washington presionó durante mucho tiempo a Japón para que ayudara a la región de manera más constructiva, mediante el estímulo de la demanda interna y el aumento de las importaciones desde Asia.

En respuesta, Tokio dijo que está haciendo lo mejor que puede y a pesar de una economía en recesión, se las arregló para brindar gran cantidad de fondos de ayuda.

Algunos analistas afirmaron que además de dar dinero, Japón debería exigir a quienes lo reciben la realización de reformas económicas y financieras, en caso de que las economías asiáticas en crisis queden satisfechas con el capital entrante y no cambien las políticas que los tornaron vulnerables a la crisis regional.

Los préstamos de Japón, aunque importantes, no imponen reformas estructurales como los del FMI, dijo esta semana Tetsuji Sano, un economista del Instituto de Investigación Nomura de Singapur citado en el Nikkei Weekly, el periódico financiero líder en Japón.

"Aunque es natural que los países asiáticos que no tienen dinero reciban con agrado la iniciativa japonesa, es posible que las condiciones poco exigentes de la ayuda enlentezcan las reformas estructurales en la región", opinó.

Desde que estalló la crisis, Japón ha elegido políticas que difieren de las del gobierno estadounidense y las instituciones multilaterales sobre las que éste ejerce influencia, como el FMI y el Banco Mundial.

En ese período, Tokio fue criticado reiteradamente por Washington por "no hacer lo suficiente" por Asia.

Del mismo modo, informes del FMI, que también otorgó préstamos de emergencia, destacan que el gigante económico de Asia está demorando la recuperación del continente y señalan que la mejor solución a la crisis es que Japón fortalezca rápidamente su propia economía.

Los comentarios de Robert Manning, ex consejero de políticas del Departamento de Estado, ilustran este punto de vista.

Manning dijo que los problemas de Japón son profundamente estructurales y a largo plazo. Hizo eco de las críticas estadounidenses y describió el modelo económico de Japón como un capitalismo colectivista dirigido por el Estado que funcionó tras la devastación de la segunda guerra mundial, pero que ahora es una carga.

A su juicio, Japón debe desregular su economía más rápidamente y bajar los impuestos empresariales y privados, entre otros, para estimular la economía asiática.

Las diferencias entre Japón y Estados Unidos respecto de la crisis asiática también surgieron a raíz de la propuesta de Tokio de establecer un fondo monetario asiático, que Washington rechazó de plano.

La razón para rechazar el fondo propuesto por Tokio no es difícil de deducir a la luz de las últimas protestas porque las condiciones de Japón para brindar ayuda son poco exigentes.

En ese momento, los críticos occidentales arguyeron que un fondo asiático probablemente sería demasiado blando con los países de la región y carecería de la disciplina del FMI.

Tokio también estuvo en desacuerdo con el enfoque inicial del FMI para ayudar a los países asiáticos y pidió una menor depedencia del dólar para que el sistema sea menos vulnerable a las fluctuaciones, una propuesta que no gustó a los estadounidenses.

De hecho, algunos críticos señalaron que la reciente garantía de los bonos de Japón avanza hacia su meta de tomar medidas para "internacionalizar el yen", debido a que una parte considerable de los bonos asiáticos se denominarían en yens.

Tokio y Washington también piensan diferente respecto de los fondos de cobertura, a los que se responsabilizó por alentar la fuga de capital desregulada y especulativa a corto plazo.

Los fondos de cobertura son fondos de inversión especulativa de muy alto riesgo, formados con productos derivados como contratos a futuro, opciones y permutas financieras.

Miyazawa propuso un juego de medidas con paquetes de ayuda para introducir la regulación de esos fondos en un intento de controlar la situación después de la crisis asiática, pero funcionarios estadounidenses opinaron que no es una buena idea.

"Los estadounidenses tienden a ver la especulación como un factor que ayuda a generar una saludable liquidez de mercado, mientras los japoneses tienden a pensar que la especulación es un factor de inestabilidad", observó el profesor Mitsuhiro Fukao, que enseña economía internacional en la Universidad Keio.

Hideaki Ota, un experto asiático del Instituto de Investigación de Nomura, explicó que el programa japonés de ayuda al sudeste asiático apunta a la realización de reformas, no sólo a través de la ayuda sino también mediante el apoyo a la reforma de las políticas industriales y capacitación financiera.

"La meta del paquete de ayuda japonés no son los resultados a corto plazo, sino la contribución a una reforma gradual proporcionando una red de seguridad", señaló.

Japón desembolsó aproximadamente 19.000 millones de dólares del paquete de 30.000 millones de dólares en ayuda, que se destinaron a Corea del Sur, Filipinas, Indonesia, Malasia y Tailandia.

La mayoría de los préstamos concedidos son a mediano y largo plazo.

Además, el Ministerio de Finanzas anunció el envío de expertos en finanzas a las naciones del sudeste asiático a partir de otoño, para brindar asesoramiento y ayudar a esos países a reconstruir sistemas financieros sólidos.

Esos expertos también ayudarán a los países a evaluar la solvencia de los prestatarios y a contrarrestar los efectos de la crisis de las monedas en sus sistemas financieros. (FIN/IPS/tra-en/sk-js/js/at-mlm/if/99

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