El calypso, un ritmo originario del Caribe y de la época de la esclavitud de los negros, permaneció relegado en Costa Rica a la provincia de Limón, hasta que un investigador y músico se decidió a llevarlo a esta capital y a los estudios de grabación.
Desde hace dos décadas, Manuel Monestel, sociólogo y trovador, forja el proyecto "Cantoamérica", un grupo de música latinoamericana que experimenta y funde ritmos afrocaribeños y urbanos.
Monestel es un convencido de la importancia del calypso como expresión de una cultura que en Costa Rica ha estado marginada del acontecer nacional, la de los negros del Caribe.
Este país centroamericano ha construido su historia oficial enfocando solo al valle central, un territorio de 2.700 kilómetros cuadrados, poco menos de seis por ciento de la extensión total del país, pero donde vive casi la mitad de los 3,5 millones de habitantes.
De ahí que, a menudo, se haya olvidado la riqueza cultural del resto de la nación, sobre todo la de Limón.
"El calypso es algo más que un ritmo, pues en sus letras se refleja la vida de una sociedad, la satiriza, la critica, la ama y también se ríe de ella, pues es frecuente que contengan mucho humor", explica a IPS Monestel.
Se considera que los compositores de calypsos o calypsonians son los herederos directos de los trovadores negros llamados chantuelles, quienes durante la época de la esclavitud, difundían las noticias en las poblaciones caribeñas.
Con su guitarra al hombro, estos trovadores cantaban, e informaban, todo tipo de hechos populares, desde una revuelta hasta un chiste. Eran los cronistas de su época.
No hay una explicación precisa del por qué de su nombre, pero en todo caso, evoca a la diosa Calypso, el personaje homérico que retuvo en su isla a Ulises durante siete años.
En las islas caribeñas al calypso se le conoce como kaiso, y tiene una influencia de tal magnitud en la población que incluso ha llegado a incidir en el resultado de una elección nacional.
"El calypso es la materia prima de muchos ritmos que ahora están de moda", dice, bajo una palmera del parque central de Limón, Oscar Sequeira, un hombre macizo que viste guayabera (camisa caribeña) blanca y sombrero de paja.
Sequeira es profesor de música en un colegio de su provincia, pero también es el líder de "Caribbean Calypso", uno de los grupos musicales más conocidos de su género en el caribe costarricense.
Después de la época colonial el calypso se expandió por todas las Antillas y gracias a los carnavales se hizo muy popular en lugares como Trinidad y Tobago, donde en la actualidad conserva gran fuerza social.
A países como Costa Rica este ritmo llegó gracias a las migraciones antillanas y comenzó a adoptar sus manifestaciones locales.
Una de estas características es que los calypsos son cantados, en su mayoría, en un inglés criollo, en el que salen a relucir las dichas y las desdichas en las plantaciones bananeras, los romances de los pueblos y las críticas sociales.
El calypso es una forma en la que los trovadores hacen reír ante los males sociales que los aqueja como población negra.
Por ejemplo, éste que en estilo gracioso compuso el calypsonian limonense conocido como Papá Tun, ante el flagelo de la malaria:
"Zancudo, zancudo, no me piques más/ no quiero malaria/ no quiero morir,/no me piques más,/ no me piques más,/ no me piques más".
En su tarea de rescate, "Cantoamérica" se ha aliado con uno de los calypsonians más emblemáticos de la región, un negro que actualmente tiene 80 años y vive en el pueblo limonense de Cahuita. Se llama Walter Ferguson, pero es más conocido como Mister Gavitt.
Gavitt canta a las cosas pequeñas, los detalles de la vida, pero también ha creado calypsos con un fuerte sentido social. En uno de ellos, llamado "Retribution", plasma claramente las diferencias entre clases sociales y sus consecuencias. Este es sólo un fragmento:
"Retribution/ I want to sing it loud and clear,/ retribution/ I want the people to hear/ Pushing people children/ In the gutter/ And you are living in luxury,/ Every day you got your bread and butter/ And then you practice hipocrecy".
(Traducción libre) "Justicia/ Quiero cantarlo fuerte y claro/ Justicia/ Quiero que mi gente escuche/ Empujan nuestros niños en el caño/ y ustedes viven lujosamente,/ tienen cada día su pan con mantequilla,/ son unos hipócritas".
Mister Gavitt continúa componiendo y le envía sus trabajos a Monestel a la capital, donde el músico los ha ido interpretando con su grupo durante años.
El nuevo proyecto de Monestel es escribir un libro de cultura popular sobre el calypso y para agosto prevé que esté listo el séptimo disco de Cantoamérica que, precisamente, se llamará "Calypsonians".
El trabajo contiene 10 temas (nueve de Ferguson y uno de Monestel) y aspira a ser un homenaje para todos los compositores de calypsos de la región. (FIN/IPS/nms/dm/cr/99)