América Latina y el Caribe, especialmente el Mercosur, tienen razones de sobra para pretender que la Cumbre con la Unión Europea (UE) este lunes y martes transforme las relaciones comerciales entre las dos regiones.
De 1990 a 1997 sus importaciones desde la UE pasaron de 21.790 millones de dólares a 51.352 millones y las exportaciones sólo crecieron de 35.171 a 41.767 millones de dólares, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Un superávit de 13.381 millones de dólares en 1990 se convirtió en déficit de 9.585 millones siete años después, constituyendo un grave problema para una región con elevada deuda externa y permanentes problemas en la balanza de pagos.
La mayor parte de ese desbalance correspondió a los países del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay). El presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, se quejó en reiteradas oportunidades que en el mismo período la UE aumentó en 340 por ciento sus exportaciones al bloque sudamericano.
En el otro sentido, el Mercosur exportaba a la UE en 1997 sólo 25 por ciento más que al principio de la década.
"Pueden ser pérdidas momentáneas que preparan ganancias futuras", matizó Manuel Marín, vicepresidente de la Comisión Europea (órgano ejecutivo de la UE) para América Latina y el Caribe.
El aumento de las importaciones se debe a equipos e inversiones con que los países latinoamericanos están "modernizando su tejido productivo, con máquinas, tecnología", que aseguran condiciones para aumentar las exportaciones en el futuro, afirmó.
Desde el punto de vista de los países forzados a reducir su déficit comercial u obtener superávit para superar la crisis financiera, la evaluación y la urgencia son muy distintas.
El Mercosur quiere "corregir la tendencia al crecimiento desequilibrado del comercio" con la UE, dijo el canciller brasileño, Luiz Felipe Lampreia, en un seminario preparatorio de la Cumbre que comienza este lunes.
En medios empresariales se formulan críticas más duras a "la hipocresía" de los países industrializados, que reclaman apertura de los mercados en naciones en desarrollo, como las latinoamericanas, mientras mantienen fuertes barreras, en el caso europeo especialmente en el sector agrícola.
Es inaceptable que Brasil, que produce la carne de pollo más barata del mundo, no logre vender más a Medio Oriente, por ejemplo, porque la UE concede elevados subsidios a sus exportaciones del producto, señalí Antenor de Barros Leal, vicepresidente de la Federación de Industrias de Río de Janeiro.
Esta queja la manifestó también el ex embajador brasileño ante la UE Jorio Dauster, ahora menos diplomático como presidente de la Compañía Vale do Rio Doce, gran empresa recientemente privatizada y la mayor exportadora mundial de mineral de hierro.
"El proteccionismo no se limita al área agrícola, es una política general" tanto de la UE como de Estados Unidos y Japón, que recomiendan la globalización y apertura de mercados, pero imponen barreras a productos latinoamericanos, acusó Dauster.
El argumento de que Francia defiende a un sector importante del país histórica y culturalmente, los pequeños campesinos, es falsa, porque los productores de remolacha azucarera o de carne de pollo son grandes empresas, a veces transnacionales, afirmó.
Las negociaciones comerciales de la UE con América Latina se han dividido en varios frentes. Además del Mercosur, hay diálogo separados con México, Chile, la Comunidad Andina, América Central y el Caribe.
América Latina es una unidad "como concepto estratégico, pero no susceptible de un tratamiento uniforme", porque "hay varias Américas Latinas", subrayó Marín.
Las negociaciones con México están más avanzadas y se espera que con Chile sean más fáciles que con el Mercosur y se buscar que cumplan un "paralelismo", añadió, mientras que con las demás subregiones, las relaciones tienen un fuerte componente de ayuda al desarrollo.
El tratamiento diferenciado también genera dificultades. Brasil, por ejemplo, amenaza con presentar una queja ante la Organización Mundial de Comercio por las pérdidas sufridas en sus exportaciones de café soluble.
El producto brasileño es gravado en la UE en cerca de 10 por ciento, mientras los países andinos pueden exportarlo sin aranceles, como parte de la política europea de estímulo a la lucha contra el narcotráfico. (FIN/IPS/mo/ag/if/99