Los rebeldes zapatistas de México, que no usan sus armas ni dialogan con el gobierno, trazaron con la sociedad civil una ruta hacia la paz en el suroriental estado de Chiapas.
Después de dos años sin aparecer en público, el subcomandante Marcos clausuró el lunes el segundo encuentro del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) con unos 2.000 representantes de organizaciones de la sociedad civil mexicana.
Campesinos, sindicalistas, estudiantes, intelectuales y jóvenes de la calle convocados por los zapatistas se congregaron en un rústico paraje del municipio chiapaneco de La Realidad y acordaron divulgar los resultados de la reunión.
El resultado de la consulta nacional sobre derechos de los pueblos indígenas y por el fin de la guerra de exterminio, a cuyo llamado acudieron 2,5 millones de mexicanos el 21 de marzo, constituyó el eje de las discusiones.
Los zapatistas y las organizaciones de la sociedad civil reiteraron su reclamo de aprobación en el parlamento mexicano de la Ley de Cultura y Derechos Indígenas redactada en 1996 por legisladores miembros de la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa).
Esa ley figura en los Acuerdos de San Andrés, que el gobierno mexicano y el EZLN firmaron y que luego las autoridades han desconocido, actitud que ocasionó en septiembre de 1996 la suspensión del diálogo para la paz en Chiapas.
Los zapatistas acusan al gobierno de obstaculizar las negociaciones de paz. El EZLN, que salió a la luz pública el primer día de 1994 y que sólo combatió con las armas durante 12 días, optó por dialogar con la sociedad civil.
Los participantes de la reunión en La Realidad, uno de los bastiones del grupo insurgente, se retiraron del lugar con la consigna de crear una red alternativa de información y participación en todo el país.
"Que no puedan tocar a ninguno de nosotros sin que nos enteremos o nos quedemos callados. Si reprimen a alguien en Baja California (norte), que en Mérida (sur) se enteren de inmediato", declaró Marcos, principal dirigente del EZLN.
Detrás de la consulta del 21 de marzo "encontramos otras piezas que nos ayudan a imaginar una figura más grande y poderosa" que permita el reconocimiento de los pueblos indígenas, afirmó Marcos.
Alrededor de 5.000 rebeldes anduvieron por todo el país, sin armas y con los rostros cubiertos, promoviendo el voto de la sociedad.
Un cambio favorable en la vida política y social de México requiere necesariamente del respeto de los derechos de los indígenas, coincidieron los asistentes al encuentro.
Los grupos indígenas constituyen el estrato más marginado y pobre del país.
En México habitan cerca de diez millones de indígenas y existen más de 13.000 localidades en las que más de 70 por ciento de la población habla una lengua autóctona.
Casi la tercera parte de los indígenas mexicanos tiene estudios primarios incompletos, 51,6 por ciento de las viviendas que habitan carecen de electricidad y 90,4 por ciento de saneamiento, según informes oficiales.
Flanqueado por los comandantes indígenas Moisés y Tacho, el jefe rebelde agradeció "la fuerza que dieron a los compañeros" rebeldes que promovieron la consulta a lo largo y ancho de México.
Obreros, amas de casa, campesinos, colonos, "hombres sin rostro y sin nombre, hicieron posible que se levantara una movilización tan grande" como la protagonizada el 21 de marzo, afirmó Marcos.
Ahora "les queremos proponer que juntos armemos otro rompecabezas. Vamos a construir la siguiente etapa de la consulta, que es difundir los resultados" del referéndum, pues éste "permitió construir una relación que no esperábamos", señaló.
Marcos insurgente llamó a ampliar la base social de la consulta "apoyando las luchas donde las hay".
"Juntos apoyemos la resistencia a la privatización de la industria eléctrica nacional y a los estudiantes en huelga en la Universidad Nacional Autónoma de México, que luchan contra el reglamento general de pagos. Les proponemos llegar a todas partes", dijo.
A su llegada y salida de La realidad, los participantes en el encuentro fueron sometidos a interrogatorios y registros a manos de funcionarios de seguridad en busca de armas o para detectar la presencia de extranjeros a quienes se prohibió participar en el acto.
Un día antes de la reunión, el presidente de México, Ernesto Zedillo, declaró que el EZLN, antes o después, acabará por aceptar que no habrá provocación ni incidentes que puedan hacer caer al gobierno en la tentación de reprimir al movimiento insurgente.
El mandatario reiteró su "infinita paciencia" hasta que "la otra parte" entienda que "no hay más camino que el diálogo". (FIN/IPS/pf/mj/ip/99