El proceso de repatriación de los guatemaltecos que llegaron a México hace 20 años huyendo de la guerra concluirá en julio, pero unos 20.000 refugiados decidieron seguir su vida en este país.
Los presidentes Ernesto Zedillo, de México, y Alvaro Arzú, de Guatemala, encabezarán en julio los actos de finalización del plan de retorno de desplazados por la violencia durante el conflicto interno en el país centroamericano.
La emigración de indígenas guatemaltecos a México comenzó a fines de la década de los 70, hasta sumar unas 45.000 personas, que se radicaron en los estados de Chiapas, Campeche y Quintana Roo, en el sureste.
Desde 1992, cuando comenzó el proceso de repatriación, más de la mitad volvieron a su lugar de origen.
Alrededor de 25.000 guatemaltecos nacionalizados mexicanos y sus hijos nacidos en este país, los "chapines", como se llama a los oriundos de Guatemala, volvieron en los últimos siete años a su tierra.
Otros 20.000, muchos de los cuales nacieron cuando sus padres ya estaban refugiados, optaron por quedarse en México en forma definitiva, informó el lunes el subsecretario mexicano de Población, Fernando Solís Cámara.
Así, los otrora desplazados comenzarán en julio a vivir sólo con apoyos crediticios, pero sin los donativos que otorgaban organismos de ayuda a refugiados.
Las autoridades mexicanas y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) invirtieron más de 100 millones de dólares en los refugiados guatemaltecos, favorecidos con tierras y otros proyectos de desarrollo.
Los inmigrantes decidieron su futuro en base a tres opciones: regresar a su país, regularizar su situación legal para permanecer como inmigrados o adoptar la ciudadanía mexicana.
Las opciones fueron planteadas en el marco del plan oficial de Estabilización Migratoria para Refugiados Guatemaltecos, que comenzó a ser aplicado en 1996.
La partida de suelo mexicano de las últimas familias que decidieron volver a Guatemala, será presenciada por la titular de ACNUR, Sadako Ogata, informó Solís Cámara, aunque no precisó la fecha.
La historia de las decenas de miles de indígenas guatemaltecos que lograron cruzar la frontera con México no fue fácil en ninguno de los dos países. La población indígena sufrió incontables abusos en los más de 35 años de guerra civil.
El saldo del conflicto, que concluyó el 29 de diciembre de 1996 con la firma del acuerdo de paz entre el gobierno de Arzú y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, fue de 150.000 personas muertas y 50.000 desaparecidas, que dejaron, a su vez, 100.000 viudas y 250.000 niños huérfanos.
El número total de desplazados, dentro y fuera de Guatemala, alcanzó a un millón de personas, según informes de organizaciones no gubernamentales.
Los refugiados lograron salvar la vida, pero su estancia en México no fue distinta a la de los habitantes de Chiapas, uno de los estados más pobres de este país y donde surgió hace cinco años el rebelde Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que reivindica el respeto a los derechos indígenas.
En 1992, cuando se inició el retorno programado de guatemaltecos, salieron de México 1.700 refugiados y en 1995, cuando se registró el número más alto de repatriados, lo hicieron otros 9.500.
El proceso de repatriación fue seguido muy de cerca por la activista guatemalteca y Premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú, víctima ella misma de la violencia en su país.
ACNUR reconoció el papel humanitario desempeñado por México en apoyo a los desplazados guatemaltecos. (FIN/IPS/pf/dm/hd/99