La utilización de agrotóxicos en las provincias del norte de Ecuador causa severas distorsiones en el ambiente, problemas de salud en los campesinos y empobrecimiento de la tierra.
Las mayores zonas productoras de tomate de Ecuador, ubicadas en la provincia del Carchi, limítrofe con Colombia, fueron invadidas por un insecto conocido como palomilla blanca.
Hace 15 años esa plaga era insignificante, pero en los últimos tiempos quien recorre la zona puede observar nubes blancas que corresponden a las palomillas.
Según biólogos que investigaron el fenómeno, la utilización indiscriminada de químicos hizo que el insecto genere defensas contra los pesticidas y crezca a niveles no imaginados.
Ximena Santacruz, experta de Fundación Natura, señala que el exceso de agrotóxicos destruye a los insectos benéficos que controlan las plagas y cuando eso sucede se desata una explosión de determinadas especies como ocurre con la palomilla.
"Las defensas que van creando las plagas obligan a que cada vez se utilice más pesticidas para controlarlas y por lo tanto aumente la contaminación. Es una historia de nunca acabar", alertó.
Como consecuencia, el agua, el aire y la tierra se contaminan más. Se cortan los ciclos naturales y hay una distorsión ambiental que se torna difícil de controlar.
Raimundo Rojas, uno de los pequeños productores de la zona, explica que hace diez años curaba sus tomates sólo tres veces al mes y en la actualidad los cura 18 veces.
Eso también le acarreó problemas de salud, ya que la aplicación de los químicos la hace sin ninguna protección, como la mayoría de los agricultores del lugar.
"A pesar de todas las curas que les hago, hay días que las tomateras anochecen bien y amanecen quemadas por la lancha", comenta Rojas.
Para tratar de combatir la lancha los cultivadores de tomate utilizan una combinación de varios pesticidas que empeora la situación.
Portavoces del Servicio de Sanidad Vegetal señalan que la mayoría de los agricultores no está preparada para asegurar un buen uso de los plaguicidas.
"Los campesinos se desesperan al ver que sus cultivos se pierden y hacen combinaciones prohibidas. Para eso es necesario por lo menos que sepan cuáles productos químicos son compatibles y cuáles son antagónicos", comentan.
Pero el problema no es sólo del campesinado. Ni siquiera los vendedores de plaguicidas de la zona saben cuáles serán las consecuencias de usar mezclas prohibidas que a menudo recomiendan sólo por vender sus productos.
Fernando García, presidente de la Asociación de Importadores y Fabricantes de Insumos Agropecuarios, reconoce que la mala aplicación de pesticidas está produciendo graves problemas.
García cree que ahora es mucho más necesario que antes que los almaceneros estén capacitados para guiar al agricultor y para que eso ocurra hace falta un mayor control de esos locales por parte de las autoridades.
"Además, hay que tener en cuenta que muchas veces los agricultores son analfabetos, por lo que no saben leer las indicaciones que vienen en las cajas de los productos", dice.
En Ecuador, la falta de control trajo como consecuencia que sólo en la zona productora de tomates se hayan utilizado todos los pesticidas registrados en el país, lo que constituye un récord nacional si se toma en cuenta la extensión del lugar.
Raimundo Rojas señala que las plantas de los pies le arden intensamente, algo que ocurre con otros agricultores de la zona que también han tenido convulsiones.
"Ya estoy envenenado, pero si no hay producción ?de qué vivo?", se pregunta Rojas.
"Los fosforados se absorben por las vías respiratorias y con el tiempo causan severas intoxicaciones", señala Patricio Nieto, del Departamento de Epidemiología de la Dirección de Salud Provincial.
Para combatir la intoxicación con plaguicidas, los fumigadores utilizan ampollas de atropina, un antídoto que contrarresta los químicos ingeridos.
Para prevenir, la Dirección de Salud pide que durante la jornada de fumigación los campesinos se cubran con ropas especiales, eviten el contacto directo con los químicos y luego de la faena se laven bien el cuerpo.
Eso se torna difícil porque las ropas especiales son muy caras, por lo cual los agricultores prefieren aplicar los químicos con vestimenta común.
Otro que sufre las consecuencias de la utilización de agrotóxicos es el consumidor final.
Miguel Lozada, gerente general del laboratorio Rhone Poulenc, asegura que cuando se utilizan fosforados la cosecha debe realizarse veinte días después de la última aplicación.
De no ser así, el consumidor del tomate presentará un primer síntoma de diarrea. Con el paso del tiempo, si sigue consumiendo productos contaminados podrá desencadenar un cuadro cancerígeno.
En 1986, Ecuador importó más de 85 millones de dólares en pesticidas y, si bien no hay datos ciertos, se presume que en los dos últimos años esa cantidad se incrementó.
"Es un círculo vicioso: los suelos pierden fertilidad porque los pesticidas destruyen lombrices y organismos fertilizantes. Entonces se utilizan fertilizantes artificiales, y así todo depende de los químicos, tanto para fertilizar como para atacar las plagas", dice Ximena Santacruz.
Para la experta de Fundación Natura, la única forma de cambiar esta realidad es utilizando fertilización orgánica, rotación de cultivos y aplicando un control biológico de las plagas.
"Si no la situación seguirá empeorando y no habrá salida, ni para el ambiente, ni para la salud de los agricultores y los consumidores", concluye. (FIN/IPS/kl/dg/en/99