Maestros y profesores de Argentina recordaron hoy con un paro general los dos años de establecimiento de una tienda de campaña frente al Congreso, a la espera de mejoras salariales que todavía no llegan a sus bolsillos.
La huelga -la primera de este año y la novena desde que comenzó la protesta en 1997- dejó sin clases a miles de estudiantes de escuelas públicas de capital y de la mayoría de las provincias, en los niveles de primaria, secundaria y el universitario.
Entretanto, los maestros reunidos en la tienda de campaña recordaron con un festival musical el segundo aniversario de esta medida de fuerza que no tiene precedentes en Argentina ni en otros países del mundo.
Casi 800 docentes de todo el país se turnaron por tandas durante estos dos años para vivir en la carpa 15 días con apenas una dieta líquida, en señal de protesta por sus bajos salarios y por las dificultades de financiamiento para toda la educación pública.
Maestros de la región de la Puna, en el noroeste, o de la austral provincia de Tierra del Fuego, debieron adaptarse a dormir y ayunar dos semanas en el centro de la ciudad de Buenos Aires, en una tienda levantada en la plaza que está frente al Parlamento.
Sin embargo, en cada asamblea sindical, los delegados de todo el país reiteran el compromiso de no levantar campamento hasta tanto no se aseguren que sus reclamos serán respondidos, al menos en parte. Hasta ahora no lo lograron.
La ley federal de educación indica que se debe invertir en el sector seis por ciento del producto interno bruto, pero hasta ahora apenas se alcanza a la mitad de ese monto.
Argentina fue un país que históricamente se distinguió por sus altos índices de alfabetizació, y por un desarrollo cultural y científico que se manifestaba en el prestigio social y económico de sus maestros, profesores y académicos.
Sin embargo, en las últimas dos décadas se registró un paulatino descenso de los salarios de esos profesionales y una reducción de las partidas destinadas a la enseñanza pública. Hoy un maestro argentino percibe un sueldo mensual de 250 pesos (igual dólares), la mitad del mínimo.
Desde el punto de vista gremial, en dos años los maestros sólo consiguieron del Congreso una ley que aún no los beneficias. La norma creó un impuesto a la compra de automóviles, barcos y aviones, de cuya recaudación depende el aumento salarial.
El nuevo tributo debería reunir unos 760 millones de dólares al año para los docentes, pero la propia ministra de Educación Susana Decibe reconoció que el Estado tiene dificultades para recaudarlo porque los contribuyentes evaden la carga.
La Dirección General Impositiva admitió que apenas pudo reunir unos 10 millones de dólares de los 760 que calculaba recaudar.
"Por favor, que todos paguen", reclamó la ministra este martes, y aseguró que aun si el Estado hubiera garantizado esa cifra -que redundaría en 100 dólares mensuales de aumento a cada maestro- los recortes de gastos hubieran dejado sin líquido al fondo.
La secretaria general del gremio docente, Marta Maffei, respondió que no son los maestros quienes deben hacer que los contribuyentes paguen y recordó que el presidente Carlos Menem vetó el artículo de la ley por el cual el Estado garantizaba el monto a recaudar.
"Si el Estado no es capaz de controlar que no haya evasión, debe garantizarnos ese aumento, no puede hacernos responsables a los maestros por lo que no recauda", señaló ofuscado Mario Montiel, un docente que hace ayuno en la carpa esta semana.
El hecho es que cinco meses después de sancionada la ley, los maestros aún reclaman por los aumentos que no llegan a sus bolsillos por la ineficacia del Estado para recaudar y la falta de control legislativo para asegurar que el impuesto efectivamente les llegue.
Desde el punto de vista político y cultural, la llamada "carpa docente" se convirtió en una trinchera de maestros, intelectuales, artistas, deportistas y políticos que consideran que la educación pública está gravemente amenazada por la falta de recursos.
Por allí pasaron personalidades como los escritores Augusto Roa Bastos, Ernesto Sábato, Mario Benedetti, los cantantes Mercedes Sosa, Ana Belén y Juan Manuel Serrat, y dirigentes políticos, religiosos y humanitarios de diversos países.
Para amplificar sus reclamos, periodistas y conductores de programas de televisión y radio con amplias audiencias realizaron sus emisiones desde la tienda, ocupándose en exclusividad del tema educativo.
De acuerdo a diversas encuestas, la iniciativa cuenta con alto respaldo de la población. De 65 por ciento que tuvo los primeros meses pasó a 85 por ciento al año, y actualmente, aun cuando su potencia parece mermar, mantiene apoyo.
Los maestros encontraron una manera de expresar un reclamo que tiene un fuerte y amplio respaldo social, sin restar el apoyo de los padres de los alumnos, ya que por primera vez la protesta se mantiene en el tiempo sin perderse días de clase. (FIN/IPS/mv/dg/lb-ed/99)