Crece la impotencia y la frustración de la comunidad internacional por los grandes costos humanos y financieros que provocan las emergencias humanitarias en el mundo, señaló la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
"Esta inquietud se siente en todos los sectores de la ONU (político, pacificador, humanitario y de desarrollo) así como en las organizaciones no gubernamentales y entre los donantes", señaló un estudio del foro mundial dado a conocer el lunes.
Entre 1989 y 1995 la ayuda humanitaria aumentó de 845 millones de dólares a 7.100 millones.
El estudio señaló que el aumento de la ayuda humanitaria refleja en parte que las necesidades de emergencia a corto plazo preceden a los programas de desarrollo a largo plazo.
El estudio, realizado por el Instituto Mundial para la Investigación de la Economía para el Desarrollo de la Universidad de la ONU, en Finlandia, y el Centro de Desarrollo Internacional de la Universidad de Oxford, Gran Bretaña, es parte de un proyecto de investigación multidisciplinaria de dos años.
El proyecto abarcó 40 documentos, entre ellos estudios sobre las causas, los detonantes y las manifestaciones de complejas emergencias humanitarias en América Latina y el Caribe, Africa, Asia, Europa y las ex Repúblicas Soviéticas.
Entre principios de los años 80 y mediados de los 90, el número de crisis humanitarias aumentó de aproximadamente entre 20 y 25 a un promedio de 65 a 70 por año, mientras que la cifra de personas afectadas aumentó más que proporcionalmente.
El Comité Internacional de la Cruz Roja estimó que el número de personas afectadas por emergencias humanitarias aumenta aproximadamente 10 millones por año.
"A pesar de los intentos de las autoridades nacionales e internacionales para controlar este nuevo flagelo, no hay señales de que esta tendencia se revierta pronto", advirtió Giovanni Andrea Cornia, de la Universidad de la ONU.
"Como consecuencia, muchas personas murieron, pasaron hambre, fueron desplazadas, se quedaron sin hogar y sin esperanza, mientras que muchos otros podrían ser afectados en un futuro cercano a menos que se tomen urgentes medidas correctivas".
Cornia describió las emergencias humanitarias como "un fenómeno que se ha vuelto tal vez la amenaza más seria a la seguridad humana en el mundo actual".
En un momento hubo por lo menos 22 países afectados por conflictos militares y "emergencias humanitarias complejas", entre ellos Afganistán, Angola, Argelia, Bosnia-Herzegovina, Colombia, El Salvador, Etiopía, Liberia, Perú, Ruanda, Somalia, Sri Lanka, Sudán, Tajikistán y Uganda.
Se estima que el número total de personas que murieron entre 1992 y 1994, los años más conflictivos, en los 22 "países del mundo donde hubo más muertes" ascendía al menos a medio millón en Ruanda (1994), y a 100.000 en Angola (1994), Burundi (1993) y Mozambique (1992).
Los conflictos fueron más frecuentes en Africa y Asia, sumando, respectivamente nueve y 13 en 1995 y 14 en ambas regiones en 1996.
El estudio declara que las desigualdades entre los grupos sociales fueron las causas profundas de los conflictos y las emergencias humanitarias resultantes. Esta conclusión difiere de los indicadores de desigualdad habituales que miden las diferencias entre los individuos.
La desigualdad tiene tres dimensiones principales, la económica, la social y la política, que con frecuencia se refuerzan mutuamente. "Una consecuencia invariable del acceso desigual al poder político es la desigualdad en los beneficios de los recursos estatales", dijo el estudio.
En algunos países, el presidente y un pequeño grupo tomaron una gran parte de esos recursos para su propia acumulación privada, como hizo la familia Duvalier en Haití y el presidente Mobutu Sese Seko en Zaire, actual República Democrática de Congo (RDC).
En otros, la elite beneficiada fue mayor, como la etnia de los hutu en Ruanda y los tutsi en Burundi. "Los empleos gubernamentales, los cargos de elite y la capacidad de percibir rentas estaban fuertemente orientados a favor del grupo en el poder", precisa el informe.
En los países con grandes riquezas minerales, el acceso a los ingresos tendía a estar dominado por quien tuviera el control político, como en el caso de Sierra Leona y RDC.
"El deseo de conservar esos privilegios era un claro motivo para la frecuente ocurrencia de violencia por parte del Estado, dirigida a reprimir a la oposición", según el estudio.
En éste se recomiendan diversas medidas dirigidas a aliviar la pobreza, eliminar las desigualdades en la sociedad y promover programas de desarrollo a más largo plazo.
Como muchos de los países están fuertemente endeudados, el estudio pidió la cancelación de las deudas oficiales.
La cancelación de la deuda en algunos países fuertemente endeudados donde podrían ocurrir conflictos liberaría a los "dirigentes de sus deudas heredadas, y facilitaría las reformas políticas y económicas a largo plazo".
El estudio también instó a los donantes occidentales a conceder donaciones y préstamos concesionarios para aliviar las repercusiones de los choques externos en países de bajos ingresos que son vulnerables a los conflictos. (FIN/IPS/tra-en/td/mk/at/aq/ip-dv/99