Un juego de béisbol y un maratónico concierto demostraron en un solo día cuán cercanos pueden estar Cuba y Estados Unidos cuando se logra priorizar esencias culturales por encima de divergencias políticas.
"Estamos cambiando los tiempos", exclamó el rapero estadounidense Michael Franti al filo de la medianoche del domingo, tras tres horas de música y canciones compuestas la última semana por compositores e intrpretes de ambos países.
"Las cosas no serán iguales a partir de ahora. En béisbol se puede perder un juego, pero en música ganamos todos", dijo Franti a casi 5.000 personas reunidas en el teatro Carlos Marx de La Habana.
El concierto, transmitido a todo el país por la televisión estatal, sucedió a un tensionante juego entre los rioles de Baltimore y una selección cubana que duró tres horas y media y terminó con la victoria del equipo estadounidense.
El tiempo pareció detenerse en la isla la tarde del domingo, las calles se mantenían solitarias y lo único que interrumpía la tranquilidad eran los gritos de emoción de las personas que en sus hogares seguían por televisión el juego.
Este fue el primer partido de béisbol entre un equipo profesional de las Grandes Ligas de Estados Unidos y una novena cubana después que en marzo de 1953 una selección profesional de la isla derrotó cinco a tres a los Piratas de Pittsburgh.
Como era de esperar por su reconocida afición al béisbol, hasta el presidente Fidel Castro asistió al juego, saludó a los integrantes del equipo norteamericano en el terreno y los recibió después en la sede del Consejo de Estado.
"Si no ponen la entrada por invitación, hubiera sido una locura", dijo un aficionado descontento, pero comprensivo hacia la decisión oficial de regular el ingreso al Estadio Latinoamericano de La Habana, con capacidad para 50.000 personas.
Para el comisionado de las Grandes Ligas Bug Selig, "sencillamente ha sido un evento espectacular" y se declaró ansioso porque llegue el 3 de mayo, para cuando está previsto un partido de vuelta en el Candem Yard de Baltimore.
"Siempre me sentí muy bien cuando jugué frente a los cubanos. Soy un beisbolista y no me gusta darle connotaciones políticas a los encuentros", dijo el receptor de los Orioles, Charles Johnson, en una conferencia de prensa previa al encuentro del domingo.
Algo similar, libre de toda connotación política, quisieron hacer sin lograrlo los 44 artistas estadounidenses y 48 cubanos que durante la pasada semana participaron en el taller de creación "Music Bridge-Puente Musical".
La intención apareció bien clara desde el título del concierto final, "Puente sobre aguas turbulentas", que los participantes tomaron prestado de una canción de Paul Simon que sirvió para abrir la noche.
Reunidos por el compositor y productor estadounidense Alan Roy Scott, los artistas de ambos países y algunos europeos participaron el lunes 22 en una inusual rifa para definir con qué músicos trabajarían durante una semana.
La suerte unió a uno de los máximos exponentes de la música de concierto cubana, el pianista y compositor José María Vitier, con el trovador cubano Gerardo Alfonso y el rapero Franti.
La cantante estadounidense Joan Osborne cantó y bailó con el mejor ritmo de los bailadores de la isla el son "Sola contigo", el jazz se fusionó con el son, el blues con la trova tradicional cubana y el rock se volvió bilingüe.
Los invitados al Carlos Marx escucharon 24 canciones que con frases distintas repetían de una forma u otra el mismo mensaje: "No hay diferencias entre tú y yo", "volveré", "nunca, jamás, podrá parar este bus", "se rompen las distancias".
No me da ningún miedo decir "abajo el bloqueo" a pesar de que me pidieron que tratara de no politizar la noche, dijo Franti en la única referencia directa de la noche al conflicto cubano- estadounidense de los últimos 40 años.
Aunque ha aumentado el flujo de artistas cubanos que actúan en Estados Unidos y viceversa, el concierto del domingo fue el primero de su tipo desde que el 27 de marzo de 1979 se realizara en La Habana una misión cultural Cuba-Estados Unidos. (FIN/IPS/da/dg/ip-cr/99
