AFRICA: El lucrativo negocio de privatizar la guerra

Las compañías de seguridad privada de Africa están reemplazando cada vez más al Estado a la hora de proporcionar protección, tanto a la población como a las transnacionales, según un libro de reciente publicación.

La obra, titulada "¿Paz, lucro o saqueo?" y escrita por Jackie Cilliers y Peggy Masons, sostiene que estas empresas proporcionan una gama de servicios que van desde el espionaje industrial hasta la seguridad personal, pasando por la instalación y el manejo de equipos de vigilancia y protección.

Cilliers afirmó que "en un continente que se caracteriza por fronteras débiles y poco claras, dentro de las cuales el control del Estado a menudo no llega más allá de los límites de las ciudades, la interferencia política y militar en los asuntos de los países vecinos es la norma".

El libro, publicado por el Instituto de Estudios de Seguridad de Johanesburgo, se basa en un informe presentado durante una conferencia en Pretoria el año pasado.

Las autoras señalan que los programas de ajuste estructural inspirados en el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial llevaron a la privatización de servicios que antes eran del dominio exclusivo del Estado, incluso la administración de las cárceles.

Según la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, con sede en Ginebra, las economías en regresión son proclives a experimentar fallas del Estado, o incluso el colapso del mismo, y se vuelven más vulnerables a los conflictos internos.

El libro advierte que, mientras que la liberalización y la democratización siguen siendo consideradas la solución a los problemas de Africa, el Estado fue casi vaciado y las agencias internacionales son las que ahora dirigen varias de las economías del continente.

Ese proceso ha sido denominado "el proyecto del gobierno externo", y en su marco el ejército se transformó simplemente en la última adición a la lista de privatizaciones.

En la mayoría de los países, la presencia de las compañías de seguridad privada se hace visible mediante guardias y unidades de reacción rápida que portan pistolas y escopetas, mientras en aquéllos con conflictos más turbulentos se muestra bajo la forma de unidades paramilitares.

La facturación promedio de estas empresas es relativamente pequeña y oscila en torno a 5 millones de dólares anuales. Pero pese a que están descapitalizadas, presentan un alto nivel de especialización para operar dentro de determinadas regiones.

La actividad mercenaria evolucionó desde los tiempos en que grupos de soldados de otros continentes aterrizaban en suelo africano con escasos conocimientos de la zona.

"La globalización, el fracaso de los gobiernos africanos en el intento de lograr desarrollo sustentable, el debilitamiento del Estado y la retirada de las fuerzas de paz occidentales, tras el desastre en Somalia, forman el nuevo contexto en el cual debe observarse el fenómeno de los mercenarios", indica el libro.

En determinado momento de la historia reciente, casi un tercio de los 42 países de Africa subsahariana se encontraban inmersos en guerras, y al menos 13 habían enviado tropas a los países vecinos.

El año pasado, Angola, Chad, Namibia, Ruanda, Uganda y Zimbabwe se involucraron en el conflicto interno de la República Democrática del Congo.

"El fracaso del Estado formal como autoridad hizo que el asentamiento informal se volviera la norma, la arbitrariedad la regla, la corrupción la filosofía política, y el doble juego la única forma de sobrevivir", expresó el investigador Peter Lock en uno de los documentos a los que se alude en la obra.

Las compañías transnacionales fueron las principales usuarias de las empresas de seguridad, para proteger sus intereses en el continente africano, rico en depósitos minerales.

Africa produce la mayor parte del oro, los diamantes, el cobalto, el cobre y el cromo del mundo.

El Departamento de Minería de Estados Unidos estima que Sudáfrica posee más de 90 por ciento de los yacimientos de platino y paladio del mundo, 85 por ciento de los de cromo y 50 por ciento de los de oro.

Uno de los grupos de mercenarios más famosos del continente era el de la empresa sudafricana Resultados Ejecutivos, actualmente desmantelada, cuyos servicios fueron utilizados por la petrolera estadounidense Texaco para apoyar sus operaciones en Angola.

La empresa británica de seguridad Sandline International también operó en el continente, y la compañía petrolera Chevron utilizó los servicios de la israelí Consultores Internacionales de Seguridad para obtener protección.

Otros gigantes petroleros, tales como British Petroleum, Mobil y Shell, también contrataron a compañías de seguridad privada para vigilar sus instalaciones y aumentar la seguridad en los países en que operaban, informó Cilliers.

"En consecuencia, tanto las actividades de las empresas de seguridad como las de transnacionales como Chevron, Exxon, Agip y Elf Acquitaine se verán reducidas si la comunidad internacional tiene intenciones reales de poner fin a la guerra en Angola", sostuvo el mencionado trabajo de Lock.

El conflicto entre el gobernante Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA) y la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA) estalló en 1975, cuando el país africano, rico en petróleo y minerales, obtuvo la independencia de Portugal. (FIN/IPS/tra-en/gm/mn/mp/ip if/99

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