Las relaciones entre Estados Unidos y México, dos vecinos condenados a cooperar, según dicen funcionarios de Washington, ingresaron hoy en una nueva etapa con la firma de nueve acuerdos, producto de la visita a este país del presidente estadounidense Bill Clinton.
El narcotráfico, la emigración de mexicanos a Estados Unidos y el comercio bilateral fueron, al igual que en reuniones anteriores, el centro de las declaraciones y los documentos suscritos. También lo fue la promesa, siempre deshonrada, de terminar con las periódicas recriminaciones mutuas.
Clinton y su par mexicano Ernesto Zedillo, que se reunieron en Mérida, una ciudad ubicada en la península de Yucatán, a 1.493 kilómetros de la capital, coincidieron en señalar que, como vecinos, tienen diferencias "naturales", pero que trabajan por mejorar sus relaciones.
En una teatro lleno de funcionarios e invitados de los dos países, donde los presidentes firmaron los acuerdos y los asistentes observaron un video promocional sobre las relaciones bilaterales, Clinton dijo que Estados Unidos se esforzará por superar las diferencias con México y lograr una vecindad perfecta.
Un sonoro aplauso siguió al anuncio de Clinton de que Estados Unidos no retirará su certificación de la lucha antidrogas de México, pues este país ha demostrado que está dipuesto a terminar con las mafias de narcotraficantes.
Como todos los años desde 1986, Washington emitirá en marzo su veredicto sobre el combate de varios países contra el narcotráfico, un proceso unilateral que México considera inaceptable y contrario a la buena vecindad.
Zedillo y Clinton, lo hicieron en su último encuentro, mantenido en México en mayo de 1997, declararon que trabajarán para que las próximas generaciones vivan en países libres de drogas y para que la emigración irregular de mexicanos a Estados Unidos sea entendida y atendida con una visión integral.
Más de 200 mexicanos murieron entre 1997 y 1998 al intentar ingresar a Estados Unidos burlando los controles migratorios, que incluyen muros y sistema de vigilancia nocturna, mientras continuaban las recriminaciones por una supuesta falta de cooperación en el combate contra el tráfico de drogas.
Los presidentes destacaron, entre los acuerdos firmados este lunes en Mérida, la entrega a México de un línea crédito por 4.000 millones de dólares del Eximbank de Estados Unidos para financiar la importación de bienes y servicios.
Esa suma permitirá a México enfrentar dificultades derivadas de la actual crisis financiera internacional, según comentaron las autoridades.
Se trata del segundo crédito de importancia que ofrece Washington a su vecino en los últimos cuatro años. El primero, de 20.000 millones de dólares y otorgado en 1995, ayudó a México a recobrar la confianza del mundo financiero y a superar una de sus peores crisis económicas de los últimos 50 años.
Con una frontera 3.200 kilómetros, los dos países enfrentan periódicos roces por asuntos relacionados con los emigrantes, por la lucha contra el narcotráfico y por asuntos de política internacional.
Pero mantienen estrechos vínculos y una visión común en cuestiones de política económica y comercio bilateral y global. México es socio desde 1995 de Canadá y Estados Unidos en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
A pesar de las diferencias, que incluyen el idioma, los orígenes históricos, la cultura y la riqueza económica, Estados Unidos y México están "condenados a colaborar y concertar", observó Peter Romero, secretario de Estado para Asuntos Hemisféricos de la Casa Blanca.
En reunión paralela a la de presidentes y funcionarios, senadores mexicanos y estadounidenses dialogaron en Mérida sobre ambiente, migración y narcotráfico. Pero, según los participantes, no se lograron acuerdos. A diferencia del lenguaje diplomático de la cita presidencial, en el diálogo de los senadores hubo aspereza.
"Más allá de las frases y formas hay un diálogo de sordos", afirmó el senador mexicano Jorge Calderón al salir de la reunión.
Según Calderón, los legisladores estadouidenses no reconocieron la responsabilidad de Washington en el maltrato a los inmigrantes mexicanos ni admitieron el cuestionamiento de las actuaciones unilaterales de Estados Unidos en materia de narcotráfico.
La reunión de Clinton y Zedillo fue la décima entre ambos desde 1994, la número 58 en los últimos 90 años entre presidentes de los dos países, y la vigésimo segunda que se realiza en este país.
Como en ocasiones anteriores en México, los habitantes de la ciudad escogida para el encuentro debieron suspender sus actividades y permanecieron bajo control de los servicios de seguridad, que cerraron calles, ocuparon edificios y hasta agredieron a algunos periodistas y transeúntes.
Además, varios periodistas expresamente acreditados para la ocasión aseguraron que la Presidencia de México obstruyó su trabajo y discriminó a varios de ellos al momento de dar a conocer información relacionada con la visita de Clinton. (FIN/IPS/dc/ff/ip/99