El gobierno de Uruguay tomó medidas extraordinarias para compensar la pérdida de competitividad que sufre su producción exportable por la caída del real, mientras espera soluciones permanentes de la reunión que este viernes mantendrán los presidente de Brasil y Argentina.
La fuerte dependencia de Brasil de las exportaciones uruguayas — casi el 38 por ciento del total— sacudió al pequeño mercado industrial uruguayo, en el que cundió la desesperanza a mediados de enero.
El día 13 de ese mes, el Banco Central de Brasil elevó el techo de la banda de flotación del real y el día 18 dejó librado al mercado la cotización del dólar, con lo cual sepultó el Plan Real de estabilidad que impuso a fines de 1993 el entonces ministro de Hacienda y hoy presidente, Fernando Henrique Cardoso.
Desde que en 1995 se formalizó el Mercado Común del Sur (Mercosur), varios expertos de Uruguay han advirtido sobre la gran dependencia de las exportaciones de este país hacia Brasil y Argentina, los gigantes del bloque entre los cuales se ubica geográficamente este país.
Desde el comienzo de la crisis los exportadores estuvieron expectantes.
El gobierno decidió compensar la pérdida de competitividad mejorando algunas condiciones del régimen de prefinanciación de exportaciones a través del Banco Central.
El mecanismo de la prefinanciación consiste en un crédito otorgado por un banco a un exportador para que éste pague sus insumos previo a la concreción de la venta al exterior.
El empresario no recibe ese dinero en dólares, que van al Banco Central, el cual compra 70 por ciento de esas divisas y transfiere los pesos al banco para el exportador.
El Banco Central retiene el 30 por ciento restante hasta el vencimiento del plazo del crédito.
Sin embargo, la autoridad monetaria paga el interés por el monto total de la operación y no sólo por el porcentaje retenido, por lo que aumenta el "incentivo" que recibe el exportador.
De ese modo, el crédito que recibe el banco privado queda con un interés neto muy pequeño.
El gobierno de Julio María Sanguinetti dispuso la extensión del plazo a 360 días del plazo de financiamiento de las exportaciones, por el que el Banco Central pagará una tasa de interés de 1,78 por ciento anual más el 30 por ciento de la tasa Libor a seis meses.
A esta medida se agregan otras en la misma dirección de respaldo a los exportadores, como algunas implementadas por el estatal Banco de la República en beneficio de aquellas empresas que no sean morosas con la institución.
El Ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca de Uruguay, Sergio Chiesa, dijo que los sectores que enfrentan los mayores problemas originados por la crisis brasileña son los lácteos y el arroz.
Pero para estos sectores, la crisis brasileña apenas significó unn empujón hacia el borde del abismo, ya que desde el año pasado experimenban una caída en los precios de su producción colocada en Brasil.
El sector lácteo, en especial la Cooperativa Nacional de Productores de Leche, redujo temporalmente su personal.
Fuentes del gobierno uruguayo se mostraron preocupadas por el reiterado fracaso de reunir la cumbre presidencial, un mecanismo impulsado por Uruguay desde el primer momento al que, diplomáticamente, se ha opuesto Brasil, que hoy ocupa la presidencia temporaria del bloque sudamericano.
El día 3, cuando Sanguinetti se reunió con el mandatario brasileño Fernando Henrique Cardoso, éste le dio la seguridad de una solución que, sin embargo, no ha llegado.
Por uno u otro camino, Brasila ha evitado hasta el momento una reunión entre Cardoso y el presidente argentino Carlos Menem, en cuyo entorno se ha generado "malestar" por esa situación "evidente", dijeron a IPS fuentes diplomáticas.
Sin embargo, esa reunión finalmente se concretará este viernes con la expectativa de que de la misma surja el primer paso hacia las soluciones.
El gobierno uruguayo espera que, al fin de la cita, Cardoso y Menem, el gobierno brasileño anuncie la flexibilización del régimen de financiamiento a las importaciones o la eliminación de subsidios a las exportaciones brasileñas.
El sistema —con un régimen de excepción para los países del Mercosur que vence el 28 de febrero—, tiene actualmente un plazo de 90 días y un tope máximo en la importación de 40.000 dólares.
Se espera que Brasil extienda el plazo porlo menos a 180 días y eleve el tope.
El ministro de Economía de Uruguay, Luis Mosca, consideró este aspecto "clave" para permitir un mejor acceso de los productos de su país al mercado brasileño. (FIN/IPS/rr/mj/if/99