VENEZUELA: Chávez anuncia una guerra con su llegada al poder

El martes "comenzará una guerra en Venezuela", anticipó hoy Hugo Chávez, quien asumirá la presidencia ese día, al reiterar su propósito de acelerar los cambios políticos y sociales mientras reconstruye una economía arruinada.

"El Estado está desintegrado y quebrado", señaló por su parte el ministro del Interior designado, Luis Miquilena, alertando "a quienes se hacen expectativas: los problemas no se resolverán de la noche a la mañana. Ni siquiera hay dinero para pagar a los empleados".

El despegue de la gestión de Chávez se anuncia sobre dos vías paralelas: la política, con cambios a gran velocidad y con las masas en la calle apoyando una asamblea constituyente, y la económica, de acompasada moderación e intensa búsqueda de recursos para enjugar el déficit fiscal.

Teniente coronel retirado -en 1992 encabezó una cruenta asonada- , Chávez apela al lenguaje castrense para mostrar la contundencia con la que se propone combatir la corrupción y la ineficacia en la guerra que convoca para enfrentar la miseria.

Cerca de 80 por ciento de venezolanos padece algún grado de pobreza, los servicios públicos esenciales, en déficit crónico, han colapsado, el desempleo abierto es de 12 por ciento y la mitad de quienes laboran lo hacen en el sector informal.

Chávez, una carismática figura de 44 años, es apoyado por una alianza de grupos de izquierda y antiguos militares golpistas, con la que promete refundar políticamente el país para instaurar una verdadera democracia, basada en el equilibrio social.

"Si es necesario cvonvertir el Palacio de Miraflores (sede del Gobierno) en un museo como medida extrema para conseguir fondos para que funcione una escuela, yo estoy dispuesto a cerrarlo y despachar desde cualquier oficiana", dijo Chávez este sábado para ejemplificar su decisión de reordenar el gasto.

Sus planificadores y economistas independientes coinciden en que ajustar el gasto es insuficiente ante un déficit estimado en nueve puntos del producto interno bruto (PIB), 9.000 millones de dólares, casi la mitad del presupuesto anual ordinario.

Nuevos tributos serán decretados casi de inmediato y se espera que Chávez los anuncie el martes: conversión del impuesto a las ventas al por mayor en un IVA abierto, un impuesto temporal a los débitos bancarios, posible alza en los precios de la gasolina y enérgica campaña contra la evasión tributaria.

Mientras lanza esas medidas que deben traducirse en alzas de precios y tarifas, Chávez acelerará la recomposición de fuerzas en el poder, mediante una asamblea constituyente cuya convocatoria cesaron de adversar los partidos rivales.

Durante la investidura de su padre, Hugo de los Reyes Chávez, como elegido gobernador de su estado natal de Barinas (llanuras del suroeste), el próximo presidente llamó de nuevo a sus compatriotas a seguirle en las campañas que se propone librar en la guerra contra la pobreza rural y urbana y la corrupción.

Para esa lucha reiteró Chávez que se apoyará en las Fuerzas Armadas, a las que convertirá en "punta de lanza del desarrollo social", con tareas de construcción de infraestructura, campañas de salud, ayuda en la educación e incluso labores de producción.

La suya ya es, con los nombramientos de ministros y otros funcionarios, la administración con mayor participación de militares -en primer lugar sus ex compañeros de rebelión- desde que cayó la última dictadura en 1958.

Calificado por Chávez como "voz política" del nuevo gabinete, el canciller designado José Vicente Rangel, en los años 70 candidato presidencial de izquierda, definió la dirección del país que asume el martes como "un gobierno cívico-militar".

Chávez insistió en que no será un presidente encerrado en su palacio e invitó a los gobernadores regionales a seguirle, para mostrar que, en medio de las dificultades y mientras impone los ajuestes, mantendrá un constante contacto con las comunidades.

La primera muestra del nuevo estilo de gobernar será el mítin que la tarde del martes, una vez que haya jurado su cargo ante el parlamento, Chávez presidirá en una gran avenida de Caracas, al que sus seguidores aspiran llevar más de un millón de personas.

De esa manera, Chávez no sólo lanzará con la constituyente reformas para "romper el espinazo" del esquema de poder en el que fueron protagonistas, desde 1958, los partidos tradicionales Acción Democrática y Copei, sino que las convertirá en batallas a las que acudirá acompañado del respaldo popular a su figura.

El mismo explicó a sus seguidores que, de acuerdo con los manuales castrenses que estudió por años, "el golpe inicial en toda guerra ofensiva debe ser contundente, de una fuerza tal que no permita el desvío o la absorción por el enemigo".

Si se cumplen sus anuncios, Venezuela verá desde el martes cómo una "guerra" sobre sus costumbres políticas acompaña la tradicional luna de miel entre un nuevo presidente y sus gobernados. (FIN/IPS/jz/eg/ ip la 99

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