MERCOSUR: Paraguay, Uruguay y la crisis, contra régimen automotor

Paraguay y Uruguay se resisten a aceptar en todos sus términos el régimen automotor del Mercado Común del Sur (Mercosur) propuesto por los dos mayores socios del bloque, Argentina y Brasil.

El plazo fijado para suscribir el convenio, que eleva a 35 por ciento el arancel común para la compra de automóviles fuera del área del Mercosur, debe entrar en vigor en el 2000 es el 14 de febrero.

Para antes de esa fecha están previstas reuniones entre los ministros de Economía de los países del bloque, a fines de este mes, y de los de Industria, en la primera semana de febrero.

Pero el intento frustrado del 28 de diciembre, cuando se debió postergar el encuentro programado en Río de Janeiro ante las diferencias planteadas por Paraguay y Uruguay al acuerdo argentino- brasileño, sugiere que los tiempos podrían extenderse.

El reemplazo a comienzos de enero de José Botafogo Gonçalves por Celso Lafer en el Ministerio de Industria de Brasil, al comenzar el nuevo periodo de gobierno de Fernando Henrique Cardoso, fue la excusa oficial para la suspensión de la reunión de Río.

Fuentes empresariales uruguayas indicaron a IPS que a los problemas ya existentes se agrega ahora un cambio de clima en la región, debido a la profundización de la crisis de Brasil, cuya moneda se depreció 19 por ciento al cierre de las operaciones de la semana pasada.

Esta nueva situación afectará el equilibrio comercial entre los socios del Mercosur, opinan varios expertos internacionales.

La rebelión de los empresarios parece extenderse a Argentina, donde ya se escuchan voces que piden una reunión urgente del bloque para analizar la situación brasileña, a la par de que se reclaman medidas proteccionistas para enfrentar una segura invasión de productos procedentes del socio mayor.

El sector automotor será uno de los más afectados por la depreciación del real, que mejora la competitividad de la producción brasileña y aumenta el precio en reales de las exportaciones a Brasil de los otros tres países miembros del Mercosur.

Los automóviles representan 25 por ciento del intercambio bilateral argentino-brasileño.

Los fabricantes argentinos de automóviles ya están tomando medidas para reducir la cantidad de unidades fabricadas, con el consiguiente impacto en materia de empleo.

Para ese sector es casi imposible hallar otro destino de exportación sin subvenciones, ya que en Brasil encuentra un mercado a la medida, con una balanza de intercambio acordada de antemano que algunos consideran un régimen de protección encubierto.

Por su parte, Uruguay vende al mercado brasileño cerca de 30 por ciento de su producción de vehículos y 50 por ciento se embarca hacia Argentina, lo cual también generó dudas sobre lo que ocurrirá con estas ventas en los próximos meses.

Si en tiempos de bonanza no se había podido alcanzar un convenio final, la tormenta que se desató la semana última en Brasil amenaza con agregar mayores dificultades a las negociaciones, pese al acuerdo que argentinos y brasileños alcanzaron en diciembre en Río de Janeiro.

Los dos gigantes del bloque tienen razones políticas y económicas para exigir un acuerdo con todos los miembros del Mercosur, porque los convenios bilaterales son más vulnerables, explicó Oscar Ramos, presidente de la Cámara de Industrias Automotrices de Uruguay.

Estos mercados ya soportaban desde el año pasado una severa retracción de sus ventas internas. Mientras en Brasil la comercialización de automóviles cayó 26 por ciento en 1998, respecto del año anterior, en Argentina la reducción superó 25 por ciento.

El esfuerzo exportador de automotores en Uruguay se canalizó este año hacia Argentina, donde colocó 11.360 automóviles entre enero y noviembre de 1998, mientras que a Brasil se enviaron 3.588 unidades. La caída de las ventas en esos dos mercados afectará sensiblemente las exportaciones uruguayas.

Para que Brasil se expanda a mercados regionales como la Comunidad Andina (Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela), la estrategia lógica y natural es que se plantee desde el Mercosur, sostuvo Ramos.

Brasilia y Buenos Aires pretenden conformar un gran polo exportador de vehículos y Uruguay debe definir una posición clara que comprometa a autoridades y operadores del sector. Esa definición se ha dilatado demasiado, dijo Ramos a IPS.

La agudización de la crisis brasileña exige reglas de juego claras y Uruguay debe cuidar de no afectar a su sector exportador, agregó.

"Entendemos que la subida del arancel en un cronograma de cinco años no va a inhibir la firma de un acuerdo, pero el problema es que todavía quedan puntos por definir en el propio frente interno, como la tributación de camiones y maquinarias agrícolas y el porcentaje de componentes extra bloque", agregó Ramos.

El acuerdo automotor alcanzado por Argentina y Brasil en diciembre establece un período de transición desde el 2000 al 2004 en el que habrá un flujo comercial y de inversiones "administrado".

En ese lapso ninguno de los cuatro países podrá aplicar incentivos fiscales para el sector, a excepción de los que aprueben los cuatro miembros del bloque.

El arancel común fue fijado en 35 por ciento para todos los vehículos adquiridos fuera de la región, con la excepción de tractores, cosechadoras y máquinas para obras viales, que tendrán un gravamen de 18 por ciento. Las autopartes pagarán 14, 16 o 18 por ciento.

Este es uno de los puntos clave en discordia, ya que Uruguay y Paraguay proponen aranceles inferiores para la importación de vehículos del resto del mundo, de 10 a 15 por ciento el primero y de 20 el segundo.

Ambos países son conscientes de que el arancel externo a 35 por ciento significará que su mercado nacional pasará a depender por completo de sus dos socios mayores.

La exigencia de que para reconocer el origen Mercosur de los vehículos deban tener 60 por ciento de componentes regionales también es inaceptable para los fabricantes uruguayos, que actualmente construyen con una proporción de elementos procedentes del bloque mucho menores al pactado por Argentina y Brasil.

Fuentes empresariales uruguayas aseguraron a IPS que en estos temas el gobierno no ha hecho nada y no puede "seguir tirando la pelota para adelante" en las negociaciones que se acercan.

Sostuvieron incluso que la definición de una postura concreta debe hacerse aún ante el riesgo de que el país quede al margen del tratado de Asunción, piedra angular del Mercosur.

Sin embargo, el ministro de Industria, Julio Herrera, minimizó esta posibilidad al calificarla de "cuestión más teórica que real".

Herrera recordó que "Uruguay integra el Mercosur a plenitud y no es deseable que no participe en alguno de sus aspectos".

Indicó también que el bloque ha significado para el país "la posibilidad de reconvertir su sector productivo, modernizar su sociedad e internacionalizar su economía".

"Muchas de las cosas positivas que nos suceden hoy son el resultado del esfuerzo de los uruguayos en un mercado ampliado con posibilidades mayores de las que ofrecía el mercado propio. Por lo tanto no soy partidario de no participar en ninguna política común que se establezca", dijo Herrera.

"Uruguay debe estar dentro del Mercosur con sus propios objetivos, exigiendo condiciones y requisitos que permitan conciliar las metas nacionales con las de la región", advirtió.

Ramos puso como ejemplo de las dificultades que han encontrado los fabricantes para plantear su posición la falta de contactos con el ministro de Economía, Luis Mosca, quien discutirá el tema con sus pares del bloque antes de fines de este mes.

Lo mismo ocurre en Paraguay, quizás con mayor profundidad, porque allí sólo hay una industria incipiente de autopartes y el sector tiene mucho menos incidencia en las políticas de exportaciones frente a la agricultura, señaló el empresario. (FIN/IPS/dm/dg-ff/if/99

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