Pakistán no cede ante las presiones de Estados Unidos para que colabore con la captura del millonario saudita y financista de actividades del fundamentalismo islámico Osama Bin Laden, que se encuentra en Afganistán.
El secretario (ministro) de Relaciones Exteriores Shamshad Ahmad Khan informó a la prensa de Islamabad que la posible expulsión de Bin Laden de Afganistán no era "un factor en las relaciones entre Pakistán y Estados Unidos".
Washingon asegura que Bin Laden ordenó los atentados contra sus embajadas en Kenia y Tanzania el 7 de agosto, a los que replicó con ataques aéreos a una fábrica farmacéutica en Sudán y a supuestos campos de entrenamiento de terroristas dirigidos por el magnate en Afganistán.
"Bin Laden no está en nuestro territorio. Está en Afganistán, y su extradición deberá ser tratado con ese país", expresó el sábado.
El mismo día, el ministro de Información de Pakistán, Mushahid Hussain, anunció que su país "no ejercerá ningún tipo de presión sobre Kabul para extraditar a Osama (Bin Laden) o entregarlo a Washington, ya que ello implicaría interferir en los asuntos internos de un país vecino y hermano".
Washington había pedido a Islamabad ayuda para rastrear el paradero de Bin Laden, acusado por un jurado de Nueva York de los atentados con explosivos contra las embajadas estadounidenses en Africa.
El Programa de Recompensas contra el Terrorismo de Estados Unidos asignó en noviembre cuatro millones de dólares para quien colabore en la captura, en un llamamiento mundial de ayuda.
El subsecretario de Estado estadounidense para Asia meridional, Karl Inderfurth, reiteró las preocupaciones de la Casa Blanca al primer ministro paquistaní Nawaz Sharif en Washington, el día 4.
"Pakistán es absolutamente consciente del impacto de Osama Bin Laden en la región, y le pedimos a Pakistán que colabore", afirmó Inderfurth luego de la reunión.
El gobierno paquistaní insiste en que sería inútil intentarlo. El Ministerio de Relaciones Exteriores declaró que "no se trata de falta de voluntad" sino de "la determinación y claridad" del gobierno fundamentalista de Afganistán, a cargo del movimiento Talibán, en la defensa de Bin Laden.
El hombre clave de Pakistán en Afganistán, el diplomático Oftikhar Murshid, sostuvo que "los talibán no tienen intención alguna de pasarle el caso Osama (Bin Laden) a nadie".
Según Murshid, el principal argumento de los talibán se basa en su "tradición de hospitalidad". Bin Laden es, según ellos, "un huésped contra el cual no existe ninguna prueba", explicó.
Además, el gobierno de Arabia Saudita, según Murshid, "certificó en octubre la inocencia de Bin Laden", por lo que "los talibanes sostienen que su posición es justificada".
Las expectativas de Estados Unidos se basan en la influencia que Pakistán ejerce sobre Talibán y en el respaldo que este país prestó en el pasado los esfuerzos "antiterroristas" de Washington.
Talibán, que hoy controla 90 por ciento del territorio de Afganistán incluida Kabul, fue fundada durante la ocupación soviética de este país (1979-1991) por hijos de exiliados que estudiaban en centros de enseñanza islámica en territorio pakistaní.
El propio Bin Laden fue un mujaid (combatiente en la Jihad, guerra santa) y es considerado un héroe de la resistencia contra la ocupación.
El gobierno de Pakistán arrestó y entregó a un sospechoso procedente de Sudán por su supuesta vinculado con los atentados de agosto. En otros casos, como en la extradición de 1995 de Ramzi Yusuf y en el caso de Aimal Kansi en 1997, también prestó su colaboración.
Pero algunos funcionarios del gobierno de Pakistán afirman en privado que Washington quizás esté tras la pista equivocada.
"Congelaron las cuentas bancarias en Estados Unidos y Europa vinculadas con la red de Bin Laden y arrestaron a los sospechosos. Pero todavía insisten en que él está activo", dijo un alto funcionario de Islamabad.
"Estados Unidos tiene la red de inteligencia más poderosa. ¿Cómo es posible que no puedan paralizar a un hombre que opera literalmente desde las cavernas?", preguntó.
Mientras, el gobierno de Sharif está decidido a apostar a lo seguro.
"Como estado moderado con vínculos con estados musulmanes y movimientos islámicos, no tendremos nada que ver en la cruzada anti-Osama (Bin Laden) de Washington", declaró el Ministerio de Relaciones Exteriores poco después de los atentados a las embajadas.
Pero eso no evitó que los misiles estadounidenses Tomahawk atravesaran espacio aéreo paquistaní para caer sobre blancos de Afganistán en agosto, pese a que 48 horas antes del ataque Islamabad insistía que las especulaciones sobre los ataques no eran otra cosa que "informaciones equivocadas".
Washington no oculta su "campaña anti-Osama". A comienzos de mes, la embajadora de Estados Unidos en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Nancy Soderberg, censuró a los talibán por ayudar a los "terroristas internacionales". "El terrorismo desde Afganistán se ha convertido en una plaga", agregó.
La Casa Blanca había abrigado esperanzas de ofrecer a los talibán el reconocimiento y los fondos para reconstrucción del país, asolado por la guerra civil, a cambio de Bin Laden.
Pero Bill Richardson, entonces representante permanente de Estados Unidos ante ONU, volvió en abril con las manos vacías de su misión a Kabul.
Desde el bombardeo a las embajadas, Washington se muestra duro.
Dos días antes del ataque aéreo sobre lo que denominó "reductos terroristas" en Sudán y Afganistán, la secretaria de Estado, Madeleine Albright, afirmó en una conferencia de prensa que "las actividades de Bin Laden van contra la gente civilizada del mundo y contra Estados Unidos"
Albright convirtió a la entrega de Bin Laden en una condición preliminar para el reconocimiento del régimen talibán por parte de Washington. "Si desean que se los reconozca, no deberían defender a ninguna persona considerada terrorista", afirmó.
"Osama (Bin Laden) vive en Afganistán desde los tiempos de la Jihad y, según la tradición afgana, es nuestro huésped. Nuestro deber es protegerlo", replicó el representante de los talibán en Islamabad, Maulvi Saeed Ur Rehman Haqqani.
Haqqani prometió el sábado que el régimen talibán presentará el caso de Bin Laden por por supuestos actos terroristas "a la Suprema Corte de Justicia de Afganistán, siempre y cuando se presenten pruebas suficientes".
El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó el día 8 la resolución 1.214, que instó a los talibán a "dejar de dar refugio y entrenamiento a los terroristas internacionales y a que todas las facciones afganas cooperen en las gestiones para llevar a los terroristas acusados ante la justicia".
El embajador de Pakistán en la ONU, Ahmad Kamal, tildó la resolución de "parcial" y advirtió que levantar voces de alarma ante amenazas imaginarias "era un pretexto para interferir en los asuntos internos" de su país.
Kamal aconsejó a la comunidad internacional a "ajustarse a las nuevas realidades de Afganistán, reconociendo a las autoridades de Kabul como gobierno de hecho y de derecho". (FIN/IPS/tra- en/nz/an/mv/mj/ip/98