La violencia impregna la campaña para las elecciones presidenciales y legislativas del próximo lunes en Guinea y amenaza la
Fuerzas de seguridad dieron muerte la semana pasada a dos opositores en Farannah, 300 kilómetros al sur de Conakry, la capital, y 20 personas resultaron gravemente heridas.
Los militantes de oposición se enfrentaban con seguidores del Partido por la Unidad y el Progreso (PUP), del presidente militar Lansana Conté, candidato en las elecciones, cuando se produjo la intervención de los guardias.
Ese incidente no fue un caso aislado, sino que también hubo disturbios en otras zonas, señaló a IPS Alhassan Sillah, un periodista de Conakry que cubre la campaña electoral
Un funcionario gubernamental fue linchado al principio de esta semana en una asamblea de la oposición, lo que obligó al gobierno a desplegar policía antimotines, ejército y gendarmería en la capital y en otros baluartes de sus adversarios.
El general Conté dió un golpe militar en 1984, luego de la muerte del dictador Ahmed Sekou Touré y de una lucha por el poder dentro del ejército.
Desde entonces, conduce al país con mano de hierro, castigando toda posible oposición. Una rebelión militar fue violentamente reprimida en 1996, y algunos altos oficiales fueron ejecutados y otros debieron exiliarse.
El coronel Gbago Zoumanigui, líder del motín, huyó a Liberia, donde se cree que organizó una fuerza rebelde para enfrentar a Conté.
El principal rival de Conté, Alpha Condé, de la Unión Popular Guineana (UPG), volvió a Conakry el martes, después de tres años en Francia y fue recibido por una multitud de seguidores.
La oposición acusó a Conté de emplear el ejército para desbaratar sus reuniones políticas. "Las tropas se instalan afuera para intimidarnos y frustrar nuestra campaña electoral, pero nos mantendremos firmes. Es hora de que el general Conté se vaya", sostuvo Sekouba Diaby, de la UPG.
Así mismo, el gobierno niega a sus adversarios el acceso a la radio y la televisión del Estado. Los informativistas de esos medios de comunicación cubren muy pocas actividades de la oposición.
Agentes del gobierno allanan los diarios que consideran favorables a la oposición. Las fuerzas de seguridad requisaron materiales de impresión, computadoras y otros equipos del diario L' Indépendent.
El gobierno se negó a autorizar la entrada al país de observadores electorales extranjeros, y los supervisores locales expresaron temor ante el riesgo de una escalada de la violencia.
Un representante de la Asociación Guineana para los Derechos Humanos advirtió que los partidos políticos entregan armas y dan entrenamiento militar a los activistas.
"Todos los partidos se preparan para una batalla. Estamos seguros de que veremos combates en los próximos días", declaró la fuente, que prefirió mantenerse en el anonimato.
La campaña política se reduce a una lucha entre etnias. Conté pertenece a la minoría susu, que se concentra en la capital, y su partido, el PUP, es conocido con el nombre de esa comunidad.
Las dos mayores tribus de Guinea son los madinke y los foullahs. Estos últimos se concentran sobre todo en el Partido por la Renovación y el Progreso, de Siradiou Diallo, y en la Unión por la Nueva República, de Ba Mamamdou, y en otros grupos políticos minoritarios.
La mayoría de los madinke apoyan a la UPG, de Alpha Condé, y están integrados en la Coordinadora de la Coalición Democrática, cuyo portavoz es Jean-Marie Doré.
La oposición exige la creación de una comisión electoral independiente y la presencia de observadores de los comicios, pero hasta ahora no ha logrado su propósito.
El gobierno rechazó los reclamos de la oposición, incluyendo el pedido de informes sobre más de 50 detenidos políticos. Los comentaristas creen que Conté prepara el fraude electoral y señalan que la división de los opositores favorece al gobierno.
Las fuerzas del coronel rebelde Zoumanigui, respaldadas por soldados leales a la derrocada junta militar de Sierra Leona, lanzaron ataques en territorio de Guinea en los últimos meses.
Los insurgentes amenazaron también con acciones armadas en la jornada electoral, para impedir la votación, pero el gobierno desestimó sus advertencias. (FIN/IPS/llf/mn/ceb-ff/ip/98