Inundaciones, huracanes y otros desastres naturales dañaron seriamente o destruyeron este año decenas de miles de escuelas y otros centros de educación de Asia, Africa y América Central.
El Fondo de la Organización de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) afirmó que sólo en China, 48.766 escuelas fueron afectadas o destruidas por las peores inundaciones en 40 años. Los daños, calculados en unos 1.300 millones de dólares, dejaron a más de nueve millones de niños sin centro de estudios.
La temporada de los monzones en Bangladesh, que este año duró tres veces más de lo normal, afectó severamente a cerca de 14.000 escuelas. Las lluvias torrenciales en Somalia, desde octubre de 1997 a enero de 1998, dañaron o destrozaron al menos 100 edificios escolares en el Valle del Juba.
En República Dominicana, 1.419 escuelas fueron azotadas por el huracán Georges en septiembre. La devastación causada por el huracán Mitch en los centros de enseñanza de Honduras y Nicaragua todavía está siendo evaluada.
"1998 pasará a la historia como un año en que la naturaleza cerró las puertas de las escuelas a millones de niños", comentó esta semana la directora ejecutiva de Unicef, Carol Bellamy. "Se espera que 1999 sea un año de solidaridad mundial sin precedentes para devolver la educación a esos niños", agregó.
Bellamy también informó haber pedido a varias oficinas locales de Unicef que calculen el efecto sobre la educación de los desastres naturales inusualmente severos de este año.
"A medida que se hacen más frecuentes e intensos los trastornos de la naturaleza, se vuelve acuciante la necesidad de crear fondos especiales de contingencia, para proteger la educación de catástrofes", explicó.
"El mayor riesgo de que un niño no complete su educación está dado por un período extenso sin escuela. Esa interrupción refuerza las presiones para la definitiva deserción" de alumnos, advirtió.
China y Bangladesh son dos de los países más afectados. "Hay una terrible sinergia en esto, porque Bangladesh ya enfrentaba enormes desafíos educativos. Sólo 14 por ciento de las niñas de ese país asisten a cursos secundarios. La destrucción de escuelas multiplica los efectos de una situación que ya era desesperada", señaló Bellamy.
Aún no hay datos disponibles sobre daños en algunos de los países azotados por huracanes en América Central, pero Bellamy, que visitó hace poco Honduras y Nicaragua, afirmó que la reconstrucción de la infraestructura educativa debe ser prioridad de la región.
Unicef proporciona asesoramiento y ayuda en los países afectados, particularmente en el área de servicios psicosociales, a los niños que perdieron su hogar y sufrieron trastornos como consecuencia de los desastres naturales de este año.
Esta agencia de la Organización de las Naciones Unidas, con sede en Nueva York, apeló a los donantes e instituciones financieras internacionales para que contribuyan al esfuerzo de reconstrucción de esos países.
Bellamy elogió la decisión del Banco Mundial de otorgar un crédito de 200 millones de dólares a Bangladesh para contribuir a una recuperación rápida y de emergencia tras las inundaciones.
El informe "Estado Mundial de la Infancia 1999", publicado por Unicef la semana pasada, señala que la destrucción de escuelas es una carga adicional sobre un sistema mundial que ya enfrentaba serios problemas para garantizar el derecho de las niñas y los niños a la educación básica.
El estudio estima que casi mil millones de personas (un sexto de la población mundial) son "analfabetos funcionales", incapaces de escribir su nombre, llenar un simple formulario de solicitud, leer un libro u operar una computadora.
Unicef afirma que a 130 millones de niñas y niños del mundo en desarrollo (en una relación de casi dos niñas por cada niño) se les niega el derecho a la educación. Según el estudio, ese hecho se debe en parte a las crisis de endeudamiento, que detuvieron abruptamente el progreso de los sistemas educativos.
Agobiados por el pago de sus deudas y el descenso de precios de los bienes que producen, la mayoría de los países del Sur redujeron drásticamente sus gastos, incluyendo los de educación.
Unicef señala que los países más pobres del mundo cargan con una deuda externa de 2,2 billones de dólares, y que por lo tanto, la inversión en programas de educación les resulta muy difícil.
El endeudamiento es un factor de crisis, para los países pobres y para sus habitantes, que luchan día a día por alimentar a sus familias, proporcionarles la asistencia médica indispensable o mandar a los niños a la escuela.
Unicef ha reclamado el alivio del endeudamiento y el aumento de la asistencia a los países que luchan por la supervivencia económica.
"Para que todos los niños reciban educación, el mundo debería invertir un promedio de 7.000 millones de dólares anuales más durante los próximos 10 años. Esto es menos de lo que se gasta anualmente en cosméticos en Estados Unidos, o en helados en Europa", observó Unicef. (FIN/IPS/tra-en/td/mk/mv/mp-ff/98