Los inversionistas internacionales han perdido parte del miedo al presidente electo de Venezuela, Hugo Chávez, pero todavía esperan con cautela su programa para combinar una economia sana con justicia social.
Las primeras reacciones en Estados Unidos son positivas, tras los anuncios de Chávez -elegido el domingo por una aplastante mayoría- de que su programa económico contempla garantías a la inversión y una solución pactada a la crisis de la deuda externa.
"Existe un gran alivio desde la elección de Chávez, porque no se ha lanzado en una guerra de clases y se ha mostrado conciliatorio," comentó el vicepresidente ejecutivo de la Cámara Venezolano- Americana de Comercio, Antonio Herrera Vaillant.
"Nadie entre los empresarios le está dando un cheque en blanco, pero nadie se ha escapado tampoco por la puerta de emergencia", agregó.
Chávez, un ex teniente coronel de 44 años que encabezó un golpe de Estado fallido en 1992, obtuvo mas de 56 por ciento de los votos en los comicios presidenciales del domingo último, al frente de una amplia coalición de centro-izquierda.
Su campaña electoral se centró en la promesa de cambios radicales del sistema político bipartidista que ha regido a Venezuela desde 1958, que a su juicio es la causa principal de la profunda crisis social que vive el país desde hace una década.
Los observadores políticos de la capital norteamericana se muestran confusos frente al curso que pueda tomar un gobierno comprometido, en las palabras de su líder, a caminar por una "tercera vía" entre capitalismo y socialismo.
"No puedo imaginar que los líderes políticos del hemisferio no estén ahora observando este proceso y lucubrando qué significa para la continuación de las reformas (económicas) emprendidas en el modelo neoliberal", dijo el ex embajador de Estados Unidos en Colombia, Charle Gillespie, a un diario de Miami.
Por su parte, el ex presidente Jimmy Carter, quien asistió a los comicios como observador internacional, estimó que el continente presenciará revoluciones en el futuro "si las necesidades de los pobres no son reconocidas, si no hay una distribución más equitativa de la riqueza".
"Mi esperanza es que las revoluciones puedan ser como la de esta semana en Venezuela, de una naturaleza pacífica", agregó Carter, quien gobernó Estados Unidos entre 1976 y 1980, y se ha dedicado desde entonces a promover la democracia y los derechos humanos en el mundo.
Los oponentes políticos de Chávez difundieron durante la campaña la imagen de un desaforado militar golpista con una mezcla de tendencias marxistas y fascistas entre sus filas.
Tal imagen se vio reforzada por los anuncios del ahora presidente electo de que disolvería el Congreso y llamaría a una asamblea constituyente, que suspendería el pago de la deuda externa, revisaría el programa de privatizaciones y decretaría aumentos de salarios.
Para quienes esperaban una retahila de diatribas, el discurso conciliatorio de Chávez desde el domingo ha producido el efecto contrario, al punto de que los bonos internacionales de empresas venezolanas experimentaron alzas record en los últimos días y hubo un repunte de la moneda nacional, el bolívar.
Chávez aumentó la sensación de tranquilidad al nombrar como ministro de Defensa a Raúl Salazar, un prestigioso general hasta ahora en la embajada de Venezuela en Washington, eliminando así rumores de una purga en las filas militares.
"Hay muchas señales positivas", comentó Juan Pablo Chávez, economista de la empresa IDEA Inc en Nueva York, quien no tiene relación alguna con el presidente electo.
Entre esas señales, el economista destacó la velocidad con la que los resultados electorales fueron reconocidos por los militares, el gobierno del presidente Rafael Caldera, los empresarios y el contendiente principal, el empresario de centro-derecha Henrique Salas Romer.
"Necesitamos inversión extranjera", ha repetido desde su triunfo el presidente electo, y pidió a los inversionistas venezolanos que regresen al país los fondos que trasladaron al extranjero en previsión de su triunfo.
Pero según analistas en Washington, aún pasarán algunos meses antes que atiendan el llamamiento tanto los inversionistas locales como firmas extranjeras tales como Exxon, Mobil y Shell.
Los inversionistas tambien esperan con ansiedad el nombramiento del gabinete. En Washington circula el nombre de Ricardo Hausmann, economista jefe del Banco Interamericano de Desarrollo, quien sin embargo se ha mantenido en silencio.
Hugo Chávez prometió aumentar el salario mínimo, perseguir la evasión impositiva, aumentar los impuestos de consumo, reducir el número de ministerios y contener el déficit fiscal, que ahora alcanza a nueve por ciento.
El Gobierno aliente acordó recortes del gasto fiscal y aumentos de impuestos en un acuerdo firmado en 1996 con el Fondo Monetario Internacional (FMI), a cambio de créditos puente por 1,400 millones de dólares.
Una fuente del FMI consultada por IPS dijo no esperar dificultades en sus realciones con Chávez, con quien ya han sostenido contactos desde octubre, cuando una misión del Fondo visitó Caracas.
Los analistas norteamericanos estimaron positivo el anuncio de reducción del déficit, pero notaron que el objetivo será difícil de cumplir en medio de una crisis de los precios del petróleo, cuyas exportaciones representan 75 por ciento de los ingresos de Venezuela en moneda extranjera.
Sometido a los cambios del mercado del crudo, el deficit fiscal de Venezuela en 1999 podría fluctuar entre seis y 11,5 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), según las fuentes.
Los analistas anticipan una contracción de cinco por ciento del PIB venezolano en 1999, contra 2,5 en 1998 y 1,5 en 1997.
La deuda externa venezolana alcanza a 27 mil millones de dólares, de los cuales 22 mil millones corresponden a compromisos del sector público con bancos privados en instituciones multilaterales.
El banco Mundial estima que la deuda representó 45,7 por ciento del PIB en 1997, en tanto que 34 por ciento de los ingresos por exportaciones se destinan al servicio de la deuda. (END/IPS/tra- esp/aa/mk/ak/98