R.D. CONGO: La vida cotidiana bajo mando rebelde

Sólo había un vehículo en la pista de aterrizaje para transportar a los pasajeros a la ciudad, y si llevaba a los soldados, no quedaría sitio para los periodistas llegados de Gomá para verificar que Buta, en la República Democrática de Congo (RDC), seguía en manos de los insurgentes.

El comandante rebelde Jean-Pierre Ondekane estaba contrariado, pero permaneció impasible. Eran las últimas horas de la tarde y su programa original había sido desbaratado por demoras y cambios de planes.

Con menos de una hora de luz natural por delante, la tripulación del vuelo ruso parecía nerviosa. Ondekane decidió cortar por lo sano. "Yo me quedo, los periodistas pueden ir", dijo.

Los periodistas fueron la semana última a Buta para conocer directamente la vida bajo el mando de la insurgente Asamblea Congoleña por la Democracia en esa localidad, situada más de 300 kilómetros al norte de Kisangani, la principal ciudad del oriente de la RDC, y a menos de 200 de la frontera con la República Centroafricana.

Buta posee poca importancia estratégica a simple vista, tanto para los rebeldes como para el gobierno de Laurent Kabila, que se enfrentan ahora por el control de los yacimientos de diamantes de Kasai y de las minas de cobre de Katanga, en el sur.

Pero el frente meridional permanece en gran medida inaccesible, mientras que los reductos norteños de la Asamblea Congoleña por la Democracia están a sólo 90 minutos por aire de la capital rebelde, Gomá.

Asimismo, la radio estatal aseguró el 24 de octubre que las fuerzas gubernamentales habían reconquistado Buta menos de tres semanas después de perderla ante los rebeldes, y esa versión fue recogida por la prensa internacional.

La Asamblea Congoleña por la Democracia, que el 2 de agosto se levantó en armas contra el gobierno de Kabila, ha afirmado que ninguna ciudad tomada por sus fuerzas será recuperada por el ejército regular, y quería demostrar que ese principio se cumple en Buta.

Por eso, y para poner en evidencia la falsedad de la información del gobierno, organizó la visita de representantes de prensa a Kalemie y Bukavu, en la región oriental, y luego a Buta.

La prueba fue fácilmente proporcionada. Había más de 200 milicianos rebeldes en la pista de aterrizaje de Buta listos para dar la bienvenida al comandante Ondekane.

Luego de dar inicio al canto y al baile, Ondekane exhortó a sus hombres a librar una guerra limpia, a la vez que desestimaba una eventual contraofensiva de Kabila.

Ondekane declaró en agosto que sus fuerzas podrían llegar a Kinshasa a fines de mes. Pero ahora, los pronósticos son más cautos. Los líderes rebeldes se limitan a responder "nuestras fuerzas están avanzando", al ser interrogados sobre el combate por los yacimientos de diamantes.

"Enfrentamos muchos obstáculos", admitió Ondekane en Buta. "No tanto por lo que puede hacer el enemigo, sino debido a accidentes naturales, como los ríos que debemos atravesar, las condiciones del terreno, y el hecho de que debemos sortear a pie esos escollos".

La Asamblea Congoleña por la Democracia proyectó en agosto un rápido avance hacia el oeste, que suponía la captura de Bumba y Mbhandaka, para atacar luego Kinshasa, la capital, desde el noreste.

Pero el gobierno todavía controla la mayor parte de Equateur, la provincia natal de Ondekane y mantiene tropas en Bumba, 200 kilómetros al oeste de Buta.

Los rebeldes tomaron Buta casi sin disparar un tiro y la localidad permanece en calma desde entonces. Los habitantes del lugar estaban más perplejos que preocupados ante los informes de que el ejército había recuperado esa plaza, aunque tampoco manifestaron entusiasmo por el bando rebelde.

"La liberación está bien, sólo nos gustaría saber qué significa", argumentó Nkoy Pongo, un estudiante. "Cuando Kabila vino aquí por primera vez había grandes esperanzas de que las cosas cambiaran realmente. Pero ahora no sabemos. No conocemos a esta gente".

Buta fue construida por los colonialistas belgas sobre un monte. Hay una conexión ferroviaria a Isiro al este y a Bumba al oeste, mientras que la principal vía hacia el sur tiene como destino final Kisangani.

Con su mezcla de chozas de techo de paja y grandes residencias abandonadas hace ya tiempo, Buta ha vivido gracias al comercio y los diamantes, operando principalmente como un satélite de Kisangani.

Las principales quejas respecto de la rebelión son la inflación y el aislamiento. Kisangani está en zona prohibida y hay grave escasez de sal, jabón y azúcar, y el precio de los artículos básicos se quintuplicó en las últimas semanas.

"Esto es difícil de sobrellevar y las cosas se pondrán peor", predijo Nkoy Pongo. "Estamos agotando las existencias de alimentos y no nos envían más. Muy pronto habrá una crisis".

"Hemos sido abandonados. A nadie le importó nada lo que nos sucedía con el gobierno de Mobutu (Sese Seko, el ex presidente) y ahora es lo mismo", lamentó Pala Ndoba, un residente de cuarenta y tantos años. "Mobutu nunca construyó nada aquí, y Kabila tampoco".

Los milicianos, principalmente los adolescentes "kadogos", que parecen constituir la principal fuerza combatiente de la Asamblea Congoleña por la Democracia, estaban discretamente apostados en la localidad.

Había pocas señales de tensión visibles, pero un hombre se quejó: "Roban, lo hacen en secreto, pero se llevan nuestras pertenencias".

Una mujer que se rehusó a dar su nombre mencionó con enojo a los "extranjeros" que ocupan la ciudad. "Es obvio a quién me refiero, ruandeses y ugandeses. No sabemos qué buscan aquí, y nadie se ha molestado en explicar de qué se trata todo esto".

La rebelión estalló cuando Kabila dispuso la salida del país de las tropas e instructores militares ruandeses que lo ayudaron a derrocar al ya fallecido Mobutu en mayo de 1997. (FIN/IPS/tra- en/cs/mn/mv-ff/ip/98

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