La cumbre en esta capital entre el primer ministro de China, Jiang Zemin, y su par de Japón, Keizo Obuchi, no superó las diferencias que persisten entre ambas potencias por la invasión japonesa a territorio chino durante la segunda guerra mundial.
La visita de seis días de Jiang concluyó el jueves y fue la primera vez que un jefe de Estado chino viajó a Tokio tras la guerra. La misma hizo más evidentes que nunca las razones que impiden a los dos países de Asia convertirse en aliados a medio siglo tras el conflicto mundial.
Las diferencias entre funcionarios japoneses y chinos sobre la redacción de una declaración conjunta referida a la época de la guerra provocó el retraso de la misma el jueves.
"La historia eclipsa a la cumbre", señalaba este viernes el titular del Asahi Evening News. "Resulta difícil decir que la cumbre dejó atrás el problema de la historia entre los dos países y encaminó sus relaciones bilaterales hacia el futuro", opinó el diario.
El conservador Yomuiri Shimbun, el principal diario japonés, se refirió a una "desavenencia" entre Tokio y Beijing por la tensión creada por la declaración conjunta.
El documento se publicó pero sin la firma de los dos líderes, en contraste con el comunicado firmado en octubre por Obuchi y el presidente sudcoreano Kim Dae Jung.
Mientras China pretendía incluir en la declaración una excusa explícita de Japón por su agresión durante la guerra al norte de China, entonces llamada Manchuria, el gobierno japonés se opuso.
Esta situación sólo ilustra las diferencias fundamentales de opinión entre Japón y China, según analistas.
"Es bastante sencillo. El gobierno japonés considera que el pasado con China está arreglado. Pero para China, la correcta representación del pasado está basada en el futuro", aseguró Jun Takagi, abogado que se dedica a conseguir indemnización para víctimas de la guerra en Asia.
Al final, la declaración reiteró la "profunda compunción" japonesa por causar "graves sufrimiento y daños al pueblo de China" cuando invadió Manchuria hace 60 años.
Obuchi ya había ofrecido a Jiang una disculpa verbal, pero la delegación china vino a Tokio esperando encontrar una disculpa escrita, oficial e inequívoca de parte de Japón.
Así que cuando Obuchi y Jiang brindaron por "el desarrollo de largas relaciones de amistad" entre los dos países, en una cena ofrecida por el emperador Akihito la noche del jueves, expertos de ambas partes opinaron que hará falta más tiempo para convertir ese deseo en realidad.
Aunque varios primeros ministros y funcionarios japoneses expresaron sus excusas por la invasión de países vecinos décadas atrás, los destinatarios de las mismas no las consideraron sinceras.
Tampoco ayudaron a mejorar la situación declaraciones periódicas de Tokio que defienden las antiguas agresiones japonesas, las masacres o el uso del ejército imperial de mujeres asiáticas como esclavas sexuales.
Obuchi dijo a Jiang que aunque se siente profundamente arrepentido por el pasado de Japón, Tokio se había disculpado oficialmente ante China cuando el ex primer ministro Tomiichi Murayama, líder del Partido Socialista japonés, visitó Beijing en 1995.
Las opiniones de Jiang sobre el tema quedaron claras. El jueves pasó la mayor parte de su tiempo en público explicando por qué Japón necesita disculparse ante China. "No apruebo la opinión de que el problema histórico ya se discutió con suficiencia", declaró Jiang.
Takagi observó que gran parte de las idas y venidas del gobierno japonés sobre sus antecedentes en la guerra tienen que ver con que el conservador Partido Liberal Democrático (PLD) esté en el poder.
Muchos de los integrantes más antiguos del partido se rehúsan a ofrecer una clara disculpa a China, y más aun a pagar indemnización.
El PLD siempre sostuvo que Japón expió sus pecados pasados cuando indemnizó a China y otras naciones asiáticas.
Para China, una cuestión que necesita aclararse es la masacre de Nanjing, cuando fuerzas japonesas invadieron territorio chino en 1937 y realizaron terribles experimentos con civiles para desarrollar armas químicas.
Miembros del PLD aseguran que el incidente, que China asegura provocó la muerte de 300.000 civiles, se ha exagerado. No existen documentos oficiales sobre la tragedia que sigue siendo un obstáculo para las relaciones bilaterales.
En parte, sostienen analistas, por esa razón Jiang pretendía una disculpa por escrito esta vez, y también la causa por la que el PLD no cedió, a pesar de la presión china.
No obstante, Jiang volvió a Beijing con un préstamo de 3.200 millones de dólares de Japón, destinado a combatir la contaminación y desarrollar el transporte, la energía y la agricultura.
China es el mayor receptor de ayuda externa japonesa. Este tratamiento preferencial no responde sólo a las grandes necesidades de China, sino que prueba que Beijing sabe cómo utilizar a su provecho el remordimiento japonés por la guerra. (FIN/IPS/tra-en/sk/js/aq/ip/98