COLOMBIA: Editoriales resisten embate fiscal con erotismo y magia

Con literatura erótica, testimonio, y algo de magia y autoayuda, las editoriales y librerías de Colombia preparan su ofensiva de ventas de fin de año en medio de anuncios gubernamentales sobre gravámenes a la producción de libros e impresos.

A ritmo tan febril como el de las rotativas de las que salen los textos que esperan convertir en éxito de ventas, papeleros, editores e impresores mueven sus hilos para mantener condiciones preferenciales y sostener la competitividad en el mercado latinoamericano, en el que ocupan el tercer lugar, tras México y Argentina.

El proyecto original de reforma fiscal presentado al parlamento por el ministro de Hacienda, Juan Camilo Restrepo, incluyó a la producción editorial en una lista de nuevos gravámenes, con lo que los bandos a favor y en contra se definieron inmediatamente.

El flanco de los atacantes lo encabeza poeta y columnista María Mercedes Carranza, quien califica de "libricidas" a los ponentes del proyecto y denuncia preferencias del gobierno a favor de otros sectores como los cerveceros y los grupos financieros en detrimento del sector educativo y cultural.

La propuesta de ajuste fiscal deja a la cerveza con un impuesto del ocho por ciento, dos puntos menos del proyectado para el libro, según Carranza. "Habrá que entender que hoy para ambos poderes (Ejecutivo y Legislativo) es más importante que los colombianos se emborrachen a que lean, investiguen, escriban y estudien?", se interrogó.

Rafael Amador, representante a la Cámara de Diputados, dijo a IPS que ante el anuncio gubernamental de la prioridad que se dará al sector educativo, gravar el libro indica que "esta reforma no obedece a los criterios que dice defender".

El gobierno argumenta que conviene ponerle al libro y revistas culturales un Impuesto al Valor Agregado (IVA) preferencial del 10 por ciento para que puedan descontar la cadena productiva de las materias primas, indicó Amador.

Aparentemente, algunos empresarios de la cadena se inclinan por esta alternativa porque, en última instancia, sería el comprador el que acabaría pagando el mayor costo.

"Uno siempre es el paganini y cuando de libros se trata, mucho más. Por eso prosperan los piratas", dijo Mariela, madre de una adolescente a la que le pidieron en un colegio privado de Bogotá la novela romántica colombiana de Jorge Isacs, que cuesta unos 10 dólares.

"Compre en el sótano de la (librería) Lerner", le recomienda Jaime, un visitante habitual de librerias del centro de la capital que dice: "Por aquí todavía se encuentran rebajas y libreros que dejan ojear y hojear los libros por capítulos sin cobrar IVA".

A la tradicional antesala en el parlamento, los editores suman su ofensiva de fin de año con nuevos títulos para todos los gustos.

Algunos creen que por ese lado la circulación de sus primicias está asegurada. Es el caso de Editorial Planeta, que lanzará próximamente "Hágase su voluntad", una novela testimonio del escritor Germán Castro, el autor nacional más vendido después de Gabriel García Márquez.

La obra transcurre en medio de la lucha de un grupo indígena de la Amazonia por sobrevivir a las agresiones del Instituto Lingüístico de Verano y las grandes petroleras. El hilo narrativo es la historia de un obispo vasco, misionero, que muere a punta de lanza junto a una monja.

También con buenos augurios de venta y una sugestiva promoción en la que se indaga si "es usted buen amante?", la editorial Alfagura apostó a la más reciente obra de Héctor Aba: "Fragmentos de amor furtivo".

El autor que ganó adeptos con una serie de textos breves de singular encanto bajo el título "Tratado de culinaria para mujeres tristes", aborda en su nueva obra la relación de Susana – una Doña Juana- y su amante Rodrigo, a quien engolosina y atormenta con relatos de sus anteriores amoríos.

Esta parece la obra adecuada para atrapar lectores en un país en el que, según una encuesta de la Cámara de la Industria Editorial, el lugar preferido para leer es la cama, donde transcurre buena parte de la novela de Abad, historiador y traductor del italiano de Gesualdo Bufalino y Umberto Eco.

Precedida de una intensa puja por obtener los derechos de edición, Editorial Norma ofrece para fin de año "La bien amada", de Laura Restrepo, una novela que recrea la vida de una prostituta que con sus artes y carácter logra detentar gran poder en un pueblo petrolero.

Restrepo, autora también de "La isla de la pasión", "Leopardos al sol" y "Dulce Compañía", esta última traducida a siete idiomas, es la escritora colombiana más reconocida internacionalmente.

También saldrá la obra del irlandés radicado en Colombia Joe Broderick "La cruz y la metralla", sobre la vida del sacerdote español Manuel Pérez, comandante del guerrillero Ejército de Liberación Nacional (ELN), que murió de hepatitis en 1997.

Broderick ganó reconocimiento hace dos décadas con otra obra del mismo corte, "Camilo el cura guerrillero", acerca del intelectual y sacerdote Camilo Torres Restrepo, quien colgó los hábitos y se unió al ELN, en cuyas filas murió combatiendo.

Al bajo índice de lectura -1,5 libros por año, frente a 10 en los países industrializados-, autores, editores y libreros contraponen su variada oferta de nuevos títulos y refuerzan la promoción de otros, locales y extranjeros, que llevan algún tiempo en las vitrinas.

La competencia no es fácil. En la franja de la llamada literatura joven, sin el peso apabullante que en generaciones anteriores dejó "Cien años de soledad" y las primeras obras de García Márquez, el rasgo sobresaliente es la novela urbana.

Entre los mejor tratados por la crítica están "las ventanas y las voces", de Juan Carlos Botero, "Scorpio City", de Mario Mendoza, y "Perder es cuestión de método", novela negra de Santiago Gamboa que lleva dos años con buen registro de ventas.

Y sin punto de comparación, por el género, el primer lugar de ventas durante 1998 se lo llevó la obra naturista "Frutoterapia", de Albert Ronald Morales, catálogo de las virtudes curativas de las frutas.

La obra, voceada por los vendedores ambulantes del centro de Bogotá al lado de manuales sobre el nuevo régimen de pensiones, es también la más afectada por la piratería editorial, junto con "Etica para amador", del español Fernando Sabater.

La duplicación clandestina de libros en Colombia es una práctica tan generalizada que la industria editorial estima que en 1997 perdió 10 millones de dólares por este concepto.

En cuanto a autores extranjeros, el portugués José Saramago ocupa los primeros lugares. La obtención del promio Nobel hizo que sus ventas en Colombia se quintuplicaran.

Pero no es la literatura de abolengo la que más solicitan los compradores de libros en este país, que tradicionalmente se ufana de ser una tierra de poetas.

Durante el segundo semestre de este año, el brasilero Paulo Coelho arrasó, dentro de la franja de autoayuda, magia y esoterismo. De "El alquimista" los libreros reportaron 63.000 ejemplares vendidos, cifra que podría ser superada por "Brida", su obra más reciente.

Por las ventas y la percepción de los libreros bogotanos se sabe que entre los temas de actualidad, la guerra sobrepasa en preferencias al "narcoescándalo" que estigmatizó al gobierno del liberal Ernesto Samper (1994-98).

Tal vez por eso "La crisis", una documentada obra sobre el anterior cuatrienio, del periodista Luis Cañón, ha sido desplazada por "Colombia: guerra de fin de siglo", del experto Alfredo Rangel, con un enfoque múltiple sobre el conflicto guerrilla- establecimiento.

En Colombia no existe un organismo que certifique la circulación de libros y las listas de "los más vendidos" obedece a encuestas informales con libreros y grandes distribuidores, por lo que no siempre la selección es rigurosa.

Pero lo que se sabe con certeza es que ya el libro es un producto de lujo en un país donde el salario mínimo no llega a los 150 dólares mensuales y que seguramente se volverá menos accesible con las reformas anunciadas.

Con la reforma fiscal, que se aprobaría antes del 16 de diciembre, terminan 20 años de vigencia de la Ley del libro que eliminó el impuesto de renta para las editoriales, fortaleció las ventas externas de impresos y colocó al sector entre los 10 primeros de las llamadas nuevas exportaciones. (FIN/IPS/mig/ag/cr/98

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