El Ministerio de Cultura de Brasil decidió buscar mecanismos para aumentar la participación del cine nacional en el mercado interno, dominado en 95 por ciento por películas importadas.
Una primera idea del ministro Francisco Weffort fue descartada, por la oposición de distribuidores y de cineastas. Se trataba de elevar una tasa de registro actualmente limitada a 1.025 reales (855 dólares) por cada producto audiovisual extranjero exhibido en el país.
El objetivo de la iniciativa, según el ministro, sería encarecer la importación de "basura internacional". Es decir, de películas sin calidad que los exportadores imponen en paquetes de complemento a la compra de alguna obra de éxito comercial comprobado.
El incremento de la tasa de registro a partir de una cierta cantidad de películas importadas por cada distribuidor restaría interés en obras extranjeras de poco valor, ampliando las posibilidades de exhibición de las películas brasileñas.
Como argumento contra esa importación forzada, el Ministerio destacó que por lo menos 100 películas exhibidas el año pasado tuvieron menos de 10.000 espectadores y sólo dos de ellas eran nacionales.
La propuesta de Weffort provocó fuerte polémica en los medios cinematográficos. Los críticos recordaron fracasadas experiencias anteriores de protección del mercado nacional.
Las más afectadas por la medida serían las "películas artísticas", que en general no atraen un público masivo, advirtió Jorge Pelegrino, presidente del Sindicato de Distribuidores Brasileños.
Además "no hay importación excesiva", sino que sólo se compran al año unas 250 películas extranjeras, una cantidad que el mercado puede absorber, observó Pelegrino.
Weffort decidió congelar su propuesta y buscar otros mecanismos de ampliación del mercado para las producciones nacionales, al cuestionarse la interpretación oficial de los datos de taquilla.
Los distribuidores aseguraron que sólo 54 películas importadas tuvieron menos de 10.000 espectadores en 1997.
El Ministerio de Cultura contó equivocadamente el doble de filmes en esa lista, al incluir los que fueron exhibidos en festivales, y tampoco tuvo en cuenta la taquilla lograda en 1996 por películas que en 1997 entraron en su segundo año de exhibición, argumentaron las empresas de distribución.
De todas formas, las autoridades tratan de definir, en diálogo con los distintos sectores de la actividad, medidas a favor del cine brasileño.
La meta es incrementar la participacin en el mercado de obras nacionales de cinco por ciento en la actualidad a 20 por ciento en el 2000.
La producción de películas brasileñas, que prácticamente desapareció en los primeros años 90, se recuperó en los últimos cuatro años y sigue en crecimiento. Estímulos fiscales y una Ley del Audiovisual favorecieron la captación de recursos privados en el mercado de acciones para la realización de más de 60 filmes.
De enero a julio de este año se rodaron más de 30 películas, cuyo estreno comercial empieza a ser más frecuente.
Pero los productores se quejan de dificultades en la distribución y exhibición, dos áreas dominadas por empresas que prefieren las obras extranjeras, cuya importación es menos costosa que la compra de copias de filmes nacionales.
Brasil gasta anualmente 680 millones de dólares en la importación de películas, informó María Delith Balaban, secretaria ejecutiva del Ministerio de Cultura. El audiovisual fue incluido entre los 12 sectores estratégicos del Programa de Calidad y Competitividad impulsado por el gobierno.
Reducir la importación de filmes y de otros productos audiovisuales es un incluso un capítulo del esfuerzo por equilibrar la balanza comercial, uno de los costados vulnerables de Brasil ante las turbulencias financieras internacionales.
Además, la actividad puede generar empleo, en un momento como el actual, de creciente desocupación, observó Balaban. Al respecto, la funcionaria señaló que desde 1985 fueron creados 250.000 empleos adicionales en la industria cinematográfica de Estados Unidos. (FIN/IPS/mo/ff/cr/98
