El alza acumulada en la semana de 12,03 por ciento en la Bolsa de Valores de Sao Paulo confirmó la superación de la fase aguda de la crisis financiera en Brasil, alejando la amenaza de epidemia en América Latina, aunque dejando secuelas.
El flujo de capitales sigue negativo en Brasil. En esta semana la salida neta fue de 919 millones de dólares, acumulando 4.050 millones de dólares en los 30 últimos dias.
Pero es algo que ya no preocupa al mercado, ante el ingreso de 9.000 millones de dólares, como primera parte de la ayuda acordada con el Fondo Monetario Internacional (FMI), esperada para principios de diciembre.
La asistencia a Brasil, que involucra además al Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y gobiernos de 20 países, suma un total de 41.500 millones de dólares, 90 por ciento a ser liberado en los próximos 12 meses.
Los principales títulos de la deuda externa brasileña, los bonos Brady, que llegaron a caer a menos de mitad de su valor nominal en septiembre, se cotizaron a algo más de 67 centavos por dólar el viernes en Nueva York, indicando la recuperación de la confianza.
El mercado mundial se reabrió para América Latina, tras el cierre casi total de agosto a octubre. Varios países, encabezados por Argentina, realizaron importantes captaciones de recursos en Europa y Estados Unidos, acercándose a un total de 4.000 millones de dólares en este mes, una suma pocas veces superada.
"Estamos volviendo a la normalidad", evaluó Francisco Gros, ex presidente del Banco Central brasileño, hoy dirigente del banco estadounidense Morgan Stanley en América Latina.
Las tasas de interés siguen elevadas, una secuela de la crisis, pero bajan a cada operación de externa de las grandes empresas latinoamericanas, como las petroleras Pemex, de México, y la argentina YPF.
Para los demás países de la región fue providencial que la turbulencia internacional golpeara primero a la puerta ancha de la economía brasileña, movilizando a la comunidad internacional para interrumpir el efecto dominó.
Con 70.210 millones de dólares en reservas a fines de julio, Brasil pudo soportar la fuga de unos 30.000 millones desde agosto, sin llegar al colapso que sufrieron México y algunos países asiáticos en los últimos años.
Pero algunos daños son inevitables. Las tasas de interés del Banco Central brasileño subieron a 42,75 por ciento, repitiendo la terapia adoptada en octubre de 1997 ante un primer brote de la crisis asiática y que determinó el estancamiento de la economía nacional este año.
El Banco Central viene bajando su tasa básica de interés desde el anuncio del acuerdo con el FMI, pero lentamente, 0,5 puntos porcentuales cada día. Este viernes pagó 36,5 por ciento por el dinero tomado a las instituciones financieras, y continúa una de las tasas más altas del mundo.
Al alza de intereses se agrega ahora un programa de ajuste fiscal que debe sumar 23.000 millones de dólares en 1999, para decretar la recesión económica por lo menos en el primer semestre.
Investigadores de economía del trabajo, como José Marcio Camargo, prevén un aumento del desempleo a 12 o 13 por ciento dentro de unos cinco meses, frente al 7,2 por ciento actual.
El bajo desempeño económico de Brasil se refleja en el comercio de América del Sur, especialmente en el Mercado Común del Sur (Mercosur) y sus asociados Bolivia y Chile, aunque de forma menos letal que un colapso financiero.
Las importaciones brasileñas de enero a septiembre se redujeron 4,8 por ciento en comparación a igual período de 1997, lapso en que se multiplicaron las disputas comerciales con Argentina. Una recesión en el mayor país del Mercosur debe agravar los conflictos en el bloque subregional. (FIN/IPS/mo/ag/if/98