Las fórmulas de la medicina ayúrveda de Sri Lanka fueron atesoradas y transmitidas de generación en generación acumulando conocimientos sobre la inmensa cantidad de plantas que habitan las selvas de este país, hasta que las grandes empresas farmacéuticas entraron en escena.
La medicina ayúrveda logra resultados. En el pueblo de Polonnaruwa, en el norte de este país, un doctor que usa esta técnica natural cura afecciones cardíacas que normalmente serían tratadas con marcapasos, por una cantidad inmensamente inferior a los 4.500 dólares que cuesta la operación en un hospital.
Estas cualidades terapéuticas no pasaron desapercibidas para las grandes empresas farmacéuticas, que en la práctica roban los conocimientos ancestrales al extraer sustancias de plantas para luego patentarlas en el extranjero, especialmente en Estados Unidos.
El director del Instituto de Investigación Ayúrveda Bandaranaike Memorial, Upali Pilapitiya, señaló que el enorme interés generado en Occidente por este tipo de medicina natural también ha provocado gran curiosidad por las sustancias que contienen las plantas asiáticas.
De acuerdo con estudios reseñados en este país, más de 40 por ciento de los productos farmacéuticos producidos en el mundo industrializado contienen extractos de plantas asiáticas, pero los países de esta región no han obtenido casi nada a cambio de ese aporte.
Sri Lanka prohíbe la exportación de plantas o extractos. No obstante, estas medidas son eludidas por biopiratas que extraen productos de este país con la colaboración de habitantes locales.
El mes pasado, las autoridades arrestaron bajo acusación de biopiratería a un profesor universitario y a un próspero empresario srilankés.
"Los vacíos legales y otras deficiencias privan al país de millones de dólares", afirmó Sirimal Premakumara, científico del Instituto de Investigación Científica e Industrial de Ceylán.
Precisó que los países industrializados logran tomar ventaja en la utilización de las plantas porque Sri Lanka no tiene los modernos equipos necesarios para analizar los componentes de las plantas químicas, ni los 60.000 dólares requeridos para pagar cada patente internacional.
Un ejemplo claro es lo sucedido con la "salacil reticulata", conocida por su nombre tradicional de Kothalahimbutu, y utilizada en la medicina ayúrveda para controlar la diabetes. Los médicos suelen recetar el consumo de agua que reposó varias horas en jarras hechas de la madera de esta planta.
Pero según una noticia publicada en este país, la patente internacional de la Kothalahimbutu quedó en manos de una empresa japonesa que la registró ante la Sociedad Química de Estados Unidos el año pasado.
Compañías de Japón, Europa y Estados Unidos han registrado muchos otros componentes de plantas, incluida la Weniwalgeta, utilizada como remedio natural contra la fiebre, la tos y los resfríos.
El abogado ambientalista Jagath Gunawardene destacó que si bien las patentes en teoría se otorgan sólo a invenciones económicamente valiosas, producidas de acuerdo a una metodología, las empresas farmacéuticas "se las arreglan para registrar productos utilizados en nuestro país hace miles de años".
La rutina utilizada por estas empresas suele ser la de cortejar a un médico tradicional, aprender de él las propiedades curativas y luego invitarlo al extranjero. Entonces llevan a cabo el proceso de extracción del producto.
El caso de biopiratería descubierto el mes pasado fue ampliamente difundido y provocó un renovado interés en este tema por parte de científicos y ambientalistas.
El académico, especialista en botánica, llevaba algunos extractos en su maleta. Su colaborador fue detenido cuando en una carga enviada por su empresa descubrieron cuatro toneladas de Kothalahimbutu con destino a Japón.
Gunawardene dijo que la ley debería ser más estricta para impedir este contrabando.
Por otra parte, se destacó la importancia de conocer la legislación sobre patentes. El producto debe ser nuevo, su proceso debe estar especificado y debe ser valioso desde el punto de vista comercial, o la solicitud podría ser objetada ante la corte.
India tuvo éxito al cuestionar la patente para el turmerico, gestionada en Estados Unidos, argumentando que se trataba de un producto cuyas propiedades médicas son conocidas desde la antigüedad.
Pero eso no significa que India sea inmune a este tipo de problemas. A comienzos de año, otra empresa registró en Estados Unidos la patente para el arroz de alta calidad basmati, cultivado en ese país y en Pakistán desde hace varios siglos. (FIN/IPS/tra- en/fs/an/lc-ml/he-en/98