COREA DEL NORTE: UN nuevo foco de tensión para Clinton

El lanzamiento de un cohete espacial desde Corea del Norte planteó un nuevo problema al presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, que esta semana visitó Rusia e Irlanda del Norte, dos focos de inestabilidad.

Japón y Corea del Sur pusieron a sus fuerzas armadas en estado de alerta ante la posibilidad de que Pyongyang realizara otra prueba, tras interpretara que se trataba de un misil. El proyectil de mediano alcance lanzado el lunes pasó sobre territorio japonés antes de hundirse en el océano Pacífico.

Tokio reaccionó el mismo lunes. El gobierno japonés anunció el congelamiento de la ayuda a Corea del Norte y suspendió las conversaciones destinadas a normalizar las relaciones bilaterales y lograr un acuerdo para el financiamiento de dos plantas de energía nuclear, contempladas en un acuerdo que Pyongyang negoció con Estados Unidos en 1994.

Las primeras informaciones se refirieron a la presentación del nuevo misil Taepodong-1, que tendría un alcance de 2.000 kilómetros.

Pero este viernes, la agencia norcoreana KNCA afirmó que se trataba de un cohete, y que su misión fue colocar un satélite en órbita destinado a la investigación, un hecho confirmado por fuentes rusas.

En cualquier caso, el lanzamiento provocó la reacción de algunos miembros del Congreso de Estados Unidos, quienes consideran que el gobierno norcoreano no está dispuesto a desmantelar su programa nuclear, como está obligado por el convenio de 1994.

El Senado aprobó el miércoles una enmienda a la ley sobre ayuda internacional para 1999, con el fin de eliminar una ayuda de 35 millones de dólares a la Organización Coreana para el Desarrollo de la Energía (KEDO), si Clinton considera que Pyongyang cumple con lo establecido en 1994.

Hasta ahora, el gobierno de Estados Unidos reaccionó con cautela, limitándose a manifestar preocupación por el lanzamiento del artefacto, moderación que, según algunos portavoces, quedó justificada tras la explicación de Corea del Norte e que se trató únicamente del propósito pacífico de colocar un satélite en órbita.

"Claro que habría sido un buen gesto avisar antes de hacerlo", comentó una fuente oficial en Washington. "Un satélite representa una provocación de menor calibre que un misil", añadió, al informar que Estados Unidos intenta confirmar la versión norcoreana.

El acuerdo de 1994 es citado con frecuencia como uno de los mayores logros de política exterior de la administración Clinton, y el gobierno seguramente lamentaría que fuera anulado.

Según ese convenio, Corea del Norte debe congelar y desmantelar su programa nuclear, que fue concebido, en opinión de Washington, para fabricar armas atómicas.

A cambio, el consorcio KEDO construiría en Corea del Norte dos centrales de energía nuclear por 4.500 millones de dólares, y Estados Unidos aseguraría a ese país suministros de petróleo por 20 años y las relaciones bilaterales mejorarían.

Japón y Corea del Sur serían los principales financistas de KEDO.

Pero el Congreso de Estados Unidos, con mayoría republicana, desconfió desde un principio de la disposición norcoreana a cumplir con lo prometido, y esa sospecha bastó para que restringiera los recursos comprometidos por Washington, así que Estados Unidos está en deuda con sus envíos de petróleo.

Por otra parte, Clinton no se decide a levantar un embargo contra Corea del Norte vigente desde hace 50 años, seguramente por temor a las consecuencias políticas en este país, pese a que el presidente de Corea del Sur, Kim Dae Jung, le manifestó su apoyo si adoptaba esa medida.

Pyongyang ha expresado decepción por los resultados del acuerdo, en vista que Estados Unidos no envía el petróleo prometido, no mejora las relaciones diplomáticas y no suprime el embargo.

El gobierno norcoreano también dijo que considera reanudar su programa nuclear y la venta de misiles a otros países, y solicitó compensaciones por los que dejó de comerciar en este período.

Algunos analistas consideran que la exitosa prueba del lunes estaba destinada a lograr publicidad para el programa de misiles norcoreanos, además mandar un mensaje que, según el especialista de la Universidad de Chicago Bruce Cumings, fue muy claro: "Aún existimos".

En coincidencia con la prueba del lunes, servicios de inteligencia de Estados Unidos aseguraron que miles de trabajadores han sido destinados en Corea del Norte a una obra subterránea a unos 40 kilómetros de la planta nuclear de Yongbyon, que según los acuerdos de 1994 deberá ser desmantelada.

Esos informes desataron especulaciones sobre el proyecto subterráneo. Algunos analistas sugirieron que podría tratarse de una nueva factoría nuclear, aunque otras versiones estiman que sería una maniobra para tener mayor poder negociador al demandar nuevos gestos de Estados Unidos.

Mientras, en Washington el debate ya comenzó y los 'halcones' republicanos no perderán la oportunidad de abordarlo en el Congreso.

"Llegó la hora de decir 'nosotros lo advertimos" escribió en el diario The Washington Post un ex funcionario de la CIA (Agencia Central de Inteligencia), Kent Harrington.

"Corea del Norte trabajó durante 30 años para desarrollar armamento nuclear. La cantidad de recursos invertidos, los riesgos que se corrieron y la persistencia ya demostrada, permiten concluir que no tiene intenciones de cambiar sus logros por ayuda económica, reconocimiento político o garantías de seguridad", dijo Harrington.

Pero otros analistas, como Bruce Cumings, insisten en que Washington tiene la alternativa de cooperar con Corea del Norte para desactivar su programa de misiles o "dejar que (éstos) sean adquiridos por compradores del Medio Oriente".

Otros interrogantes, planteó Cumings en Los Angeles Times, son si Washington "reconocerá finalmente a un régimen que, según todos los indicios, no desaparecerá pronto, y si levantará un embargo que no logró cumplir sus objetivos".

En el gobierno de Clinton tiende a imponerse una visión similar a la de Cumings, aunque son pocos los que estarían dispuestos a normalizar relaciones en esta coyuntura.

Fuentes de la administración puntualizaron que consideran importante salvar el acuerdo de 1994, pues sería "peligroso" desactivarlo en este momento.

Si el misil fue en realidad un cohete cargado con un satélite en vez de un arma de guerra, Japón podría reconsiderar sus medidas de represalia y mantener su contribución de 1.000 millones de dólares a KEDO.

Eso contribuiría a salvar el acuerdo, comentó una fuente de Washington. (FIN/IPS/tra-en/jl/kb/lc/ff/ip/98

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