La creación de un parque binacional volvió a plantearse como posible solución al diferendo fronterizo que enfrenta a Ecuador con Perú, tras las reuniones en Asunción y Panamá entre los presidentes de los dos países.
Argentina, Brasil, Chile y Estados Unidos, garantes del tratado fronterizo de 1942 y de la paz tras la breve guerra de 1995, sugirieron a comienzos de año el establecimiento de un parque en el territorio amazónico aún sin delimitar en la cordillera del Cóndor.
La idea fue desechada en las actuales negociaciones, que comenzaron en 1995, debido a que Ecuador pretendía un parque sin línea interna de frontera entre los países, mientras Perú pedía su demarcación.
Hoy, las voces a favor del parque vuelven a sentirse en Ecuador y se espera que esta solución sea considerada en las conversaciones que mantendrán en Brasil el día 27 los presidentes Jamil Mahuad, de Ecuador, y Alberto Fujimori, de Perú.
El coordinador de la fundación conservacionista Ecuador Natura, Roberto Troya, dijo a IPS que el parque es la mejor alternativa para terminar con el diferendo.
En el mundo ya existen más de 70 áreas naturales protegidas en zonas fronterizas con propósitos de paz. Los primeros parques de este tipo se establecieron entre países afectados por la segunda guerra mundial, como los existentes entre Grecia y Turquía o Polonia y Checoslovaquia.
En América existe uno entre Canadá y Estados Unidos, creado en 1932 para celebrar la paz entre los dos países, el Parque de la Amistad entre Costa Rica y Panamá, en 1982, la reserva "La Fraternidad", que está conformándose entre Guatemala, Honduras y El Salvador, y el parque del Darien, entre Panamá y Colombia.
"El problema de la soberanía dentro o fuera del parque es importante, pero lo crucial hoy es que el parque sí es viable, y así lo han expresado expertos en derecho internacional consultados por los países garantes", dijo Troya.
La iniciativa del parque binacional se remonta a 1992, cuando Ecuador Natura y la organización peruana Proterra presentaron simultáneamente esta opción a los dos gobiernos.
El territorio en el que estaría comprendido el parque fronterizo, de enorme diversidad biológica, tiene gran importancia ambiental, científica y turística.
Es una de las zonas calientes del planeta, que no llegó a enfriarse por completo en la era glacial, por lo que numerosas especies emigraron allí entonces. La competencia entre ellas por luz, agua y calor la convirtió en "megadiversa", según la calificación de los expertos.
La zona también es especial por la presencia de pueblos y culturas indígenas que sufrieron en carne propia las consecuencias del conflicto. Para Troya, es indispensable que el proyecto de parque tome en cuenta su realidad e incluya su participación.
"Hay culturas y pueblos indígenas, y una necesidad de integración comunitaria. Si no se establecen programas de fortalecimiento de poblaciones locales, de integración comunitaria, la propuesta del parque sería incompleta", afirmó.
"Esta propuesta tiene que ser integral. Estamos hablando de un área amazónica que requiere de tratamiento especial, y cuya vocación tiene que ser la paz, sinónimo de conservación, de desarrollo equilibrado y armónico en materia de vida comunitaria y de explotación de los recursos naturales", añadió.
La Federación Shuar planifica una reunión binacional de indígenas para considerar esfuerzos conjuntos, anunció Ampam Karakras, de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie).
Karakras dijo a IPS que hay incluso familias divididas por la frontera.
"La Federación Shuar siempre ha mantenido relación con las comunidades del lado peruano, con los compañeros aguarunas y huambisas, y hay familias que se extienden de lado y lado de la frontera. Pero en caso de conflicto, asumen la defensa mutua", expresó.
Tanto la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA), con sede en Quito, así como la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonia Ecuatoriana (Confeniae) y la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana, trabajaron para acercar a las comunidades.
Karakras dijo que en la negociación deben participar también pueblos indígenas de Perú y Ecuador. "Hasta el momento, no han sido invitadas las organizaciones indígenas por el parque. La participación debe ser real, y no solo declarativa", añadió.
La CONAIE, agregó, apoyará todas las iniciativas hacia el desarrollo conjunto de ambos pueblos. "Hablamos el mismo idioma, tenemos la misma cultura. Debemos unir esfuerzos", dijo.
Otros ecuatorianos rechazan la creación de un parque binacional por considerar que sería un "parque de minas". Se estima que ambos ejércitos instalaron un total de 150.000 para impedir incursiones y hoy se procura desactivarlas.
Desde febrero de 1996 hasta el 13 de agosto de este año, 14 personas murieron y 44 resultaron heridas en la frontera por esta causa. Cada mina cuesta entre 25 y 30 dólares y su desactivación, 1.000.
Troya considera que es imprescindible que Ecuador ratifique la convención internacional antiminas, como lo hizo Perú. "Si las condiciones del parque son de alto riesgo, ¿de qué parque estamos hablando?", se preguntó.
El parque sería, según el activista, "el pretexto ideal" para la construcción de una carretera que una el río Amazonas con el océano Pacífico. "Esto daría al norte de Perú una salida práctica al océano y a Ecuador una salida al Amazonas, si bien no soberana", agregó.
La vía entre Puerto Bolívar y Pongo de Manseriche, donde el río Marañón, afluente del Amazonas, se vuelve navegable, ayudaría a la integración binacional, aseguraría la presencia de ambos países en el parque, contribuiría con la comunicación y el comercio y constituiría en la práctica una "vía interoceánica", dijo.
Troya manifestó que es importante desmilitarizar la zona, sin privar por ello de funciones a los ejércitos de ambos países, pues deben volverse agentes de la paz y promover la conservación del parque. "La meta debe ser convertir este parque en un ejemplo a nivel mundial", concluyó. (FIN/IPS/gm/mj/ip en/98