ASIA ORIENTAL: Presencia militar de EE.UU. aún genera rechazo

La presencia militar de Estados Unidos en el este de Asia comenzó hace décadas, pero el resentimiento que genera entre los habitantes de la región no disminuyó con el tiempo.

Las protestas contra las bases estadounidenses reaparecieron en Japón y Filipinas, donde Washington impulsó nuevos acuerdos internacionales para mantener su poder militar en la región, aún después del final de la guerra fría.

En Japón, agrupaciones pacifistas arreciaron en sus críticas contra las "nuevas orientaciones" del Tratado de Seguridad con Estados Unidos, argumentando que fortalecen el vínculo militar en vez de mitigarlo.

El Tratado fue impuesto a Japón por las fuerzas victoriosas de Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial y dispone el establecimiento de bases militares. En la actualidad, Japón alberga 130 bases estadounidenses con 45.000 soldados.

Las "nuevas orientaciones" fueron acordadas el año pasado entre Tokio y Washington. El objetivo era darle a Japón, el mayor aliado de Estados Unidos en la región, un papel más relevante en el mantenimiento de la seguridad regional, en especial en la defensa de su área de influencia y la de la península de Corea.

"Fue una revisión equivocada del Tratado de Seguridad con el único objetivo de involucrar a Japón en acciones de guerra cuando Estados Unidos realice intervenciones militares en la zona de Asia- Pacífico", opinó un representante del Comité de Paz de Japón, Hiroshi Suda.

Otro aspecto criticado del Tratado es el de las armas nucleares.

Pese a ser el único país atacado con bombas atómicas, Japón se abstiene de votar a favor de resoluciones de la Organización de las Naciones Unidas para prohibir esas armas, destacó Ikuro Anzai, profesor de relaciones internacionales de la Universidad de Kioto.

"Desde el momento en que se optó por aceptar el paraguas protector del poder nuclear de Estados Unidos, es imposible argumentar que ese poder no debería ser utilizado", señaló.

Más allá de Japón, Estados Unidos impulsa la ratificación del Acuerdo de Fuerzas Visitantes en el Senado de Filipinas. El convenio abandona la estrategia de las bases fijas a cambio de privilegios de acceso y programas de capacitación.

El especialista en estudios de la paz Joseph Gershon advirtió que Estados Unidos pretende lograr acuerdos similares de presencia militar con Australia, Tailandia, Singapur y Hong Kong.

La clave para entender estos movimientos estaría en un documento presentado en 1995 por el Departamento de Defensa de Estados Unidos, un Informe Estratégico sobre Asia Oriental.

Allí se reafirma el propósito de mantener "una presencia estable en la región, con el nivel actual de 100.000 efectivos", así como de progresar en el despliegue de fuerzas, el acceso y los derechos de establecer bases "para Estados Unidos y sus aliados".

"Si la presencia de Estados Unidos en Asia se terminara, pondríamos en peligro nuestra capacidad de influir en los acontecimientos, y quedarían amenazados nuestros intereses y nuestros mercados", advierte ese informe.

En Filipinas, la ratificación del acuerdo enfrenta la oposiciones de organizaciones que lo denuncian como un instrumento perjudicial para ese país asiático.

El Senado de Filipinas terminó en 1991 el acuerdo que había permitido a Estados Unidos establecer las mayores instalaciones militares en el extranjero.

Esa decisión enfrió las relaciones bilaterales, pero el año pasado Manila y Washington firmaron el nuevo convenio, que permitiría el acceso de fuerzas estadounidenses, maniobras y entrenamiento.

Cientos de personas han manifestado en Manila para oponerse a la ratificación del convenio. Pero el ministro de Relaciones Exteriores, Domingo Siazon, se muestra optimista en cuanto a las posibilidades de aprobarlo, pues no hay una oposición fuerte por parte de los senadores.

La representante de la organización Filipinas No Nuclear, Corazón Fabros, dijo que en la práctica el acuerdo "considera derechos especiales para las fuerzas de Estados Unidos, derechos que ni siquiera están garantizados a los filipinos".

Fabros sugirió que el acuerdo también pretende beneficiar a la industria de armamentos estadounidense, pues le permitiría vender en un mercado como el de Filipinas, "un país desfinanciado". (FIN/IPS/tra-en/bs/cb/js/lc-ml/ip/98

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