AMERICA LATINA: Buscando alternativas a la pobreza rural

La agricultura dejó de ser una alternativa para superar la pobreza extrema en que vive gran parte de la población latinoamericana, porque cada vez genera menos puestos de trabajo, en tanto el empleo rural no agrícola gana terreno y permite una mayor participación de las mujeres.

En esto coincidieron expertos de América Latina, Estados Unidos y Europa reunidos en Lima en el III Simposio Latinoamericano sobre Investigación y Extensión en Sistema Agropecuarios.

En América Latina, la cifra de campesinos pobres no muestra retroceso desde la década del 80, pese al aumento de la producción y el estancamiento en el crecimiento poblacional.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), estima que alrededor de 40 millones de campesinos latinoamericanos prácticamente no tienen que comer. Otros 27 millones logran cubrir sus principales necesidades, pero no mejoran sus condiciones de vida.

El 55 por ciento de los 122 millones de campesinos vive en la pobreza, según Cepal, que apunta la baja rentabilida del empleo agrícola como una de las causas.

Los especialistas que participaron en el Simposio se cuidaron de considerar al empleo rural no agrícola como la panacea para el desarrollo de las zonas rurales, porque generalmente se trata de actividades de soporte y no de alivio de la pobreza, subrayaron.

Pero podría convertirse en una alternativa si se le toma en cuenta dentro de los planes de desarrollo, y se deja de considerarlo una actividad marginal, señalaron.

Según las últimas estimaciones, el empleo rural no agrícola constituye un tercio de la mano de obra ocupada en el campo.

"Las encuestas realizadas en varios países de América Latina muestran que las fuentes de empleo e ingreso de las familias rurales son variadísimas y que (…) los ingresos agropecuarios representan una parte minoritaria y en continuo descenso", dijo Jorge Rello, de la Universidad Nacional Autónoma de México.

"La economía rural excede a las actividades agropecuarias y primarias y se extiende cada vez con más fuerza al campo de la agroindustria, el comercio, los servicios y los mercados laborales", añadió.

En Perú, 56 por ciento de los ingresos netos de los hogares rurales provienen del empleo no agrícola. Según el censo, 78 por ciento de los productores agrarios consideran que la agricultura no genera los ingresos que necesitan.

La misma tendencia se observa en Ecuador, donde la producción agrícola ha sido desplazada como ocupación principal de los hogares campesinos a favor de actividades mercantiles no agrícolas, como producción de textiles o confección, ocupaciones realizadas mayoritariamente por mujeres.

"En Chile, el fomento del empleo rural no agrícola puede constituirse en una estrategia alternativa para el desarrollo de zonas y hogares rurales pobres", dijo Julio Berdegué, presidente de la Red Internacional de Metodología de Investigación de Sistema de Producción.

Los expertos hicieron una primera gran diferenciación entre actividades no agrícolas que surgen como refugio de la pobreza y casi siempre son de baja productividad, y las agrícolas productivas o de servicios impulsadas por campesinos de altos ingresos o empresarios, que compiten con éxito en los mercados.

Los casi 250 expertos que participaron en el Simposio en Lima también analizaron temas como la competitividad de la pequeña agricultura y evaluaron experiencias de comunidades rurales de la región con diverso grado de desarrollo para abrirse paso en el mercado con productos de su entorno agrícola.

Se destacó el caso de una comuna de familias mapuche-huilliche de la sureña provincia chilena de Osorno catalogada "sin solución agrícola" por su nivel de pobreza y escasos recursos, en la que la Universidad Austral de Chile realizó un programa de mejoramiento genético de papa y trigo con excelentes resultados.

A partir de ello, los propios pobladores se organizaron para ser capacitados en sanidad animal, agricultura orgánica y procesamiento de productos, originando programas que les permitió revertir la situación de marginación en que vivían.

Los expertos reunidos en Lima se interrogaron si es la pobreza rural la que conduce al deterioro ambiental, por una mayor presión sobre el recurso productivo, o es el deterioro ambiental el que propicia la pobreza por la pérdida de la capacidad productiva de los agrosistemas.

Aunque no se ofreció una respuesta categórica, los especialistas puntualizaron que los campesinos pobres han heredado áreas objeto de uso indiscriminado por generaciones anteriores y aseguraron que es posible revertir la erosión de suelos que se observa en determinadas áreas de la región. (FIN/IPS/zp/ag/dv/98

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