El conocimiento que aportó el tratamiento de niños y niñas afectados por la radiactividad que desató el desastre de Chernobyl puede ser útil la atención del cáncer infantil, para lo cual se requerirá cooperación internacional.
Keith Baverstock, especialista en radiación del Centro Europeo para el Ambiente de la Organización Mundial de la Salud, llamó a aumentar los fondos para investigar la relación entre el cáncer en los niños y la presencia de isótopos radiactivos en la atmósfera.
Baverstock dice que los estudios hechos en Ucrania cambiaron la forma en que los científicos calculan los riesgos del yodo 131, un isótopo radiactivo que se libera en el proceso de fisión nuclear.
Ese conocimiento podría ayudar a determinar los niveles de cáncer entre los niños que viven en zonas cercanas a centrales de energía nuclear de todo el mundo. También podría ayudar a los tratamiento en Noruega, donde las fugas de los depósitos nucleares de la armada rusa en la frontera causan preocupación.
Incluso en Estados Unidos esos estudios podrían ser útiles. Los niveles de radiación atmosférica son más altos de lo normal desde la realización de pruebas nucleares a inicios de la guerra fría.
Hasta el desastre de Chernobyl, en 1986, cuando explotó un reactor en esa central nuclear de Ucrania, los estudios se concentraban en adultos, y por lo tanto los científicos creían que el yodo 131 tenía escaso poder cancerígeno.
Pero esa tragedia mostró que los niños corren mucho más peligro que los adultos. Se registraron más de 1.000 casos de menores con cáncer de tiroides en las áreas de Ucrania contaminadas por la radiación, según datos oficiales.
En la vecina república de Belarús, el ministro de Salud, Ihar Zelyankevich, informó que se contabilizaron 574 casos de niños con cáncer de tiroides desde 1986.
Baverstock afirmó que la industria nuclear debería financiar una fundación internacional para estudiar los efectos a largo plazo del desastre de Chernobyl sobre la salud.
En tal sentido, propuso un esfuerzo internacional para crear una organizción similar a Fundación de Investigación sobre los Efectos de la Radiación (FIER), que estudia a los sobrevivientes de explosiones nucleares.
Las investigaciones de FIER son la principal fuente de conocimiento sobre los efectos de la radiación en la salud humana.
Pero la creación de un organismo similar sería difícil, según expertos.
Steve Galson, de la Oficina de Protección de la Salud de los Niños de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, dijo que los problemas políticos para establecer un esfuerzo conjunto de investigación son insuperables.
Rusia, Ucrania y Belarús tendrían que participar, pero los tres países tienen formas radicalmente diferentes de tratar los cuestiones relativas a la radiación, observó Galson.
Baverstock opinó que el gobierno Estados Unidos no estaría dispuesto a aceptar que el yodo 131 representa una amenaza más grande de lo que se creyó antes, porque eso equivaldría a admitir las graves consecuencias de las pruebas de armas nucleares atmosféricas realizadas en Nevada entre 1950 y 1962.
Esos experimentos habrían afectado zonas de Estados Unidos con emisiones de yodo 131 tres a cuatro veces superiores a las de Chernobyl, afirmó el experto.
Los estudios del gobierno de Estados Unidos sobre las pruebas de Nevada indicaron que éstas dejaron áreas "calientes" de radiación en todo el país, y que unas 75.000 personas, en especial niños, podrían haber estado expuestas a altos riesgos de cáncer de tiroides.
Esos niños eran particularmente susceptibles a enfermedades de la tiroides, y bebían grandes cantidades de leche producida en la zona, y posiblemente contaminada.
El estudio reveló que los menores en Nevada estaban expuestos a un promedio de dos rads, la unidad que mide la radiación absorbida.
Esa cantidad es cinco veces mayor a la radiación emitida por un mamógrafo.
En las áreas "calientes", los niños estaban expuestos a una dosis siete veces más alta. Algunos de ellos, que bebían grandes cantidades de leche, recibieron hasta 300 rads.
El Instituto Nacional del Cáncer fue criticado por no alertar al público más temprano sobre esos hallazgos.
Si se demuestra que los peligros de las pruebas y accidentes nucleares para la salud fueron subestimados, el gobierno de Estados Unidos podría enfrentar demandas judiciales de víctimas de los experimentos de Nevada y del accidente nuclear de Three Mile Island en 1979.
En Ucrania acaba de lanzarse un proyecto para brindar al servicio de salud métodos actualizados de detección temprana del cáncer de tiroides y equipos para tratarlo. El trabajo se realizará principalmente en zonas rurales, donde la atención sanitaria está menos desarrollada.
El programa durará tres años, y tiene un presupuesto de cuatro millones de dólares, aportado por la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional.
Baverstock afirmó que el accidente de Chernobyl presenta una oportunidad única de aumentar el conocimiento acerca del yodo 131 y la radiación en general. En particular sobre la relación de estos isótopos con otros tipos de cáncer, como el de mama.
Los científicos tendrían la posibilidad de desarrollar los llamados "marcadores", señales moleculares que indicarían si un cáncer en particular fue causado por la radiación.
"Tales marcadores tendrían beneficios obvios para determinar de la elegibilidad para indemnización a enfermos de cáncer provocado por la radiación", dijo Baverstock.
El especialista sostuvo que, por ejemplo, la radiación liberada por las pruebas de armas de la Unión Soviética explicaría la mayor presencia de cáncer de tiroides en Noruega.
Baverstock insiste en que es imperativo organizar un esfuerzo internacional de investigación, aunque sea difícil hacerlo, pues se corre el riesgo de "perder para siempre las oportunidades de aprender de este desastre".
El Fondo de Chernobyl, financiado con un impuesto extra a la renta, le brinda a los 3,2 millones de personas que viven en las cuatro zonas contaminadas alrededor de la central medicinas gratis, una pensión para alimentos y suplementos vitamínicos, y una revisación médica anual.
A los niños en edad escolar se les da un desayuno gratuito, y los estudiantes de éstas áreas reciben becas y préstamos más grandes que los de otras partes del país.
Según el ministro de Emergencias, siete por ciento de la población ucraniana recibe algún tipo de beneficio relacionado con Chernobyl. Pero estas prestaciones, que a menudo se pagan tarde, se devaluaron a través de los años a causa de la constante crisis económica. (FIN/IPS/tra-en/ai/di-mj/he/98