FINANZAS: La involución rusa que conmovió al mundo

Mientras la angustia se apodera sin reservas de la población de Rusia, los prestidigitadores políticos buscan este fin de semana una fórmula mágica para tranquilizar a la gente y, a la vez, continuar todo como hasta ahora.

Con ese fin, fue destituido por tercera vez en menos de tres años Anatoly Chubais, el zar de las decisiones económicas del presidente Boris Yeltsin, quien, sin embargo, tras cada ruidoso despido parece adquirir más poder.

Cierto es, sin embargo, que los escándalos anteriores nunca fueron de la magnitud del presente.

El resucitado primer ministro interino Victor Chernomyrdin anunció con rostro serio que el nuevo gobierno adoptó medidas para proteger el dinero de la población, pero prefirió no explicarlas.

Dijo, eso sí, que no habría "vuelta atrás" en la política económica, pese a que las opciones posibles no son propiamente de libre mercado: emisión monetaria extraordinaria, control de precios, control de cambios, nacionalización de la banca, o una masiva inyección de fondos externos.

Es tal vez por esa causa que todos los mercados mundiales, en vez de creer en las promesas optimistas, cerraron la semana en las cercanías del pánico, algunas con bajas récord, como el índice Nikkei de la Bolsa de Tokio, que registró su peor día en 12 años.

Irónicamente, el director del Fondo Monetario Internacional (FMI), Michel Camdessus, advirtió a los dirigentes rusos que cualquier modificación de la política económica podría conducir al país al "desastre".

Se trata de una advertencia que podría causar risa -si eso fuera posible- a las decenas de miles de personas que se estrujan desesperadas frente a los bancos tratando de salvar sus ahorros, para quienes las cosas difícilmente podrían empeorar.

Si para Camdessus la situación aún no es desastrosa, tampoco lo es para el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, quien aconsejó a Yeltsin y Chernomyrdin mantenerse "firmes".

"Estaremos con ellos" mientras sigan adelante con las reformas, declaró Clinton.

Las reformas económicas adoptadas en Rusia desde el colapso de la Unión Soviética, en 1991, produjeron probablemente el más acelerado y dramático deterioro de las condiciones de vida de un país en la historia contemporánea.

La ex segunda potencia mundial observa con resignación cómo se pauperiza el país, se cierran centenares de industrias, los salarios se pagan tarde o en especie, y se desvanece el antiguo poderío científico y militar.

Una población acostumbrada durante siete decenios a un sistema paternalista pero igualitario debió aprender sobre la marcha acerca de los contrastes sociales, la mafia, la inseguridad, el cierre de hospitales y escuelas o la mendicidad.

Los sindicatos rusos exigieron que el gobierno se comprometa a ajustar los salarios impagos (más de 10.000 millones de dólares) a las bruscas devaluaciones de la última semana y anunciaron una huelga general para el 7 de octubre.

Los precios al consumidor experimentaron un aumento de casi 1.000 por ciento desde el colapso de la Union Sovietica, en 1991, mientras el producto bruto sufrió una caída de 32 por ciento entre 1993 y 1996.

El producto interno bruto bajó en julio 4,5 por ciento con respecto a julio de 1997, y el ingreso real descendió 8,2 por ciento, según la revista británica The Economist, que culpa parcialmente de la crisis a la corrupción gubernamental y a los "ladrones que dirigen los bancos".

Nadie se atreve en Rusia a apostar por la popularidad de Yeltsin, quien anunció este viernes en televisión que no renunciaría, pero prometió, en cambio, que no sería candidato en las elecciones del 2000, una fecha que desde las colas de los bancos de Moscú parece tan lejana como el período soviético.

Guennadi Zyughanov, líder de la oposición comunista (mayoritaria en la Duma o cámara baja) y ex candidato presidencial, dijo este sábado que en el FMI probablemente no entienden nada de lo que está ocurriendo en Rusia, y reiteró su determinación a lograr cambios drásticos en la economía.

Los comunistas intentarán este lunes, cuando la Duma deba pronunciarse sobre el nuevo gobierno, imponer un cambio en la conducción económica, posiblemente renacionalizar la banca y frenar el proceso de privatizaciones.

En su esfuerzo, podrían contar con el apoyo del ex general Alexander Lebed, un influyente nacionalista que obtuvo el tercer puesto en los comicios presidenciales de 1996.

Tal posibilidad aterra a los inversionistas occidentales, especialmente los alemanes, que han arriesgado cerca de 40.000 millones de dólares en las oportunidades financieras abiertas en la nueva economía rusa.

Que el FMI no entienda la situación dejó de ser una novedad, como quedó probado en la reciente -y continuada- crisis financiera de Asia, pero eso no impide que sus técnicos sigan prescribiendo "más de lo mismo" como remedio uniforme para todos los males económicos.

Y para imponer sus puntos de vista, Camdessus tiene como argumento 22.000 millones de dolares que el FMI aprobó como fondos de emergencia para rescatar al gobierno ruso del colapso.

No cuenta en el caso ruso -como no contó en Asia- que arquitectos económicos como Chubais hayan aplicado con singular firmeza la receta economica del FMI, que comprende privatizaciones, liberalización monetaria y restricción del gasto público.

Chubais jamás dejó de gozar del apoyo de Occidente, aun cuando en su anterior despido, en 1996, se comprobó que había utilizado su puesto de ministro de la presidencia para favorecer a determinados grupos económicos en las privatizaciones.

Uno de esos grupos había pagado a Chubais 90.000 dólares en anticipo por las ventas de un libro que el funcionario ni siquiera había escrito.

Tras esa destitución, Chubais fue nombrado por Yeltsin nada menos que su representante ante los organismos financieros internacionales, cargo que ocupó hasta el viernes.

En tiempos de globalización, sin embargo, los observadores de todas las tendencias esperan pocos cambios radicales en un país que no cesa de conmover al mundo, sea por sus logros, por su tamaño o por la magnitud de sus derrotas. (FIN/IPS/ws/ml/if/98

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