La danza china "barongsay" no fue practicada en público durante dos años, pero su regreso a los festivales de Indonesia demostró que aún conserva el poder de hechizar a la audiencia.
Dos bailarines que vestían elaborados trajes coronados por una gigantesca cabeza de monstruo acaparon la atención en el Festival de Ganesha, realizado a mediados de mes en esta localidad.
Los intérpretes eran las piernas y pies de las bestias, y se movían al ritmo de la música barongsay mientras el público los acompañaba con sus aplausos.
"Pensé que venían de Beijing", admitió Dewi, un estudiante secundario de Bandung. "Siempre había visto estos bailes en las películas de kung fu, pero esta vez fue especial porque la música es muy familiar para nosotros".
El director del espectáculo, Endo Suwanda, no se sorprendió al descubrir la ignorancia de los jóvenes indonesios con respecto a esta manifestación artística.
"Están cercados por películas de Hollywood, telenovelas. No puedes pedirles que tengan información sobre un arte oprimido que sólo puede representarse en ceremonias realizadas en pequeños poblados", dijo Suwanda.
El barongsay formaba parte de las ceremonias de plantación y cosecha en Cirebon, al este de Jakarta. También era utilizado para despertar a los musulmanes durante el mes del Ramadán, con la finalidad de que participaran en el "sahur", la comida previa al amanecer.
Pero no se trata de un baile originario de Cirebon. Se cree que llegó a Indonesia desde China, traído por comerciantes de esa nación.
No se sabe cuándo comenzó a interpretarse el barongsay en Indonesia, aunque especialistas en la cultura de este país creen que ya existía en Java en el siglo VII, antes de que fuera adaptado al islamismo por generaciones posteriores.
"Los habitantes de Cirebon consideran al barongsay como parte de su cultura, y lo practican como una de sus tradiciones musulmanas", explicó Suwanda.
Los espectadores de más edad en el festival de Ganesha recordaban esta danza, que solía ser muy popular en la zona oeste de Java. Pero todas las representaciones públicas de barongsay fueron prohibidas en 1996, aparentemente porque se consideró muy fuerte la influencia china.
Suwanda recordó que, durante la ceremonia de cosecha de 1996 en Cirebon, la policía confiscó un traje de barongsay y lo quemó. "El gobierno temía que los turistas consideraran a esta danza como uno de los valores culturales de Indonesia", señaló.
El motivo de que las raíces chinas del barongsay moleste a algunos indonesios está relacionado con la época de la colonia holandesa, cuando los mercaderes chinos eran tratados con más benevolencia que los "pribumi" locales, lo cual generó resentimiento.
En 1965, el sentimiento antichino estalló tras una fallida y sangrienta intentona de golpe de Estado protagonizada por el Partido Comunista. Se afirmó que los chinos apoyaban al partido.
Desde entonces hubo campañas para librar a Indonesia de la "influencia china", que incluyeron la obligación de usar nombres indonesios y la prohibición de manifestaciones artísticas y culturales típicas de China, entre ellas la del barongsay en 1996.
La población de origen chino representa tres por ciento de los 220 millones de habitantes de Indonesia.
El hecho de que el barongsay haya sobrevivido mucho más tiempo que otras tradiciones de origen chino es una demostración de la forma como fue adoptado por la cultura local en Cirebon.
La reaparición de la danza este mes, después de los disturbios de mayo que tuvieron como víctimas a la minoría china, pretende entregar un mensaje.
Según Suwanda, el objetivo era demostrarle a la población que el barongsay forma parte de la tradición de Indonesia, y que los chinos son sus compatriotas. "Son partes inseparables de esta nación", dijo.
Gustaff Harriman, del comité organizador del festival, dijo que la presentación del barongsay es una nueva demostración de la actitud democrática de la cultura indonesia, que a través de los tiempos se nutrió de aportes procedentes de diversos lugares del mundo.
"Los pribumi no tenemos problemas con nuestros hermanos chinos o de cualquier otra raza. El problema actual no tiene que ver con razas, sino con la injusticia", aseguró Harriman.
Sin embargo, los organizadores prefirieron asegurarse de que el espectáculo no fuera arruinado por los antagonismos y colocaron en la entrada un cartel que prohibía la entrada de "personas con intenciones políticas". (FIN/IPS/tra-en/ky/cb/js/lc-ml/cr/98