El número de mujeres jefas de hogar en Argentina creció de 9,5 a 25 por ciento desde 1991, cuando se consiguió la estabilidad de precios y comenzó a aumentar el desempleo. El fenómeno sería positivo si no fuera que "las jefas" ganan casi 30 por ciento menos que los "jefes".
El dato surge de la encuesta que realiza cada año el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos. Las mujeres son las que aportan el mayor ingreso a la familia en 900.000 hogares sobre un total de 3,5 millones que hay en la capital argentina y sus alrededores, la zona más densamente poblada del pais.
La tendencia coincide con un proceso que se registra en toda América Latina. Según el informe del Banco Interamericano de Desarrollo, 30 por ciento de hogares de la región tienen como jefa a una mujer, pero en Argentina el fenómeno está asociado a la estabilidad, que empujó a más mujeres al mercado laboral.
Desde 1991, la tasa de inflación se contuvo, pero con la estabilidad de precios sobrevino un aumento del desempleo, que paso de seis a 18,4 por ciento en tres años. Actualmente, el indicador descendió a 13,4 por ciento, pero a costa de un aumento del empleo precario y temporal subsidiado por el Estado.
Como resultado de este vuelco, hoy los hogares encabezados por mujeres son 25 por ciento del total, y el ingreso promedio en esas familias ronda los 930 dólares mensuales, en tanto en los hogares con jefatura masculina el promedio llega a casi 1.300 dólares, una diferencia de casi 30 por ciento.
El director del instituto de estadísticas, Héctor Montero, admitió que el trabajo de las mujeres que mantienen el hogar se concentra básicamente en tareas mal remuneradas, como el servicio doméstico o la costura a destajo, o en condiciones de ilegalidad, como es el caso de empresas de limpieza.
Wenceslada Ledesma, una empleada doméstica, cobra un sueldo fijo mensual de 500 dólares más horas extras y acepta además trabajar en otras casas el sábado o de mañana muy temprano. Así, se convierte en jefa de familia de un hogar en el que forma pareja con un policía, que percibe 400 dólares al mes.
Ledesma dijo a IPS que su esposo tiene hijos de un matrimonio anterior a los que ayuda a mantener y, a su vez, ella alberga en su casa a una hermana y un hermano que vinieron del interior hacia Buenos Aires en busca de trabajo.
Sin embargo, los casos no sólo se dan entre los más pobres. Cada vez hay más mujeres profesionales de clase media que aportan el ingreso principal.
Se registran aquí mujeres solas, separadas, con hijos o sin ellos, o también viudas que sostienen a la familia. Del mismo modo hay parejas en las que el hombre está desempleado, y mujeres jubiladas que sostienen al núcleo con su pensión.
"Cuando me separé, preferí acordar con mi marido para que él se ocupe de pagar las cuotas de la escuela de nuestros hijos (dos), y del resto me ocupo yo", dijo a IPS Patricia de Miguel, una contadora con ingresos superiores a 3.000 dólares mensuales.
Su esposo, abogado, tiene ingresos muy irregulares, y ella prefiere "comprometerlo" para que al menos pague la escuela de los niños, que viven con ella cinco días a la semana.
Algunos expertos señalan que las mujeres, cuando su marido está sin trabajo, salen en busca de una tarea aunque sea precaria para compensar la pérdida salarial. En cambio los hombres son más exigentes para aceptar un empleo, porque tienen experiencia.
En estas familias, la jefatura femenina es un "cargo" que se obtiene merced a un salario que suele no alcanzar a los 300 dólares mensuales, apenas un cuarto de lo que necesita una familia para vivir, según el organismo oficial de estadísticas. (FIN/IPS/mv/ag/if-pr/98