La Bolsa de Sao Paulo interrumpió sus negocios hoy pasado el mediodía, al registrar una caída de 10 por ciento, en un viernes sombrío para las finanzas de América Latina, que agravó el pesimismo acumulado a lo largo de este mes.
La hora y media de paralización invirtió la tendencia en la bolsa paulista, que se recuperó porque el estatal Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social compró gran cantidad de acciones, aprovechando los bajos precios, y neutralizó la tendencia bajista.
El cierre con baja de sólo 2,85 por ciento en Sao Paulo y 3,7 por ciento en Río de Janeiro no oculta las pérdidas acumuladas de 28,9 y 30 por ciento respectivamente en lo que va de agosto, como consecuencia de las crisis en Asia y Rusia.
La situación es similar en otros países de América Latina y más grave en Venezuela, con su moneda bajo un "ataque especulativo" y considerada por el mercado como la primera pieza del dominó regional en la actual ola de devaluaciones.
La Bolsa cayó este viernes 8,43 por ciento en Caracas, 2,36 por ciento en Mexico, acumulando una baja de 4,76 por ciento esta semana, en Santiago de Chile el IGPA cayó 1,76 por ciento, y el índice Merval de acciones líderes de Buenos Aires cayó 7,8 por ciento y el índice general 5,5 por ciento,
La volatilidad parece ya aceptada como una característica natural en el mercado de acciones por todas partes. Este viernes incluso bolsas europeas, normalmente más estables, sufrieron caídas superiores a tres por ciento, alcanzando 5,4 por ciento en Frankfurt.
Las bajas en América Latina son consideradas reflejo de caídas en olas que vienen de Asia, pasando por Europa y Nueva York. Las bolsas brasileñas y los títulos de la deuda externa del país sufren las mayores variaciones, porque presentan mayor liquidez, según autoridades y expertos independientes.
Los papeles brasileños son vendidos para cubrir pérdidas en otros mercados, explicó Luciana Fagundes, analista local del Lloyds Bank.
"La globalización trae riesgos", admitió el presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, confiando que esta vez su país esté mejor preparado para soportar efectos de problemas en Rusia y otros países latinoamericanos "sin mayores daños".
El momento es "fértil para especulaciones", pero Brasil dispone de mejores condiciones que en el pasado, según Sergio Darcy, director de Normas del Banco Central. En octubre, la crisis asiática obligó al gobierno a elevar las tasas de interés y tributos, provocando un estancamiento de la economía.
El riesgo más agudo apunta ahora a otros pases, aunque los efectos terminen por extenderse a toda la regin. La preocupación central radica en el cambio y los intereses. Desequilibrios en las cuentas externas, el déficit público y pérdidas en las exportaciones son algunos talones de Aquiles.
La moneda acumula devaluaciones en Chile, México y Venezuela. Estos dos últimos países enfrentan dificultades por la baja acentuada de los precios del petroleo, provocada por la crisis asiática y agravada por la moratoria rusa.
El petróleo representa tres cuartos de las exportaciones y la mitad de los ingresos del gobierno en Venezuela, en tanto en México responde por sólo 10 por ciento de las ventas externas, pero 40 por ciento del presupuesto fiscal.
Por eso el gobierno mexicano trata de mantener saneadas sus finanzas. Ya se impuso tres recortes de gastos este año, ante la reducción de ingresos, y espera limitar a 1,25 por ciento del producto interno bruto el déficit fiscal del año.
"Vivimos ahora las consecuencias de algunas desventajas de la globalización, pero las finanzas están ajustadas", dijo el secretario de Hacienda de México, José Gurria, y el analista financiero Ingancio Catalán confía que esto convierta a México en el país latinoamericano menos vulnerable a las crisis externas.
El peso mexicano, sin embargo, se devaluó en 4,8 por ciento en los 20 primeros días de agosto y las tasas de interés interbancario subieron de 20 a 24 por ciento, ante las presiones internacionales.
Chile, un ejemplo de estabilidad en la región hasta el año pasado, enfrenta también las consecuencias del derrumbe de los precios del cobre, cuya participación en las exportaciones bajó de 36 a 32 por ciento, tras la crisis asiática. Su moneda ya se devaluó en más de 15 por ciento.
Pero el país sigue recibiendo buenas inversiones productivas del exterior, que crecieron 28,7 por ciento en el primer semestre de este año, favoreciendo su buena salud financiera.
Argentina no apareció aún entre los países de moneda amenazada, pero los temores se difunden. Las devaluaciones en Asia tienden a agravar el déficit comercial, ante la caída de los precios de productos agrícolas de los que es gran exportador.
Sin medidas urgentes, "en poco tiempo estaremos discutiendo el tipo de cambio" y la amenaza de devaluación, advirtió el presidente de la Unión Industrial Argentina, Claudio Sebastiani.
No obstante, el economista argentino Guillermo Calvo, que pronosticó la crisis financiera mexicana en 1994, minimizó la crisis en su país e indicó que no esperaba una devaluación. En cambio, dijo que en Venezuela hace rato que la espera, porque ese mercado debe "sincerarse".
Todos los gobiernos tratan de propalar que sus reservas cambiarias son elevadas y suficientes para contrarrestar ataques especulativos.
Brasil cuenta con más de 70.000 millones de dólares e ingresos por concretarse, producto de privatizaciones y venta de bancos privados a grupos extranjeros, México dispone de 30.000 millones de dólares y Venezuela de unos 14.000 millones.
Pero la experiencia indica que no existe un nivel que pueda considerarse seguro.
Con esos problemas y peligros, la región debe reducir su crecimiento económico, alejando sus sueños de mayor desarrollo y equidad social. (FIN/IPS/mo/ag/if/98