La vida familiar del palestino Hashem Batran depende de que le den permiso para visitar la zona bajo control de Israel. Ese escollo ya le impidió asistir a los funerales de sus hermanos y su padre.
"No son humanos. No tienen respeto ni compasión por los árabes", dijo Batran, de 58 años, quien pidió tres veces permiso a las autoridades militares israelíes para ingresar a Gaza. En dos oportunidades se lo negaron. En el caso del funeral de su hermana, la autorización llegó dos semanas tarde.
La organización de derechos humanos israelí B'Tselem denunció las dificultades que afrontan los palestinos por las severas restricciones al tránsito entre Cisjordania y Gaza.
"Es más fácil para un residente en Palestina obtener permiso de trabajo en Israel que autorización para viajar entre las dos regiones", dijo el investigador de B'Tselem, Yael Stein, quien documentó el informe con 19 casos, incluida el de la familia de Batran.
"Debes acudir ante las autoridades una y otra vez, y generalmente no sirve para nada… Es absurdo", agregó Stein.
Batran, que vive en la localidad cisjordana de Tulkarm desde 1970, no oculta su frustración por las dificultades que sufre para visitar a sus parientes. "Me destrozaron el corazón, me hicieron sentir una basura", protestó.
Los acuerdos de paz de 1995 establecen que Israel debe abrir un "corredor de seguridad" que permita a los palestinos trasladarse entre Cisjordania y Gaza utilizando dos rutas a través de territorio israelí.
Estados Unidos ha presionado para que Israel habilite este "corredor de seguridad", que hasta integra la lista de promesas incumplidas que incluye la apertura en Gaza de un puerto en el mar Mediterráneo y un aeropuerto.
Y ahora que toda la atención está puesta en el retiro israelí de territorio cisjordano, la cuestión del corredor no se resolverá tan pronto.
El gobierno israelí le echa la culpa a los palestinos, pues, asegura, se le ofreció el tránsito en caravanas vigiladas o la construcción de una vía elevada o de un túnel para evitar que posibles terroristas puedan salirse de la ruta sin ser detectados.
"Los palestinos desean un corredor sin vigilancia. Pero sería demasiado fácil ingresar a Israel… Sería una irresponsabilidad de parte nuestra permitir el libre transito de terroristas o de potenciales terroristas", dijo David Bar-Ilán, asesor político del primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu.
Los palestinos argumentan que los términos del corredor estaban contemplados en el acuerdo de 1995 y fueron reiterados en el convenio de Hebrón en 1997. De acuerdo con lo dispuesto en estos documentos el pasaje debía estar abierto siete días a la semana, del amanecer al anochecer.
Un comité conjunto de seguridad tendría a su cargo la emisión de los permisos, que autorizarían a los palestinos a moverse con libertad a lo largo del corredor.
El negociador palestino Saeb Erekat denunció que Israel trata de renegociar esos términos. "No quieren operar el corredor los sábados (día de descanso judío) y pretenden tener la atribución de arrestar a personas que usen el corredor".
Mientras las dos partes se ponen de acuerdo, los palestinos padecen el engorroso sistema de permisos que se aplica desde 1991, cuando Israel los comenzó a exigir como requisito para salir de Cisjordania o Gaza.
En un principio no era difícil obtener los permisos, pero la situación cambió en 1993, cuando el ejercito israelí instaló numerosos puestos de control tras el asesinato de nueve civiles y seis soldados por parte de terroristas palestinos. En 1995, Gaza fue rodeada con una valla eléctrica de tres metros de altura.
El número de permisos otorgados a los palestinos disminuyó de forma abrupta. Un portavoz del ejército dijo que en la actualidad solo hay 600 autorizaciones disponibles de inmediato.
Aún no está claro sobre quién recae la responsabilidad por el retraso o la negación de permisos. Desde que se construyó la valla en Gaza, la responsabilidad de recibir las solicitudes fue transferida de las autoridades israelíes a la policía palestina, que acababa de iniciar sus operaciones.
No existe una manera de comprobar si todas las solicitudes son enviadas desde la policía palestina a Israel, pues este país no mantiene el registro a menos que se trate de un permiso aprobado.
El archivo confirma que Batran recibió un permiso al morir su hermana, pero no dice nada de las dos ocasiones en que la solicitud fue rechazada.
Mientras tanto, las restricciones israelíes aumentan. Las últimas regulaciones anunciadas por las autoridades advierten que para obtener un permiso los hombres deben ser mayores de 45 y las mujeres de 35.
Este tipo de reglas han llevado a muchos palestinos a sospechar que los obstáculos para el tránsito entre Cisjordania y Gaza tienen, en realidad, la finalidad de desarrollar la economía del territorio palestino.
Antes de 1991, 50 por ciento de las exportaciones de Gaza se dirigían a Cisjordania, proporción que disminuyó a dos por ciento en la actualidad. El último informe del Banco Mundial sobre la región citó a las dificultades en el tránsito entre los obstáculos para el desarrollo de la economía palestina.
"Una economía fuerte favorecería la independencia política. Si tuvieramos libertad de tránsito podríamos construir el estado mucho más rápido, pero, si estamos separados, ¿cómo lo lograremos?", preguntó Ahmed Wadi, un estudiante cuyo caso fue incluido en el informe de B'Tselem.
Wadi es de Gaza y en 1994 debió colarse en un bus de policías palestinos para llegar hasta su universidad en Cisjordania, ya que Israel le había negado el permiso para transitar entre las dos regiones.
En 1995 volvió a Gaza de vacaciones, y para retornar a sus estudios debió ir a Egipto, desde donde tomó un avión a Jordania para luego ingresar a Cisjordania. Fue la última vez que se atrevió a visitar su casa.
"Desde Gaza me resulta más fácil ir a Estados Unidos que cruzar a Cisjordania. Parece que estuviera al otro lado del planeta", comentó Wadi. (FIN/IPS/tra-en/dho/rj/lc-mj/ip hd/98