La inflación en América Latina ratificó en el primer semestre del año su tendencia a la baja, pero los índices de junio dan a entender que el control de precios se vincula cada vez más a ajustes y recesiones motivados por la crisis en Asia.
El ejemplo más notable fue el de Venezuela, que en junio tuvo una inflación de "solo" 1,3 por ciento, la tasa mensual más baja desde febrero de 1992 en ese país, asociada en última instancia a la caída internacional de los precios del petróleo.
El hundimiento de las cotizaciones del crudo llevó al gobierno de Rafael Caldera a adoptar drásticas medidas monetarias y fiscales de control del gasto, que gatillaron disminuciones del consumo entre 10 y 24 por ciento en el último mes.
Se logró así bajar el registro inflacionario de 3,2 por ciento de mayo, pero se teme un rebrote en los próximos meses, junto con una recesión en que el crecimiento del producto interno bruto (PIB), de seis por ciento en el primer trimestre, bajará a uno por ciento para todo 1998.
Así como en Venezuela, los informes sobre el índice de precios al consumidor (IPC) que recopilan regularmente los corresponsales de IPS, muestran que en América Latina la crisis asiática empieza a repercutir en la marcha de la inflación.
Con excepción de México y Ecuador, que tuvieron aumentos del IPC de relativo monto en junio, los precios se mantuvieron estables o bajaron en casi toda la región y tuvieron su descenso más acentuado en Paraguay.
La tendencia de los gobiernos y bancos centrales en América Latina es la de enfrentar la llamada "fiebre amarilla" con medidas de ajuste para evitar el desborde del gasto y cuidar las reservas en esta hora de menor demanda para las exportaciones.
El petróleo, los metales, en especial el cobre, y productos pesqueros y agrícolas están entre los rubros de la oferta exportadora latinoamericana cuyos precios cayeron como consecuencia de la menor demanda motivada por la crisis asiática.
Caídas de las exportaciones, menores precios de importaciones procedentes de Japón y el sudeste asiático, tendencias al alza del dólar, caídas bursátiles e incertidumbre sobre la inversión externa figuran entre los efectos de la crisis en América Latina.
En algunos países, como Brasil, estos impactos ponen en mayor evidencia problemas de déficit fiscal, en otros, como Chile, de desequilibrios en el balance comercial, pero en todos, de una u otra forma, tiende a decaer el ritmo de crecimiento del PIB.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), señaló que las estimaciones de crecimiento de la región previas a la crisis se verán disminuidas en 1,5 por ciento como consecuencia del fenómeno asiático.
La fórmulas de ajuste o de recesión que se adopten para preservar los equilibrios macroeconómicos repercutirán en incrementos del desempleo, que reducirán el consumo y por esa vía tendrían un efecto antinflacionario.
Las previsiones de Cepal en el sentido de que la región tendrá este año una tasa ponderada del IPC de un dígito tieden así a verse ratificadas por el "apretón" inducido por la crisis asiática.
De acuerdo con los resultados del primer semestre, el mapa económico de la región muestra la persistencia de una leve inflación en Argentina, con una tasa en el semestre de 1,1 por ciento y una tendencia anualizada de 1,1 por ciento.
Bolivia registró en el primer semestre una tasa anualizada de 7,91 por ciento, pero su tendencia es a aproximarse al IPC de 6,57 por ciento de 1997.
Brasil consignó a fines de junio una tendencia anual de la inflación de solo cuatro por ciento, un resultado inimaginable para el país entre 1950 y 1994.
En Chile, el semestre se cerró con una tasa anualizada de 5,4 por ciento, pero se prevé que el ajuste económico decretado por el gobierno el 26 de junio logrará que hacia fines de 1998 el IPC se sitúe en torno a 4,5 por ciento.
Colombia sigue siendo un país de inflación relativamente alta y al terminar el primer semestre la tendencia anual fue de 20,70 por ciento, superior a la tasa de 17,68 por ciento de 1997.
En Costa Rica, en cambio, tiende a disminuir levemente, con 10,78 por ciento anual, la inflación de 11,20 por ciento que el país tuvo en 1997.
En Ecuador, el flamente presidente electo Jamil Mahuad tendrá que enfrentar también una tendencia anual de incremento de la inflación de 35,9 por ciento, cinco puntos por encima del registro de 30,70 por ciento del año pasado.
El Salvador, con 3,2 por ciento, y Guatemala, con 7,4, presentaron al concluir el primer semestre índices ligeramente superiores a los de 1997, pero ninguno de estos dos países centroamericanos presenta problemas graves de inflación.
Honduras muestra asímismo un leve incremento con un IPC anualizado a junio de 14,2 por ciento, en tanto México apuesta a bajar mínimamente su IPC de 15,7 por ciento de 1997 a 15,3 por ciento en este año, según el ritmo anual.
Paraguay logró en junio bajar a 0,8 por ciento la inflación de 2,7 por ciento de mayo y marcó un IPC anualizado de 10,8 por ciento, superior a la tasa de 1997 de 6,2 por ciento.
En Perú la tendencia anual es de 7,66 por ciento, por encima también del IPC de 6,46 por ciento de 1997, y en Uruguay una tasa anualizada de 10,19 por ciento en junio hace prever una sustantiva baja de la inflación de 15,16 por ciento que el país tuvo en 1997. (FIN/IPS/ggr/mj/if/98