La definición de las fuerzas en liza para las elecciones de fin de año en Venezuela consiguió alejar de los reflectores de la opinión pública una crisis económica agravada por la caída de los precios del petróleo.
El impacto de esa crisis en la vida cotidiana alimenta mientras tanto la orientación del voto, que favorece a los independientes y más a quienes son percibidos como opositores al sistema político y al presidente Rafael Caldera.
De manera creciente, el debate migra hacia las medidas políticas y económicas del gobierno que se instalará en febrero de 1999, mientras Venezuela sufre este 1998 un año de "vacas flacas", porque su ingreso petrolero anual bajará de 19.000 a unos 14.000 millones de dólares.
Este año debió ser de despegue hacia el crecimiento sostenido con baja inflación, según las previsiones de la Agenda Venezuela o plan de duros ajustes macroeconómicos adoptado por Caldera en abril de 1996, al dejar atrás dos años de fracasados ensayos populistas basados en una economía controlada.
Pero en su lugar, los indicadores están en retroceso respecto de las buenas marcas de 1997, y su traducción política fue el avance en las encuestas del ex teniente coronel golpista Hugo Chávez (43 años), quien más se muestra como candidato presidencial antisistema y anti Caldera (de 82).
El gobierno de Caldera (1994-1999) multiplica esfuerzos para tapar el agujero fiscal que la desaparición de la bonanza petrolera le ha causado, concentrándose en recaudar mejor los impuestos luego de que el parlamento se negara a establecer nuevos tributos en este año electoral.
Se calcula que el déficit fiscal puede ser de 3,5 por ciento del producto interno bruto (PIB). Es decir, unos 3.500 millones de dólares. Antes de considerar la devaluación, el gobierno estudia financiarse con la emisión de nuevos bonos de deuda.
"Entre nuestras opciones está una emisión de deuda por 500 millones de dólares, o una mayor, colocando como colaterales (papeles de apoyo) los 640 millones de deuda con el gobierno de Sidor" (siderurgia privatizada en 1997), dijo el ministro de Hacienda, Freddy Rojas.
También recordó los "430 millones del Fondo de Rescate de la deuda", una reserva financiera creada cuando los precios del petróleo subieron en 1996 y 1997 por encima de 17 dólares el barril. "Pero tenemos esperanzas de que el barril se mantenga en 13 dólares" como promedio para 1998, dijo Rojas.
Todas las opciones tienen de norte la "preocupación antiinflacionaria", recordó Rojas. Su colega de Planificación, Teodoro Petkoff, advirtió por su parte contra una nueva "especulación con los alimentos", que ha disparado el índice de precios al consumidor.
Ese índice alcanzó 14,3 por ciento en los cinco primeros meses de 1998, frente a 12,5 por ciento en el mismo período de 1997, año en que la inflación superó 37 por ciento. Los analistas ven difícil de cumplir la meta gubernamental de 28 por ciento para este año electoral.
Existe además una elevada liquidez en poder del público, que el Banco Central trata de "secar" con bonos de corto plazo llamados Títulos de Estabilización Monetaria, que empujan al alza las tasas de interés.
Otro factor, tanto real como psicológico, en abono de la inflación, es el precio del dólar, una divisa que, colocado en un sistema de flotación entre bandas, se cambia a razón de 540 bolívares. La moneda local se considera sobrevaluada entre 15 y 50 por ciento.
La reanimación económica prevista por la Agenda Venezuela se desinfló junto con la baja del sector petrolero, y frente al crecimiento de cinco por ciento en 1997, este año sólo se logrará un aunmento del PIB de 1,3 por ciento, según cálculos oficiales.
El desempleo, 11,6 por ciento según cifras oficiales de 1997, habría trepado a 13 por ciento, de acuerdo con cálculos privados. Eso significa que 1,4 millones de personas están sin trabajo, mientras la mitad de la población económicamente activa labora en el sector informal.
Los otros indicadores sociales conforman una dura costra para la convocatoria al sacrificio u ofertas electorales moderadas: dos de cada tres de los 23 millones de venezolanos son pobres, y uno cada tres vive en pobreza extrema y sufre alguna forma de exclusión en salud, educación o seguridad social.
En ese marco se ha registrado una tendencia inversa a los procesos electorales en los últimos 10 años en Venezuela: más gente quiere ir a votar que abstenerse, y algunas encuestadoras han registrado hasta 66 por ciento de voluntad de sufragar en las áreas urbanas.
La tendencia era la inversa, por ejemplo, en los comicios de 1993 a estas alturas del torneo electoral, y la abstención final en diciembre de aquel año sobrepasó 56 por ciento.
Esa decisión de cambiar -todavía con 40 por ciento o más de indecisos, según los principales sondeos- favorece en primer lugar a Chávez, puntero en las encuestas, y a la segunda, la ex alcaldesa Irene Sáez (36 años), Miss Universo en 1981 y candidata del partido socialcristiano Copei.
Avanza en las encuestas otro independiente, el empresario Henrique Salas (62 años), mientras que se ha rezagado, en el cuarto puesto, el socialdemócrata Claudio Fermín (47).
Salas apunta sus lanzas a la necesidad de reformar el sistema de gestión política, mientras Fermín ataca a las jefaturas de los partidos y a Caldera.
Acción Democrática, el principal partido venezolano del último medio siglo, lanzó la semana pasada a su jefe Luis Alfaro (76 años) como abanderado. Aunque Alfaro apenas ha figurado en las encuestas, su partido es presentado como el primero entre los electores.
Completa el cuadro Miguel Rodríguez (47 años), candidato del partido Apertura, de los seguidores del ex presidente socialdemócrata Carlos Andrés Pérez, en cuyo segundo gobierno (1989-1993) fue ministro de Planificación. Rodríguez ha sido un tenaz crítico de Caldera.
Frente a la solidez de la oposición conformada por la población empobrecida y el auge de las figuras independientes, quienes han respaldado al gobierno optan por el repliegue.
Convergencia, grupo de ex socialcristianos que siguió a Caldera cuando éste abandonó Copei en 1993, ha postergado sine die su opción electoral: nadie sabe a ciencia cierta a quién prefiere el presidente entre los seis aspirantes a sucederle.
Y el Movimiento al Socialismo, de centroizquierda y segundo puntal parlamentario de Caldera -en un parlamento donde el presidente tenía apoyo minoritario, pero AD le ayudó a gobernar- todavía no se decide entre aplazar su decisión para última hora o apoyar a Chávez.
Venezuela elegirá en noviembre el parlamento y los gobernadores de sus 22 estados, en diciembre al presidente de la República y a mediados de 1999 los alcaldes y ayuntamientos. (FIN/IPS/jz/ff/ip/98