La caida de los precios del oro, la plata y el cobre en el mercado mundial redujo 90 por ciento la actividad minera en Panamá, que al menos por dos años mantendrá bajo perfil.
El nuevo presidente de la Cámara Minera de Panamá, Alfredo Burgos, admitió esta semana que luego de siete años de crecimiento pujante, el sector redujo significativamente su actividad a principios de 1998, a causa de la baja cotización de los metales.
Cinco proyectos mineros en explotación en 1997 fueron suspendidos de modo indefinido y sólo sigue en producción la mina Santa Rosa, ubicada en la provincia de Veraguas, al occidente de la capital.
Los proyectos cupriferos de Cerro Colorado, localizado en la occidental provincia de Chiriquí, y Cerro Petaquilla, en la central Coclé, suspendieron su actividad antes de entrar en la fase de explotación en gran escala.
El Ministerio de Comercio e Industria informó que las minas de Santa Rosa y El Remanse -también en Veraguas- y otros pequeños proyectos exportaron oro y plata por 37 millones de dólares entre 1990 y 1997.
Los mejores resultados económicos correspondieron a Santa Rosa, propiedad de varias firmas canadienses, que en 1997 ingresó 12,3 millones de dólares en concepto de exportaciones.
En segundo lugar figura El Remanse, de capitales peruanos, con ventas al exterior por 1,1 millones de dólares en 1997 y ahora paralizada.
Burgos explicó que sólo continúan en actividad 10 por ciento de los alrededor de 1.000 trabajadores ocupados en el sector en 1997. Pero puntualizó que Santa Rosa y otras explotaciones van a seguir produciendo porque "sus costos se subsidian" con fondos de sus casas matrices.
Agregó que la caida del precio del oro por debajo de los 300 dólares la onza y el de la plata a poco más de cinco dólares es una situación transitoria "porque generalmente, los precios caen por un espacio de dos años, pero suben en los cuatro años siguientes".
Esta semana el oro se cotizó a 296 dólares la onza y la plata alcanzó los 5,43 dólares por onza. A principios de abril, la cotización del oro descendió a 280 dólares la onza, tras mantenerse por varios años alrededor de 400 dólares.
Para que la minería sea rentable en Panamá la onza de oro debe cotizarse por encima de los 300 dólares, según Burgos.
El empresario señaló que el código minero de Panamá permite a los concesionarios suspender sus operaciones hasta por 10 años, si la crisis de precios supera los dos años, y reabrir luego las minas en las mismas condiciones contractuales.
La caida de precios del oro y la plata tuvo origen hace dos años, cuando la compañía indonesia Bre-X anunció que había descubierto el yacimiento más grande del mundo en su país, lo que resultó ser un fraude.
La operación, en la cual estuvo involucrado un inversionista de Canadá, provocó la descapitalización del mercado de valores de esa nación por más de 5.000 millones de dólares y una crisis en el mercado mundial de metales, que se acentuó a causa de la crisis económica de Asia sudoriental.
Otro factor que influyó en los precios fue la creación de la Unión Económica Monetaria Europea. Varios países participantes en ese proyecto vendieran parte de sus reservas de oro para poder acceder al nuevo sistema monetario, explicaron los analistas.
En cuanto a la caída del cobre, sobrevino cuando el banco de origen japonés Sumitomo acaparó artificialmente los inventarios de dicho metal, afectando los precios en el mercado mundial, indicó el inversionista panameño Mario Benedetti, vinculado a la minería.
El precio internacional del cobre llegaba a principios de 1996 a 1,20 dólares la libra, pero el caso Sumitomo lo redujo este año a 0,75 dólares.
Sin embargo, la compañía Panacobre, de capital mayoritario canadiense y concesionaria del gran yacimiento Cerro Colorado, de Panamá, tiene previsto reanudar su trabajo apenas mejoren los precios en el mercado mundial.
Un portavoz de Panacobre destacó que Cerro Colorado tiene potencial para exportar cobre por 175 millones de dólares al año y proveer empleo directo a más de 500 personas.
Ese yacimiento, localizado a 400 kilómetros de la ciudad de Panamá, está considerado como la segunda reserva de cobre a cielo abierto del mundo. Su potencial es de 1.400 millones de toneladas de roca mineralizada.
Pese al gran potencial económico de la minería panameña, la explotación de esa riqueza provoca resistencias en la sociedad, y especialmente entre grupos indígenas radicados en las zonas donde se encuentran las principales reservas minerales.
Unas 45 organizaciones, entre las que se cuentan indígenas, sindicatos rurales, pequeños agricultores, ganaderos y grupos ecologistas constituyeron en 1997 el Frente Nacional Contra la Minería "para luchar contra la minería sucia y la usurpación de territorios indígenas".
La presión disminuyó al manifestarse la crisis del sector, pero el Frente Nacional Contra la Minería "se mantiene en estado de alerta", según puntualizó su portavoz, Arturo Moreno.
El Frente ha denunciado el vertido en cursos de agua utilizados para el consumo humano y como abrevaderos para el ganado de productos tóxicos que las compañías mineras emplean para separar el oro y la plata de la roca. (FIN/IPS/sh/ff/if en/98