HONDURAS: CIA se resiste a dar informes sobre desaparecidos

La Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) se resiste a dar información sobre el destino de 184 desaparecidos en Honduras durante la última década, denunció hoy el estatal Comisionado de Derechos Humanos.

El comisionado Leo Valladares dijo que la CIA se comprometió a entregar en mayo documentos desclasificados sobre desapariciones y violaciones de derechos humanos en Honduras, pero "faltaron, lamentablemente, a su promesa". "Esto nos tiene muy molestos", agregó el funcionario.

"Pareciera que quieren jugar con nosotros y que el gobierno de Estados Unidos no desea que se conozca la verdad sobre los desaparecidos ni la participación de la CIA en estas acciones, cuyo papel fue, sin duda, muy activo", sostuvo.

Si los documentos solicitados por el Comisionado no tuvieran trascendencia, "seguramente nos los hubieran entregado en un abrir y cerrar de ojos, pero todo apunta que ocultan algo y nos indigna que jueguen a las mentiras con nosotros", dijo.

El Comisionado de los Derechos Humanos ha solicitado a Estados Unidos durante más de tres años información desclasificada para proceder al juicio a los militares hondureños acusados de violaciones de derechos humanos en los años 80.

Hasta ahora, la respuesta de Washington ha sido la entrega de papeles sin utilidad y de documentos tachados que en nada ayudan a esclarecer la historia de las desapariciones forzadas ni la participación de militares y de asesores extranjeros en estos delitos.

La última solicitud efectuada por Valladares se refirió al funcionamiento, creación y estrategias del desaparecido batallón de la muerte 3-16, responsable directo de las ejecuciones que funcionó con respaldo económico y logístico del gobierno de Estados Unidos, según informes oficiales.

El Comisionado también preguntó quiénes fueron los responsables del asesinato al sacerdote católico Guadalupe Carney, que trabajaba en zonas rurales de Honduras. Carney murió a manos de grupos paramilitares hondureños en 1987 cuando oficiaba misa.

Carney era considerado por militares hondureños jefe de uno de los cinco grupos guerrilleros de izquierda que en esa década operaron en el país, lo cual nunca fue comprobado.

Valladares sostuvo que golpeó en varias oportunidades las puertas de la CIA y el Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos para pedir "un aporte real al esclarecimiento de la verdad, la justicia y la democracia en Honduras".

Pero a veces "siento que estamos jugando al ratón y al gato, lo que me hace pensar que la participación estadounidense a través de sus cuerpos de inteligencia en las violaciones de los derechos humanos en Honduras fue más terrible de lo que podemos imaginar", afirmó.

"¿Porqué ocultan la información, qué secreto esconden y porqué juegan tanto con nosotros, si el gobierno de Estados Unidos dice que es 'amigo' de los hondureños y nos considera un buen aliado?", se preguntó Valladares.

Un informe oficial publicado en 1993 revela que las desapariciones forzadas en Honduras fueron hechas por militares hondureños en complicidad con asesores argentinos, chilenos y de la CIA.

Organizaciones no gubernamentales de derechos humanos sostienen, basándose en testimonios, que la intervención de la agencia estadounidense no se limitó a entrenar a los escuadrones de la muerte, sino que también participó de forma directa en torturas y ejecuciones.

Las desapariciones y violaciones de derechos humanos ocurridos en la década del 80 es una asignatura pendiente para el gobierno de Honduras, pues los militares acusados están prófugos y reciben protección del ejército. (FIN/IPS/tm/mj/hd/98

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