Filipinas celebra este viernes el centenario de la independencia de España, pero muchos consideran que los festejos no prestan la debida atención al dominio colonial que Estados Unidos ejerció durante casi 50 años en las islas del sudeste de Asia.
El año del centenario de la independencia de Filipinas comienza el 12 de junio, aniversario del día en 1898 cuando revolucionarios filipinos declararon el nacimiento de la primera república de Asia tras alzarse en armas contra los colonos españoles.
La proclamación de independencia, efectuada en la provincia de Cavite, al sur de Manila, significó el fin de más de 300 años de prepotencia española en el país.
Hasta el momento, la celebración oficial se manifiesta más que nada en desfiles y festejos. Pero prestar atención sólo a la revolución iniciada contra España en 1896 deja de lado otro panorama totalmente distinto de la nacionalidad filipina, señalan algunos historiadores y analistas.
La razón es que, apenas seis meses después de la expulsión de las autoridades españolas, la firma por Madrid y Washington del Tratado de París, el 10 de diciembre de 1898, hizo caer a Filipinas bajo el yugo de Estados Unidos.
El 4 de julio de 1946, fecha que se conmemoraba desde hacía tiempo como el Día de la Amistad Filipino-Estadounidense, Filipinas se independizó por completo cuando Estados Unidos puso fin a su dominio en las islas.
De hecho, Filipinas festejó su independencia el 4 de julio hasta 1962, cuando un gobierno más nacionalista decretó que el acontecimiento debía celebrarse el 12 de junio.
Otros analistas sostienen que los festejos por el centenario sólo recuerdan la primera etapa de la lucha de la nación filipina y revelan una tendencia a representar a España como la malvada y a Estados Unidos como el salvador, o la potencia colonial más benévola.
El mensaje de los festejos por el centenario parece decir que "la revolución contra España fue más valiosa que la insurrección contra Estados Unidos", señaló el analista político Adrián Cristóbal.
Es como si "España hubiera sido la única potencia colonial de los filipinos", añadió.
En el debate sobre la nacionalidad filipina, los festejos oficiales hacen escasa mención de la cruenta lucha contra Estados Unidos, que gobernó al país durante cinco décadas.
"Muchos filipinos y estadounidenses no saben que existió la guerra entre Filipinas y Estados Unidos", escribió el historiador Ambeth Ocampo.
De hecho, la tortura, la crueldad y el racismo caracterizaron la guerra y la campaña de pacificación realizadas entre 1899 y 1902 por Washington, bajo una política de "asimilación benevolente", "civilización" y "cristianización" de los filipinos, aseguran los historiadores.
"Pobre España, considerada la principal malvada en nuestros festejos por el centenario. Tiene que haber un sentido de proporción histórica", manifestó Cristóbal.
"Es como si la 'asimilación benévola' según el 'destino manifiesto' (de Estados Unidos) fuera lo mejor que le pudo haber ocurrido a los filipinos", añadió en un comentario en el diario Philippine Daily Inquirer.
Los filipinos salen perdiendo con la interpretación, reforzada por décadas de tutela estadounidense en el país, de que España fue la "única y verdadera tirana" en Filipinas, argumentó Cristóbal.
Esta forma de pensar quizá explique el olvido del castellano por parte de los filipinos, a pesar de que el idioma filipino debe mucho al español y que los habitantes de Filipinas tienen, con frecuencia, nombres hispanos, sostuvo.
La situación no es afortunada, porque gran parte de la literatura de la revolución se encuentra en castellano, explicó Cristóbal. Pero a Ocampo no le sorprende la dicotomía en los puntos de vista hacia España y Estados Unidos.
En uno de varios artículos sobre la independencia filipina, el historiador recordó que la guerra con Estados Unidos en febrero de 1899 y la barbarie demostrada por la supuesta democracia del norte sigue siendo una cuestión espinosa.
"Los comentarios de los excesos realizados por Estados Unidos en la guerra contra Filipinas siempre generan reacciones exaltadas. Un escritor estadounidense respondió a mis artículos con una carta plagada de insultos", aseguró Ocampo.
La historia revela que Washington tenía planes de colonización hacia Filipinas aun antes de que comenzara la guerra entre Estados Unidos y España el 25 de abril de 1898, dos meses después de la explosión del barco de guerra estadounidense Maine, en la bahía de La Habana.
Pero dos meses antes de la destrucción del Maine, el almirante estadounidense George Dewey ya había manifestado su interés en la posesión española de Filipinas, según el libro "La Conquista de Filipinas", escrito en 1926 por Moorefield Storey y Marcial Lichauco.
Oficiales estadounidenses, entre ellos Dewey, engañaron a los revolucionarios filipinos dirigidos por el general Emilio Aguinaldo y los convencieron de que Estados Unidos les prestaría ayuda para bloquear los refuerzos españoles y luego liberar a Filipinas.
Pero la historia no fue así. Hace un siglo, Filipinas fue engañada tanto por España como por Estados Unidos.
La cooperación entre filipinos y estadounidenses degeneró en hostilidad entre ambas fuerzas cuando los soldados de Estados Unidos ocuparon Manila y expulsaron a los revolucionarios. El Senado de Washington luego votó la anexión de Filipinas.
En cuestión de meses, la independencia de España se había convertido en la conquista de Estados Unidos.
Madrid y Washington habían acordado que Estados Unidos tomaría Filipinas de manera no embarazosa para España, porque el país europeo ya padecía la vergüenza de haber perdido a Cuba y Puerto Rico.
En la batalla por la bahía de Manila, en la que revolucionarios filipinos expulsaron a los españoles de la ciudad, no se produjeron combates reales.
Como habían acordado Washington y Madrid, no habría "combates verdaderos ni resistencia excepto la exhibición de una bandera blanca luego de varios disparos para salvar el delicado honor de los castellanos", escribieron Moorfield y Lichauco.
Por el Tratado de París que puso fin a la guerra Hispano- Estadounidense en diciembre de 1898, se acordó que Madrid "vendería" las islas Filipinas por 20 millones de dólares.
Con estos hechos históricos en mente, algunos consideran que Filipinas debe poner más énfasis en la segunda etapa del movimiento independentista, la conquista de Estados Unidos, tanto como en la revolución contra la primera metrópoli del país, España.
Otros arguyen que el fin del gobierno estadounidense en 1946 sólo terminó formalmente con el dominio de Washington, y que la verdadera independencia se produjo en 1992.
En ese año, Estados Unidos cerró su mayor base militar en el extranjero, ubicada en territorio filipino, un año después de que el Senado de Filipinas votara por el levantamiento de las instalaciones estadounidenses. (FIN/IPS/tra-en/js/ral/aq-ml/ip/98