MALASIA: Tras Suharto, Mahathir es el líder decano de Asia

El primer ministro de Malasia, Mahathir Mohamad, se convirtió en el dirigente de Asia que lleva más tiempo en el poder tras la renuncia a la presidencia de Indonesia de Alí Suharto.

El sultán Hassanal Bolkiah es líder de Brunei desde hace más tiempo, pero a diferencia de Suharto o Mahathir, es un monarca.

Mahathir está en el poder desde 1981. Es el primer ministro que más tiempo ha ocupado ese cargo en Malasia y superó los 13 años del "padre de la independencia" Tunku Abdul Rahman Putra, el primer jefe de gobierno del país.

Como Suharto, a Mahathir se le reconoce por haber dirigido la transformación de su país hacia una economía propia de los "tigres" asiáticos, con ocho por ciento de crecimiento anual.

Pero junto con sus vecinos, Malasia fue víctima de la crisis financiera desatada en julio en el sudeste de Asia.

Como lo hacía Suharto, el gobierno de Kuala Lumpur ejerce la censura de los medios de comunicación, reprime a la oposición política y es criticado por la violación de derechos humanos. A Mahathir no le gusta llamar la atención sobre el hecho de que es el jefe de gobierno de mayor antigüedad de la región.

Malasia debe aprender las lecciones reveladas por los excesos de Suharto, su mano férrea sobre el sistema político y los medios de comunicación y la forma en que la crisis económica puede socavar un gobierno que, hasta hace meses, parecía sólido, exhortaron activistas malasios.

Algunos de los principales factores que provocaron la caída del dictador de Indonesia fueron la corrupción y el nepotismo generalizados en el poder, señalan los activistas.

La familia de Suharto tiene una gran participación en la economía indonesia y él es considerado uno de los 10 hombres más ricos del mundo, con una fortuna estimada de 16.000 millones de dólares.

"Suharto fue el mentor de la corrupción y el nepotismo capitalista de la región", afirmó el activista malasio Fan Yew Teng.

Algunos analistas comparan a Indonesia con Malasia, donde los hijos de Mahathir son directores de decenas de compañías importantes, aunque en menor grado que los descendientes de Suharto.

La organización no gubernamental Aliran destacó el caso del rescate financiero de la firma transportista Konsortium Perkapalan Berhad (KPB), propiedad en gran parte del hijo de Mahathir, Mirzan.

La KPB será rescatada mediante fondos de la corporación nacional de petróleo, Petronas. "Un rescate es un rescate", denunció la tapa de la revista Semanario Aliran, junto a una foto de Mirzan.

La renuncia forzosa de Suharto es "una advertencia para los dirigentes que olvidan los intereses del pueblo y erigen sus propios imperios personales y familiares", dijo Fan en entrevista con IPS.

El "poder del pueblo" ya expulsó a líderes abusivos de varios países asiáticos, como Corea del Sur, Filipinas, Tailandia y, ahora, Indonesia, advirtieron activistas.

"Ningún líder o régimen que gobierne con mano férrea, corrupción, nepotismo y medios antidemocráticos durará para siempre, esa es la lección a aprender", concluyó Syed Husin Ali, presidente del partido opositor Parti Rakyat Malaysia.

La historia de varios países lo demostró en diferentes ocasiones, añadió. Esa es una lección que Fan y otros esperan inspire a los vecinos de Indonesia.

"Espero que lo ocurrido en Indonesia aliente al pueblo de Malasia y, en especial, a la gobernante Organización Nacional de Malasios Unidos, a salvar a nuestro país de los dirigentes inmersos en el nepotismo, la corrupción y los conflictos de intereses", dijo Fan.

Los estrechos vínculos entre Indonesia y Malasia datan de hace mucho tiempo y, con frecuencia, los dos países tienen opiniones similares sobre cuestiones importantes.

En 1996, Yakarta presionó a Kuala Lumpur para que reprimiera una conferencia sobre Timor Oriental, invadida por Indonesia en 1975, recién iniciada en la capital malasia. Más de 100 activistas y delegados fueron detenidos o deportados.

El año pasado, Indonesia y Malasia respaldaron la incorporación de Birmania, gobernada por una dictadura militar, a la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático.

La cooperación binacional continuó hasta el final del gobierno de Suharto. Mahathir mantuvo una conversación franca con el líder indonesio días antes de la renuncia de éste, el viernes 21.

Once días antes de la salida de Suharto, y mientras crecía el descontento social indonesio, Mahathir anunció que Malasia otorgaría un préstamo de 250 millones de dólares a Indonesia, devuelto una vez que el Fondo Monetario Internacional desembolsara el resto de su rescate financiero.

Malasia no habría de interferir en los asuntos internos de Indonesia, aseguró Mahathir, pero haría lo que pudiera, añadió. Algunos analistas interpretaron la ayuda como un intento desesperado de apuntalar al desacreditado régimen de Suharto.

La declaración de Mahathir se realizó el mismo día que el viceprimer ministro y ministro de Finanzas Anwar Ibrahim se reunió con su par indonesio y accedió a entregar el dinero como parte de la promesa de Malasia de prestar 1.000 millones de dólares a Indonesia.

Pero Anwar no sabía que el fin de Suharto estaba tan próximo. "Estamos entregando el préstamo para demostrar nuestro compromiso y confianza en el gobierno indonesio, que creemos está ejerciendo las reformas necesarias", declaró.

Quizá sin sorprender, la reacción de Kuala Lumpur a la renuncia de Suharto fue callada. Mahathir felicitó a Jusuf Habibie por su designación como nuevo presidente de Indonesia y expresó su placer porque la transición del poder se realizó en paz y según la Constitución.

Sin embargo, los problemas no faltan en los vínculos de Malasia con Indonesia. En los últimos meses, Kuala Lumpur deportó a miles de inmigrantes ilegales indonesios que habían abandonado la pobreza y la crisis económica en su país. (FIN/IPS/tra-en/ann/js/aq-ml/ip/98

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