La persona del otrora incuestionado presidente de Indonesia, Alí Suharto, en el poder hace 32 años, es el blanco de la furia de las protestas opositoras conducidas por los estudiantes que llegaron al clímax la semana pasada.
Las manifestaciones recrudecieron cuando el gobierno decretó altos aumentos en los precios del combustible, la electricidad y el transporte como parte del programa de recorte de subsidios acordado con el Fondo Monetario Internacional.
Las concentraciones que antes se limitaban a los recintos universitarios se trasladaron a las calles, donde los manifestantes chocaron con la policía. En ciudades como Medan, capital de la provincia de Sumatra Septentrional, hubo pedreas contra tiendas y viviendas y volteo de vehículos.
La violencia en Medan causó al menos seis muertos. Los militares alertaron a los manifestantes que sus francotiradores tenían orden de disparar contra los saqueadores.
"Ya lo hemos alertado. Los estudiantes no podrán controlar la situación si las manifestaciones salen de los campus", dijo el ministro de Defensa, general Wiranto.
Un día después de esta declaración, los manifestantes chocaron con la policía en Yogjakarta, capital de la provincia de Javan. Uno de los opositores, Moses Gatutkaca, recibió un golpe mortal en la base del cráneo con un objeto pesado.
En Bogor, provincia de Java Occidental, un oficial de policía murió por las heridas que sufrió en una pedrea a manos de estudiantes. En la capital provincial, Bandung, por lo menos 20 estudiantes de la Universidad Padjadjaran resultaron heridos luego de una manifestación el sábado.
Por ahora, pasó lo peor. Pero la incertidumbre, la sensación de inestabilidad y la presión sobre el propio Suharto van en aumento. "Suharto está detrás se todos estos problemas. Solo su caída impedirá que continúe la confusión", dijo Ade, estudiante de Bandung.
Las tibias exhortaciones a una reforma del sistema político indonesio abrieron el espacio para abiertos llamados al cese de Suharto.
Muchos consideran que la protesta de los estudiantes refleja un sentimiento limitado y no constituye una oposición organizada. "Pero es innegable que la aspiración de los estudiantes es la de toda la población", dijo el popular comentarista político Wimar Witoelar.
Las protestas tuvieron el respaldo del dirigente opositor musulmán Amien Rais, quien reclamó la convocatoria de la Asamblea Consultiva Popular, que entre otras funciones tiene la de elegir al presidente, para discutir la forma como el gobierno manejó la peor crisis económica en las últimas décadas.
La prédica de Rais, líder de la organización islámica Muhammadiyah, que nuclea a 28 millones de afiliados, deja entrever el nacimiento de una oposición a Suharto que va más allá de los estudiantes o los grupos étnicos que luchan contra la marginación.
"Los estudiantes tienen razón. El líder de la nación debe ser reemplazado por una persona más capaz", dijo Rais poco después de regresar de un viaje a Estados Unidos.
"Cuando hablábamos de 'reforma política', las autoridades pensaban en una revisión de las reglas electorales y del Congreso, entre otras trivialidades. El gobierno debe saber ahora qué queremos en realidad, y eso es la caída de Suharto", dijo el portavoz estudiantil Adjie.
Pero los últimos acontecimientos no fueron suficientes para que el gobierno entendiera eso.
Wiranto, por ejemplo, dijo que comprendía las demandas de los estudiantes. "Todos hemos estado de acuerdo en que necesitamos estas reformas", recordó el ministro de Defensa, que apeló, de todos modos, a la paciencia de los opositores porque, dijo, "las reformas tomarán tiempo".
"Hay ciertos canales y reglas a respetar", agregó.
Suharto pidió a la Cámara de Representantes, antes de viajar el sábado a la reunión del Grupo de los 15 países en desarrollo en Egipto, una revisión de las reglas electorales y políticas con miras a la introducción de algunas reformas.
A comienzos de mes, el ministro del Interior, Hartono, dijo en nombre del presidente que las reformas políticas deberán esperar hasta el 2003. Las críticas obligaron a una retractación.
El vicepresidente de la Cámara de Diputados, Syarwan Hamid, también miembro de la facción militar del parlamento, sostuvo que las "reformas" no deben afectar el poder del presidente, que en marzo fue reelecto por la Asamblea Consultiva Popular por un séptimo período quinquenal. (FIN/IPS/tra-en/ky/js/mj/ip/98