El presidente del parlamento de Indonesia, Harmoko, anunció hoy que la cámara pedirá la renuncia al presidente Alí Suharto, atrincherado en su palacio fortificado tras una ola de violencia que la semana pasada dejó más de 500 muertos.
Las cinco facciones del parlamento se reunirán este martes para pedir la renuncia de Suharto, en el poder desde hace casi 33 años.
El anuncio se produjo en momentos en que miles de estudiantes manifestaron pacíficamente ante la sede del parlamento. Varios ex generales del ejército se sumaron a la protesta estudiantil.
Líderes de la religión musulmana, mayoritaria en este país asiático, también demandaron el fin del régimen de Suharto.
Amien Rais, líder del grupo musulmán Muhammadijah, integrado por 28 millones de indonesios, anunció que planifica convocar a un millón de personas a una manifestación de protesta este miércoles.
El presidente indonesio anunció el fin de semana la reforma de su gabinete, en un intento de aplacar las críticas y recuperar la confianza pública.
Pero la medida podría llegar demasiado tarde. "El recambio sólo indica que quiere sostener su poder", dijo el analista político Arbi Sanit. "Retirará a ministros que fortalecieron su gobierno y los reemplazará con otros más leales".
Los críticos afirman que Suharto se niega a ver que el problema radica en él mismo y que una solución "cosmética" no será aceptable.
Los oponentes políticos de Suharto lo exhortaron a renunciar en medio de una crisis económica iniciada el año pasado. Pero en lugar de retirarse, inició un séptimo mandato de cinco años en marzo.
Además, Suharto designó recientemente a su hija mayor, Siti Jardijynti Rukmana, y a su amigo Mohammad Hasan a su gabinete.
En cumplimiento con un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por un paquete de rescate para salvar la crisis económica, Jakarta subió los precios del combustible y la electricidad, desatando una nueva ola de violencia y alzamientos populares la semana pasada.
Unas 500 personas murieron durante cuatro días de saqueos, incendios y destrucción, la mayoría atrapados por el fuego en tiendas y centros comerciales el jueves.
El número de muertos incluye a los seis estudiantes baleados por fuerzas de seguridad el martes.
El viernes, Suharto retiró el aumento de los precios y luego anunció el cambio de su gabinete. Pero los analistas consideran que las medidas no pueden calmar a un pueblo indignado que demanda su renuncia.
Pero en medio de la creciente crisis política, Suharto continúa resistiendo el cambio y busca permanecer en el poder.
Gerry van Klinken, editor de la revista "Inside Indonesia", sostiene que no hay dudas de que el régimen autoritario de Suharto ha olido la derrota, "pero se necesitará más que disturbios populares para desmantelar un sistema nutrido durante tres décadas".
Según el editor, Suharto tiene la opción militar o la política, pero analistas militares afirman que las fuerzas armadas están divididas.
El ministro de Defensa y comandante en jefe Wiranto parece respaldar a los manifestantes, y no muchos favorecen una dura solución militar al problema, mientras el mayor general Prabowo Subiante de la reserva estratégica del ejército y yerno de Suharto lo respaldaría a cualquier costo.
La moneda local, la rupia, se hundió con la reanudación del comercio el lunes, como resultado del desorden social, y la economía estará en ruinas durante un buen tiempo.
Miles de edificios, restaurantes, comercios, gasolineras, y centros comerciales fueron destruidos e incendiados. Alrededor de mil viviendas privadas también fueron saqueadas y dañadas, y dos iglesias quemadas.
Pero más que la destrucción física, estimada en cientos de millones de dólares, la confidencia de los inversores cayó a su punto más bajo en décadas.
La fuga de los capitales extranjeros aumentará en las próximas semanas, mientras las empresas suspendieron sus operaciones y evacuaron su personal. Los chinos, blanco primario de la ira de los indonesios musulmanes por concentrar 70 por ciento de la riqueza del país, huyeron a Singapur o Taiwan.
El desempleo volverá a crecer, con cientos de miles de personas perdiendo sus empleos debido a los daños causados a edificios comerciales y otras obras de infraestructura. Los economistas prevén que la inflación alcazará 100 por ciento y la economía se contraerá 10 por ciento.
El espectro de la escasez de alimentos es inminente, mientras la gente vació los mercados y tiendas que lograron permanecer abiertas. Los precios de los alimentos y bienes básicos se dispararon.
El orden comenzaba a recuperarse en Jakarta este lunes, con las fuerzas de seguridad patrullando las calles, pero el pueblo se prepara para mayores protestas el miércoles, cuando Indonesia celebre el 90 aniversario de la formación de un movimiento nacionalista contra el gobierno colonial holandés. (FIN/IPS/tra-en/ky/ral/lp/ip if/98