La crisis financiera del sudeste de Asia y la "gripe del pollo" alejaron a los turistas de Hong Kong, cuyos habitantes antes se podían dar el lujo de ser arrogantes y antipáticos gracias a la reputación de su ciudad como paraíso de las compras y del buen comer.
Los visitantes se quejan de la grosería de los comerciantes y la mala educación a la hora de recibir servicios, pero hasta hace un año, los turistas seguían volviendo al territorio.
En 1996, la entonces colonia británica recibió la cantidad sin precedentes de 11,7 millones de turistas y, aunque la soberanía sería devuelta a China el año siguiente, las autoridades de Hong Kong confiaban en que el territorio seguiría ocupando el primer lugar como destino turístico de Asia.
Pero luego se desató la crisis financiera en el sudeste de Asia y surgió la "gripe del pollo", que provocaron el descenso del número de turistas.
Hong Kong recibió sólo 10,3 millones de visitantes en 1997, lo que representó una caída de 1.500 millones de dólares en los ingresos del sector. Desde entonces, no hay señales de mejoría.
En el primer bimestre de este año, el número de turistas se limitó a casi un cuarto del correspondiente al mismo período de 1997.
En la actualidad, Hong Kong se esmera en salvar su multimillonaria industria turística, en parte con una campaña que alienta a la población a ser más cordial y amable.
La idea es convertirse en un "buen anfitrión", según la Asociación de Turismo de Hong Kong, para que los turistas disfruten de su visita, vuelvan y recomienden la ciudad a otros.
Pero las malas costumbres tardan en desaparecer y las recomendaciones de la Asociación de Turismo no calaron hondo.
Los visitantes reciben una bienvenida un tanto descortés en el propio aeropuerto, donde ruidosas y frenéticas multitudes luchan por ingresar a los ascensores.
Fuera del aeropuerto, los turistas que cometen el error de pedir indicaciones reciben una respuesta abrupta o son ignorados. Tampoco deben esperar una disculpa rápida, ni siquiera una mirada, cuando reciben un empujón en forma accidental.
"Nunca vimos un pueblo tan mal educado. Todo el tiempo nos preguntábamos si en la escuela les habían enseñado el uso de palabras como 'disculpe' o '¿puedo ayudarle?' ", comentó una pareja alemana que visitaba Hong Kong por primera vez.
Con frecuencia, la calidad del alojamiento no compensa la descortesía. Una vez en el hotel, los visitantes descubren que incluso los más prestigiosos tienen habitaciones minúsculas, frías como heladeras.
Cuando los visitantes solicitan que se abra una ventana en un día fresco, reciben respuestas cortantes, lindantes con el insulto.
Antes, la descortesía era tolerada gracias a las ofertas comerciales y la infinidad de exquisiteces que ofrecía Hong Kong. Pero la devaluación monetaria de sus vecinos del sudeste de Asia, fuente de gran parte de los turistas del territorio, encareció sus productos.
Para peor, la serie de enfermedades relacionadas con los alimentos que plagaron a Hong Kong en los últimos meses mantuvo alejados incluso a los más férreos amantes de la comida.
Hong Kong está dotada actualmente con miles de pintorescas bahías y penínsulas que hacen que una visita valga la pena pese a la ausencia de las tradicionales atracciones turísticas.
Pero un viaje en sampán (embarcación ligera típica de China, provista de una vela y un toldo y propulsada a remo) puede decepcionar al turista pese al cielo azul y la brisa refrescante, porque lo más probable es que el capitán no hable inglés ni muestre nada más que la isla de Hong Kong y Kowloon.
"Lo que en otro lugar se disculpa porque la gente sonríe y es amable, aquí resulta imperdonable, porque los habitantes de Hong Kong son muy indiferentes", manifestó un turista británico que realizó el paseo en sampán.
Aun la visita al pico Victoria, desde donde se aprecia un panorama imponente, puede resultar poco relajante. Allí hay una elegante cafetería llamada Cafe Deco donde sólo se sirve a condición de que la mesa no sea ocupada más de una hora.
"Vienen demasiados turistas", explicó un empleado del café interrogado sobre el motivo de la norma.
La caída del ingreso de turistas ya está perjudicando al sector minorista de la ciudad, 20 por ciento de cuyas ventas dependían del turismo, y se produce justo cuando el aeropuerto Chek Lap Kok está casi pronto para iniciar operaciones.
La Asociación de Turismo, cada vez más preocupada, decidió invertir seis millones de dólares adicionales en su campaña de 14,8 millones, que este año promueve a la región administrativa especial de China como "la ciudad de la vida".
El componente del "buen anfitrión" de la campaña es una señal de que las autoridades saben muy bien lo que Hong Kong necesita mejorar para mantener el influjo de turistas.
Aparte de enseñar inglés básico a aquellos que ofrecen servicios ocasionales a los turistas, la Asociación realizará cursos de capacitación en la industria de los servicios, inspecciones a los minoristas y, más importante, una exhortación al público a ser más amistoso con los visitantes.
No obstante, podría llevar algún tiempo antes de que los residentes, habituados a fruncir el ceño incluso a sus coterráneos, se acostumbren a sonreir a los extranjeros. (FIN/IPS/tra-en/ab/cb/ral/aq-ml/if/98