Cuba presenta sólo 662 enfermos de lepra y una prevalencia muy inferior a un caso cada 10.000 habitantes, y ha eliminado entonces esa enfermedad como problema de salud pública, según las autoridades sanitarias.
Fuentes del Ministerio de Salud Pública aseguraron que la isla del Caribe, con más de 11 millones de habitantes, cumplió con antelación la meta de la Organizacion Mundial de la Salud (OMS) de eliminar la lepra como problema sanitario para el año 2000.
El reporte presentado el viernes reveló que de los 662 casos de lepra existentes, 85 por ciento fueron diagnosticado en una etapa precoz de la afección, condición imprescindible para evitar las secuelas y permitir la curación.
En Cuba la lepra se encuentra en la "fase de poseliminación", dijo el director nacional de Epideomelogía, Rolando Ramírez, y confirmó que todos los casos son tratados por el sistema de salud pública.
La lepra o el mal de Hansem, nombre del bacilo que la produce, es una de las enfermedades más antiguas que recuerda la humanidad.
En el libro "Historia de la lepra en Cuba", el especialista Miguel Angel González señaló la esclavitud como el principal vehículo de propagación de este mal por el archipiélago de las Antillas.
Ninguno de los médicos o religiosos llegados a América con los conquistadores españoles encontraron pruebas de la existencia de la lepra en la región, según el estudio de González, que desde la década del 60 es fuente imprescindible de consulta sobre el tema.
De acuerdo con los archivos del Hospital de San Lázaro, de La Habana, especializado en el tratamiento de la lepra, sólo eran cubanos 487 de los 1.393 enfermos que ingresaron en esa institución en el siglo XIX.
Casi 70 por ciento de las personas internadas por lepra eran esclavos traídos de Africa o de China o sus descendientes. Los enfermos originarios de España representaban 12 por ciento de los casos.
Con una superficie de 213.504 kilómetros cuadrados, las islas que conforman las Antillas mayores entraron al siglo XX con 1,09 enfermos de lepra por cada cien kilómetros cuadrados. A mediados de este siglo, ese indicador se elevó a 2,18 casos.
Datos de la Dirección Nacional de Estadísticas del Ministerio de Salud Pública indican que la incidencia de la lepra en Cuba descendió de 3,1 por 100.000 habitantes en 1980 a 2,9 en 1990 y a 2,2 en 1994.
Según los parámetros de la OMS, la lepra deja de ser un problema de salud cuando se presenta en la proporción de uno por cada 10.000 habitantes.
El ministerio cubano anunció a principios de esta década que la introducción en la isla del tratamiento multidroga, recomendado por la OMS, permitiría reducir la cantidad de enfermos y posibilitaría la erradicación de la lepra.
Antes de contarse con ese tratamiento, sólo se lograba la cura total de pacientes afectados por la lepra tuberculoide, considerada una patología de menor gravedad.
A comienzos de los años 90 sólo recibían multidroga 24 por ciento de los pacientes en América y 19 por ciento en Africa, según la OMS.
El método se introdujo en Cuba en 1989 y un año después cubría 97,4 por ciento de los 5.888 enfermos de lepra reportados. Sólo 2,6 por ciento no estaban englobados en el tratamiento, por intolerancia a los medicamentos u otras causas de salud.
El diagnóstico se realiza mediante examen físico a cargo del médico de familia (un sistema de atención comunitaria) y con el asesoramiento de un especialista en dermatología.
Los primeros síntomas de esta enfermedad, cuyo período de incubación es muy largo, son el adormecimientos de manos y piernas, manchas persistentes en la piel de diverso color y tamaño, e insensibilidad al dolor, al calor y al frío.
Aunque el mecanismo preciso de transmisión de la lepra se desconoce, los especialistas señalan como causa el contacto íntimo y repetido entre el enfermo y el individuo sano.
La lepra es curable si se diagnostica precozmente. La administración oportuna del tratamiento puede evitar deformaciones e incapacidades.
Los especialistas creen que el enfermo bajo atención no representa riesgo para la familia o para la comunidad, porque no transmite el mal. La posibilidad de contagio se elimina a los 15 días de iniciado el tratamiento. (FIN/IPS/da/ff/he/98