La amenaza de extinción pesa sobre seis de las 11 especies de ballenas grandes desperdigadas por todos los mares, denunció el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) en un llamado a respetar la moratoria internacional sobre las capturas.
La WWF sostuvo que la Comisión Ballenera Internacional (CBI) debe recuperar en su reunión anual de la próxima semana el control del manejo de la caza de los mamíferos.
Elizabeth Kempf, especialista del WWF, reclamó a la conferencia de la CBI, que se realizará en Omán del 16 al 20 de mayo, la adopción de "otras urgentes acciones que pueden ayudar a salvar a las ballenas".
En su informe a la conferencia de Omán, titulado "Se buscan vivas. Las ballenas en su medio natural", Kempf precisó que una de las medidas debe ser una prohibición estricta del comercio internacional de la carne de ballena.
El estudio identificó a tres países, Rusia, Japón y Noruega, como responsables de la matanza de más de 18.000 ballenas desde que entró en vigor la moratoria en la temporada 1985-1986.
Pero es en Japón donde se encuentra el mercado interno legal de carne de ballena más atractivo para los países balleneros.
Una investigación realizada por la organización Traffic y financiada por WWF comprobó en 1997 que, a pesar de una leve disminución, los precios de la carne se mantenían muy altos.
El kilogramo de carne de ballena se cotizaba en Japón entre 30 y 280 dólares estadounidenses, por encima de los valores del mercado de Noruega.
Las matanzas de ballenas persisten a pesar de la moratoria sobre las capturas con fines comerciales y de la declaración del océano Antártico como un virtual santuario.
La ballena ártica figura como la más amenazada y sin perspectivas de recuperación, entre las especies de mayor volumen.
El más grande de los mamíferos existidos en todos los tiempos sobre el planeta, la ballena azul (más de 30 metros de longitud), tampoco muestra signos de recuperación en el hemisferio sur, donde solo existen unos 500 ejemplares.
Antes de que comenzara la caza comercial, en el siglo XIX, las ballenas azules existentes en el océano Antártico sumaban unos 250.000.
Hasta 1997, Japón había matado más de 3.600 ballenas con la excusa de fines científicos, una excepción contemplada en la moratoria de 1985-1986. Noruega, Islandia y Corea del Sur también ejecutaron programas científicos de captura.
Los especialistas de la WWF declararon repetidas veces que ya nada se puede aprender más de lo conocido mediante la matanza de ballenas.
Rusia y Noruega mantienen sus objeciones a la moratoria, lo que las exime de su cumplimiento. La ex Unión Soviética interrumpió la captura con fines comerciales después de la temporada ártica de 1986-1987. En cambio, Noruega siguió matando ballenas todos los años, con excepción de 1991.
Kemf informó de que Noruega mató 164 ballenas con declarados fines científicos desde 1988 hasta 1992. Pero las capturas noruegas con fines comerciales se elevaron a 2.368 ballenas en los años 1986 y 1987 y entre 1993 y 1997.
El estudio sostuvo que Noruega aumenta en forma rápida el número de ballenas capturadas cada ano, a pesar de las resoluciones aprobadas por la CBI.
La investigadora de la WWF recomendó también a la CBI otras medidas de protección, como la reducción de la contaminación oceánica.
La ballena blanca del río San Lorenzo, en Canadá, ha sido tan contaminada que los cadáveres de esos mamíferos deben ser eliminados como si se trataran de desechos tóxicos, observó Kemf.
La WWF resaltó los éxitos alcanzados por la organización con el turismo ballenero realizado en los últimos años en Argentina, el Caribe, Filipinas, Islandia, Japón, Nueva Zelandia, Noruega y Sudáfrica.
Unos siete millones de personas han participado en esa actividad turística de observación de la vida de las ballenas, que en 1994 generó ingresos por 500 millones de dólares. (FIN/IPS/pc/mj/en/98