Una fila de personas se dirige con lentitud hacia el altar en medio de una densa humareda. Llevan en sus manos velas, aguardiente y hierbas. Otros sólo cargan sus oraciones a Maximón, a quien muchos en Guatemala consideran un santo que les ayuda y protege en tiempos difíciles.
La profunda impresión que causa una visita al templo de Maximón, también conocido como San Simón, en la localidad de San Andrés Itzapa, en el departamento de Chimaltenango, en el occidente de Guatemala es difícil de borrar.
El lugar es visitado por numerosas personas de distintos estratos sociales peregrinan para rendirle tributo y también por extranjeros que el fenómeno con curiosidad.
En San Andrés Itzapa, a 60 kilómetros de la capital de Guatemala, se puede apreciar los ritos, el vestido de la imagen y la adoración que le da vida a este pensamiento mágico-simbólico.
La capilla de Maximón, en las afueras del pueblo, es el centro de atención de los visitantes. El paso hasta su imagen, por una callecita de tierra, está precedida por puestos callejeros de venta de imágenes del "santo", candelas y veladoras de diferentes colores.
Los ritos varían según las peticiones, explicó uno de los cuidadores del templo. Algunos matan gallos para purificar su alma. Otros ofrecen hierbas o alimentos esperando prosperidad en sus cosechas o negocios.
Las velas juegan un papel importante, ya que cada color tiene un significado diferente.
Un vendedor ubicado cerca del templo explicó a IPS que las verdes son para pedir prosperidad, las rojas para el amor y las amarillas para la protección de seres queridos, pero no faltan los que compran velas negras "para hacer el mal o para protegerse de las envidias".
Los peregrinos también compran antes de entrar al templo pequeñas botellitas de guaro (aguardiente), por lo general ron, y un cigarro puro para dejarle al santo.
Al salir del templo, varios indígenas ofrecen sus servicios de "limpia" al visitante con incienso y hierbas como chilca y ruda, para liberarlo de "malas vibraciones" y purificarlo.
Todos estos misteriosos ritos dejan en el espectador una impresión profunda. En algunos casos se unen en una sola petición, oraciones en lenguas mayas y en español, pronunciadas muchas veces con lágrimas en los ojos por ladinos e indígenas.
"Hermano Simón, hermano Simón, vos que 'sufristes' tanto, no permitas que esta pobre sirvienta tuya sienta los mismos dolores al faltarle su patojo. ¿No ves, querido hermano, la falta que me hará en la milpa (casa)?", rezan las madres con el fin de solicitar a Maximón protección para sus hijos.
"Quiero soñarte, hermano Simón, para saber si la candela blanca con su humo y fuego llegó hasta donde estás. Te prometo, hermano Simón, que tu tortilla, tu puro y vaso con guaro no te han de faltar mientras viva. Amén", oran.
Celso Lara, historiador y experto conocedor de las tradiciones guatemaltecas, explicó a IPS que el culto a Maximón data del siglo XIX y se vincula con un tipo de brujería organizada por indígenas de la región.
"Es una figura que hace el bien y el mal. Sirve tanto para pedir por una buena cosecha como para deshacerse de un enemigo" dijo Lara.
El historiador agregó que se trata de una imagen del siglo XIX al que visten por lo general con traje y sombrero negro, camisa blanca y un cigarro en la boca, aunque, según la ocasión, puede vestirse de militar o de indígena.
El historiador explicó también la diferencia que existe entre los ritos del Maximón de Santiago Atitlán, en el occidental departamento de Sololá, y el de San Andrés Iztapa. "El primero es religión y el segundo es magia", agregó.
"Maximón de Santiago Atitlán es una deidad sincretizada de antiguas costumbres prehispánicas con costumbres católicas, básicamente relacionadas con la Semana Santa. Es una deidad del envoltorio mágico dedicada a la fertilidad y tiene una vocación propia de los indígenas tzutuhiles del lago Atitlán", dijo.
El de San Andrés Itzapa, en cambio, está entre lo sagrado y lo profano y explota la magia, según lara.
Años atrás la imagen se encontraba en la iglesia del pueblo, pero como la jerarquía católica no lo considera un santo reconocido y canonizado fue retirado de allí. Los devotos recolectaron fondos para realizar una capilla exclusiva.
Pero algunos pobladores de San Andrés Itzapa consultados por IPS evitaron referirse al santo, cuya imagen inspira, por lo general, temor. "Nosotros, los del pueblo, casi no vamos allí. Es toda gente que viene de afuera", dijo Carmen, vecina del lugar.
Lara dijo que el culto a San Simón es un muy buen negocio para la cofradía indígena que lo maneja, no solo por el dinero que los creyentes dejan al supuesto santo sino por las ventas de candelas, licores, puros y comida en las cercanías.
Cada 28 de octubre, una nutrida concurrencia que procede de distintos lugares del país se concentra en la capilla para llevarle ofrendas al santo y celebrar diversos ritos. (FIN/IPS/cz/mj/cr/98