(Arte y Cultura) CHILE-LITERATURA: Lengua Víbora, en busca del plural femenino

La literatura escrita por mujeres continúa siendo un producto informal en Chile, entre otras razones porque las tendencias dominantes en este país se niegan a reconocer la pluralidad de lo femenino y aquella narrativa que lo refleja.

El juicio corresponde a Raquel Olea, una doctora en Literatura y dirigente feminista que en estos días presentará su última obra: "Lengua Víbora. Producciones de lo femenino en la escritura de mujeres chilenas".

En el libro no se encontrará a Isabel Allende ni a Marcela Serrano, las narradoras chilenas más exitosas internacionalmente en términos de ventas, ni a "best sellers" locales como las preiodistas Elizabeth Subercaseaux y Ximena Torres Cautivo.

"Lengua Víbora" está basado en la creación de ocho autoras de "lectura difícil", entre las que se incluye a Diamela Eltit, Mercedes Valdivieso, Eugenia Brito, Guadalupe Santa Cruz y Soledad Fariña.

Olea, quien es también directora de la Corporación de Desarrollo de la Mujer, La Morada, explicó los alcances y motivaciones de su estudio a la crítica literaria Faride Zerán, del diario La Epoca.

La literatura de mujeres sigue siendo un producto informal en la economía chilena porque no vende específicamente por la calidad literaria, por sus propuestas de lenguaje, sus nuevos significantes o la estructura del texto, explicó.

Para Olea, "en la institución literaria no se ha leído aún o no se le ha dado el lugar de diferencia a la producción literaria de mujeres" y por tanto se la valora o clasifica desde la visión tradicional o masculina de lo femenino.

De ahí que el título de "Lengua Víbora" tenga una doble intencionalidad, ya que por una parte "responde provocadoramente a esta estigmatización que ha hecho lo masculino del habla de la mujer, como un habla venenosa, vacía, hueca, como un habla peligrosa".

A la vez, apuntó Olea, "estas escrituras de mujeres son la producción de esa habla, son su productividad doble, bífida, ampliadora de lo femenino, que puede portar los eslabones semióticos, que es una cita a su vez de otros sistemas de signos".

"La producción de Diamela Eltit especialmente, se pregunta por el lugar de lo minoritario en la producción cultural latinoamericana", señaló la experta. En este caso, "lo minoritario" alude a todo aquello que es "inferiorizado" con respecto al lugar del poder dominante.

Según Olea, la literatura tradicional de mujeres tiene como propuesta "un gran saco indiferenciado, que marca más al sujeto biográfico o biológico, al sujeto mujer como una identidad esencialista, y no como una producción que surge desde un posicionamiento cultural y social".

Bajo esta mirada de género, la estudiosa analizó no sólo la forma en que las autoras seleccionadas trabajan el lenguaje o su relación con la institución literaria, sino que profundizó en lo que denomina "posicionamiento político" de esta escritura.

"Porque las palabras son políticas. Y creo que la crítica literaria también es un posicionamiento político, o sea, la lectura es política", puntualizó Olea.

"Me parece -dijo- que hay un modelo de mujer o hay imágines de mujeres que se reproducen en cierta literatura, que son muy fáciles de encontrar identificación en otras mujeres, porque responden a los problemas que cotidianamente viven las mujeres o a situaciones que históricamente se han cargado a lo femenino".

"Pero también -agregó- hay una literatura que está cuestionando, que está produciendo nuevos signos de lo femenino, porque quiere alterar el orden de los géneros, el orden de las relaciones entre lo masculino y lo femenino, no ya como dato solamente de esencia o biología".

Para Olea, el primer tipo de literatura femenina es funcional al sistema, sobre todo en Chile "donde todo parece estar fantástico" y se olvidan los problemas de las mujeres y de todos los "lugares minoritarios" que son controlados y manejados desde lo dominante.

Esta doctora en Literatura, madre de dos hijos, recordó que en la gobernante Concertación por la Democracia se han roto el consenso en temas en que en última instancia está en juego el modelamiento de lo femenino por parte del poder, como el debate sobre el concepto de género previo a la Conferencia de Beijing.

En el feminismo chileno hay una corriente más triunfante, que ha hecho alianza con el poder, promueve la igualdad y participa en la generación de políticas públicas y leyes que favorecen los derechos de las mujeres, "lo cual está muy bien", comentó.

"Pero hay otro feminismo que es minoritario, y es el que más profundamente se pregunta por lo femenino, o sea, qué es lo femenino en este sistema", tanto simbólicamente como para incidir en la construcción de la subjetividad de las mujeres.

En el ámbito de la vida privada, el poder quiere preservar el modelo de una mujer que puede ser exitosa, ejecutiva y activa en política, pero que no se cuestiona "lugares sagrados" como la maternidad y todo lo que configura "la concepción dominante de la feminidad".

Pero hay otro feminismo "que es muy peligroso para el sistema, porque quiere desconstruir esos valores, desconstruir esos símbolos y armar otros. Es el que está empezando a armar un feminismo plural, ya no un solo feminismo, una sola feminidad", subrayó Olea.

En "Lengua Víbora" se analiza esta nueva propuesta desde su lugar más creativo y tal vez más privilegiado: la literatura.

"Porque así como lo que no existe en el lenguaje, no existe en la realidad, lo que existe en los lenguajes ficticios puede alguna vez ser una fantasía de una realidad futura", dijo Olea.

Las autoras chilenas estudiadas "son mujeres que están resistiendo el femenino universal y están armando la pluralidad de un femenino que interroga la historia, las hablas, la relación entre oralidad y escritura, interroga las hablas minoritarias que no han ingresado en la historia, las hablas oprimidas". (FIN/IPS/ggr/ag/cr/98

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe