POLONIA: Reforma agrícola para ingreso a UE es la prioridad

Polonia se convirtió en un campo de batalla donde se discuten los explosivos temas agrícolas que integran la agenda de su eventual incorporación a la Unión Europea (UE) y la de otros cinco países.

Mientras se inician las negociaciones de incorporación en Bruselas, el futuro y la modernización de la agricultura polaca quedan en suspenso ante prioridades políticas, intereses ocultos, realidades sociales y económicas, y disputas sobre el destino de los jugosos subsidios agrícolas del conglomerado europeo.

La Unión Europea se demora en la reforma de sus programas de subsidio agrícola, y entretanto aprovecha las ventajas de una posición negociadora más fuerte para engatusar a los que serán sus nuevos socios.

No hay duda de que la agricultura polaca debe cambiar. Sus dos millones de establecimientos agrícolas miden un promedio de ocho hectáreas y la tercera parte de ellos ni siquiera pasa de tres hectáreas, contra las 18 de promedio que imperan en la Unión Europea.

Sólo los establecimientos agrícolas de mayor tamaño podrán sobrevivir a los términos de la incorporación a la UE, lo que implica consolidar las granjas y desarrollar la infraestructura y los servicios en el sector rural, con el fin de aumentar la eficiencia y mejorar la calidad de vida de los agricultores.

La participación de la agricultura en el producto interno bruto de Polonia ha experimentado un notorio descenso, aun cuando el 6,5 por ciento registrado en 1996 seguía siendo mucho más alto que el promedio de 2,5 por ciento en los países de la UE.

Cerca de 25 por ciento de la población de Polonia trabaja en el sector agrícola, aunque sólo 11 o 12 por ciento dependen exclusivamente de esta actividad.

La agricultura polaca presenta algunas ventajas frente a la de la UE, en particular mano de obra más barata y productos más sanos desde el punto de vista ecológico. Pero son ventajas que podrían esfumarse.

A comienzos de los 90, como parte de la reforma económica, se eliminó la mayor parte de los subsidios a los agricultores. Una relación desventajosa entre precios y costos generó también una caída en la producción, con lo cual en 1993 el superávit del comercio agrícola polaco se transformó en déficit.

Para salir de esta situación, la única receta es la modernización de la agricultura. Sin embargo, ese proceso se enfrenta a las políticas agrícolas de Bruselas, que también necesitan de una reforma.

Los subsidios agrícolas denominados CAP continúan pesando sobre el presupuesto de la UE. Y hay planes para que su aplicación haga a los productos de la Unión Europea aún más competitivos, lo cual acortaría la distancia con los precios de las granjas polacas.

El acuerdo de asociación de Polonia, firmado en diciembre de 1991, estableció las bases que fundamentan el comercio agrícola con la UE.

El tratado somete los productos agrícolas a una liberalización selectiva y limitada, pero se aplica sólo a algunos, y en la mayoría de los casos no considera abolir por completo las barreras.

En cualquier caso, el comercio agrícola tuvo un desempeño decepcionante tras la firma del acuerdo. Polonia ostenta un déficit creciente en el intercambio con la UE, y existe el temor fundado de que el bloque aún no está listo para abrir sus mercados a países del este del continente.

Desde 1995, la UE puso a disposición de los países que aspiran a integrar ese acuerdo de integración algunas indicaciones sobre sus mercados y leyes.

Cerca de 40 por ciento de las leyes y regulaciones de la UE se refieren a la agricultura, y muchas de ellas demandan a los aspirantes normas ambientales más estrictas que las vigentes para sus actuales socios.

El 18 de marzo de este año, la Comisión Europea propuso el presupuesto para el período 2000-2006, y propuso un fondo de modernización agrícola para los nuevos socios, suponiendo que se incorporarán hacia el 2002. Este fondo aumentaría de 648 millones de dólares en el 2002, a 2.700 millones en el 2006.

Bajo el sistema de garantía de precios, la Comisión Europea también considera la entrega de más de 1.000 millones en el 2002, hasta unos 1.500 millones de dólares en el 2006. Está claro que los nuevos miembros de la UE también deberán contribuir para que el presupuesto sea viable.

Sin embargo, la Comisión Europea advirtió que se necesitará un período de ajuste más largo para el caso del comercio agrícola, y por lo tanto Polonia y otros países quedarían fuera del sistema de subsidios CAP.

Algunos argumentan que los precios agrícolas de Europa del este seguirán siendo inferiores a los de la UE cuando se produzca la asociación, y por lo tanto la entrega de subsidios provocaría un aumento de la producción en esas naciones, en detrimento de las posibilidades comerciales de los actuales socios de la Unión.

Pero desde el otro lado de la mesa se argumenta que en el este de Europa se necesitará protección contra la enorme competencia de Occidente, con una industria de alimentos que será impactada en forma muy fuerte por un nivel de precios más altos.

Hay quienes objetan estos argumentos, pues no se puede calcular cómo serán los precios dentro de unos años, especialmente en países como Polonia, donde la tendencia es al alza. Tampoco se puede argumentar que la agricultura de estas naciones sea débil y poco competitiva.

Todo parece indicar que la propuesta de la UE para que haya largos períodos de ajuste en el caso de la agricultura tiene muy poco que ver con la integración.

Más bien pone de manifiesto el temor a la competencia que podría enfrentar una agricultura en la cual el proceso de reforma es muy lento. Y mientras siga vigente el costoso sistema de subsidios CAP, es poco probable que los países de la UE quieran financiar el crecimiento de sectores agrícolas competitivos.

En Estados Unidos se argumenta que los países de Europa central no deberían considerar estrategias ineficientes de la UE, y se recuerda que sistemas como el del CAP deberán transformarse para cumplir con regulaciones comerciales de aquí a 10 años. Pero ése es un largo tiempo para esperar un resultado.

Dada la importancia de la agricultura para Polonia, la Unión Europea no tendrá más alternativa que la de hacer concesiones en otros sectores, como las telecomunicaciones y el acceso a mercados laborales de Occidente.

También está claro, que cualquiera sea el resultado de las negociaciones, Polonia tendrá acceso a algunas fuentes financieras provenientes de Occidente, en especial cuando se concrete su incorporación.

Pero Polonia aún no desarrolla una política agrícola consistente, y no está claro si usará ese dinero en forma eficiente.

Polonia necesita desplegar habilidad negociadora y reformas estructurales exitosas. Si combina esto con un esfuerzo para ajustarse a los requerimientos de la UE antes de que se concrete su incorporación a ese grupo, también podrá lograr que sean favorables los términos de su asociación a la Unión Europea. —— (*) Andrzej Rudka es presidente del Centro de Educación Política en la Fundación de Asistencia a la Transición, de Varsovia. Además, es consultor especializado en temas de reestructuración económica. Este artículo llega a IPS por medio del Instituto para el Periodismo en Transición (IJT), que edita la revista Transitions. (FIN/IPS/tra-en/wr/rj/lc-ml/ip-dv/98

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