MEXICO: Octavio Paz, un comprometido superador de ideologías

Octavio Paz, el escritor mexicano muerto este domingo y que en vida obtuvo los dos premios más importantes otorgados en España, es considerado en este país un superador de ideologías.

En 1982 recibió de manos del rey Juan Carlos el premio Miguel de Cervantes, considerado el Nobel de la lengua española, y en 1993 el Príncipe Felipe, heredero de la Corona, le entregó el premio Príncipe de Asturias.

Paz, que también logró el Nobel de Literatura, comenzó a escribir a temprana edad y fue cambiando su visión política con el paso de los años, a la par que desarrollaba su genio literario.

Así, se recuerda que de joven participó en el congreso de intelectuales antifascistas celebrado en España durante la guerra civil (1936-1939) en apoyo del gobierno de la República y que después se fue desvinculando de su filiación izquierdista, hasta convertirse en un duro crítico del comunismo.

Quizás a ese tránsito se refirió el rey de España, quien al entregarle en 1982 el Premio Cervantes, destacó a quienes, "como Paz,… primero con el apasionamiento propio de la juventud, luego con la serenidad de la madurez, constituyen un vivo ejemplo de lo que supone dedicar una vida al servicio de un alto ideal".

En Paz, añadió el Rey, "cabe reconocer la superación de las ideologías y la capacidad de síntesis para asumir sin complejos esta herencia hispánica, en la que han de encontrarse anchas vías para la vigencia de una tradición cultural más y más participada".

El escritor izquierdista Antonio Gala, al enterarse de la muerte de Paz, dijo este lues que "su obra es monumental y él mismo un monumento para México,… se esté o no de acuerdo con sus ideas".

El novelista Jorge Semprún, que fue ministro de Cultura del socialista Felipe González, además de señalar que el poeta extinto fue lúcido y comprometido a la vez, añadió que "ha vivido todas las aventuras de este siglo con gran lucidez y con capacidad de distanciamiento y crítica".

Desde otro ángulo ideológico, el hispano-peruano Mario Vargas Llosa insistió en que a Octavio Paz hay que leerlo por muchas razones.

"Por la belleza de su palabra, su poesía siempre original y su prosa" y también "por razones morales y políticas: fue un pensador que defendió la libertad y la cultura democrática, así como un analista político excepcional".

En Italia, el dramaturgo Darío Fo dijo de Paz -de quien le agradan en especial sus cuentos— que fue "un poeta lleno de espíritu y humor y que no divagó en la metafísica, ni en los sueños, aunque contaba emociones".

Siendo ya un Nobel, Paz viajó en 1993 a Oviedo, en la costa norte de España, para recibir el premio Príncipe de Asturias. En esa ocasión insistió en rescatar la universalidad de la cultura, a la vez que la identidad de los pueblos.

Así, subrayó que "cada pueblo y cada cultura poseen un lenguaje que es distinto al de otros pueblos y culturas". A la vez, "cada lenguaje es una visión del mundo y cada una de esas visiones es una ventana abierta a los otros lenguajes".

Ya lo había dicho, con otras palabras, al recibir el Cervantes en 1982: "Cada hombre es un ser singular y cada hombre se parece a todos los otros… el yo es plural". Añadió que "la libertad es singularidad y excepción… pluralidad y convivencia".

Y que "la libertad y la democracia no son términos equivalentes, son complementarios: sin libertad, la democracia es despotismo, sin democracia, la libertad es una quimera".

Esa superación de las ideologías manteniendo un compromiso con la justicia social, la democracia y la libertad, inspiraron este lunes al poeta español Jesús Fonseca quien, al enterarse del fallecimiento de Paz, le dedicó estos versos:

"Octavio, así te veo, hoy en el recuerdo para siempre jamás. Las manos abiertas a la esperanza y a los demás tendidas, los ojos humedecidos de melancolía y tu palabra, igual que el alma, encendida cuando hablas".

"Octavio, así te veo, esos ojos tuyos que tanto han cantado a la vida y a los sueños y a la buena gente, y a las cosas más simples, más sencillas, más sencillas de la vida".

"Así te veo Octavio, frente a mí, como en Bogotá, con Eduardo Carranza aquella tarde frente a los cerros. En la ciudad de México y en Buenos Aires, con Silvina, con Borges, con Bioy, junto al paredón de la Recoleta, mientras por aquí seguimos. Así, así te veo, para siempre jamás". (FIN/IPS/af/ff/cr/98

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